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El «place to be» para los mayores de 55 años
Desde hace dos años y ya con más de 17.000 usuarios, la aplicación Vermut ofrece actividades de todo tipo para este segmento de la sociedad al que la soledad acecha
Como cada jueves a las 20:00 horas los ritmos latinos pueden oírse en la céntrica calle Luna. Su origen proviene del número 19, donde la Asociación Arte y Fantasía acoge los «bailoteos y ritmos latinos» de Vermut. Y allí, una semana más, se encuentra Alejandro Assen con sus «alumnos». Y lo pongo entre comillas, porque lejos de querer convertirse en grandes bailarines, sí acuden hasta allí para que el profesor les enseñe algo, pero también es de los otros de quién aprenden muchas cosas. Créanme si les digo que las buenas vibraciones que normalmente transmite este tipo de música pasan a un segundo plano por la sintonía que se percibe entre esas cuatro paredes donde la diversión, la confianza y la felicidad son protagonistas.
Desde hace dos meses, Marisa acude a esta y otras actividades porque murió su segunda pareja y se sentía muy sola. «Conocí Vermut por internet y pensé en que sería bueno encontrar amigos diferentes a los clásicos amigos familiares; y me he encontrado con gente maravillosa», confiesa a LA RAZÓN. En la aplicación ha encontrado la excusa perfecta para hacer ejercicio y excursiones, pero no descarta seguir probando otras muchas cosas. «Me apunto a todas las que puedo, mi objetivo era quitarme las penas y los problemas de la cabeza y esto me ha ayudado muchísimo», asegura. A sus 76 años cree que una facilidad así era necesaria para gente de su edad y más joven porque cada vez se vuelve más complicado forjar amistades. «Aquí las amistades no miran color ni forma. Nos caemos bien, nos comprendemos, nos entretenemos y nos ahorramos el psicólogo», apunta entre risas.
Desde hace dos años, Vermut se ha convertido en «the place to be» –el lugar de moda- de los que ellos califican como «seniors». Es decir, aquellas personas que tienen entre 55 y 80 años. Después de trabajar para una conocida startup de reparto a domicilio, Fernando Dellepiane y Enric Duran, sintieron que era el momento de pasar a otra cosa y se dieron cuenta de que compartían el interés por el impacto social positivo. Por ello se propusieron destinar todo lo que habían aprendido en algo que sumase. «A ambos nos apasiona la eficiencia y nos parecía que la oferta de planes y para generar vínculos sociales en este segmento era nefasto, no había nada», confiesa Dellepiane. Además, de que era algo que vivían en primera persona con sus padres, jubilados o a punto de hacerlo, y cuya única opción era vivir la misma vida que sus abuelos. «Esta generación tiene otra vitalidad, está digitalizada, tienen otras necesidades y exigencias. No les vale con tener salud, estar calentitos y tener comida», detalla el CEO.
De este pensamiento nació la aplicación y de la necesidad de que tuviesen experiencias a través de actividades. «Sabíamos que la parte social era la fundamental, donde la magia sucede y se crean vínculos», sentencia. Tomar un vermut y charlar, caminatas, visitas culturales, clubs de cine, lectura, escritura o juegos de mesa… cualquier plan para terminar hablando de cualquier cosay erradicar la gran problemática que es la soledad en estas edades. También imparten charlas para ayudarles en el ámbito económico y financiero y que puedan decidir dónde quieren seguir envejeciendo. Así como profesionales que les dan información acerca de temas relacionados con su salud y bienestar. Como por ejemplo, a gestionar la ansiedad, combatir el insomnio o conseguir relaciones humanas saludables.
También hay cabida para aquellos que buscan retomar viejas pasiones o dedicar tiempo a profesiones frustradas gracias a talleres de escritura, interpretación, gastronomía o arte. O para aquellos que quieren seguir compartiendo sus pasiones y lo que conocen bien a través de voluntariados o convirtiéndose en los propios creadores de planes y que inspiren a otros a compartir con ellos alguna pasión. Como Ricardo, que a sus 77 años está descubriendo rincones de su ciudad que antes no había conocido. «Las actividades son muy variadas y el respeto, la confraternidad y el cariño que recibes a cambio de nada es inexplicable, te sientes arropado», confiesa entusiasmado y asegura que desde que empezó a utilizar la aplicación en julio: «Me ha dado vida, se lo agradezco y seguiremos hasta que el cuerpo aguante». O Gerardo, que cuando se encontraba atravesando un mal momento descubrió Vermut en Facebook. «He hecho muchos amigos y amigas gracias a ello y ya no me quedo en casa llorando por los rincones», apunta. Desde febrero no hay semana que no acuda a alguno de los planes: bailoteo, viernes de disco, visitas a museos…
Para sus creadores todo se basa en el empoderamiento, uno de los principales objetivos que buscan para sus usuarios, así como el cambio radical de ese lugar donde la sociedad pone a la gente mayor. «Buscamos empoderarles dándoles todas las herramientas para que sus vidas sean plenas, se diviertan, sigan teniendo ganas de hacer amigos e incluso, de conocer una pareja nueva si así lo desean», detalla Dellepiane. Carmen Victoria llevaba cerca de ocho años buscando algo así. Desde que llegó de Venezuela lo había intentado todo y recalca lo complicado que es hacer amigos con su edad. «En Madrid es difícil, no porque te traten mal porque todo el mundo es muy amable, sino por crear vínculos. En estos años he conocido gente, pero nunca más volvía a verles», apunta. «La amistad se hace viéndose y pasando tiempo, como pasa en Vermut, es lo más excelente. Desde que empecé, mi vida ha cambiado», asegura.
También lo ha hecho para el monitor, Alejandro Assen, que aterrizó en la capital desde Argentina para estudiar un master de producción de espectáculos en vivo. «Me encontré con esta propuesta y no pude decir que no. Me encanta colaborar con la situación de vulnerabilidad que viven las personas a cierta edad y ayudarles a gestionar la soledad con actividades», apunta. Después de impartir la clase de danza u otras de las actividades que lleva a cabo, acompañarles a tomar algo forma parte del trabajo. «Es importante que creen lazos, es importante que tengan a alguien con quién poder hablar a parte de la aplicación y las actividades», asegura. Esto, dice, es lo que les diferencia de otras aplicaciones; no ser una red social fría, sino un trato cercano y personal. Para él, como profesional, se ha convertido en un desafío diario como un programa de televisión en vivo. «Nunca sabes lo que te vas a encontrar. Puedes dar con un grupo divertido o con situaciones complejas como duelos, separaciones… Hay que saber afrontarlas, siempre con lo mejor de ti y estoy feliz con lo poco o mucho que les puedo ayudar», sentencia.
En la actualidad, Vermut cuenta con la confianza de 17.000 usuarios y ofrecen sus actividades en Madrid, Valencia, Málaga y Barcelona. En los próximos meses llegará a Bilbao y de forma natural, esperan hacerlo en el resto de ciudades. Sin embargo, gracias al éxito de sus quedadas tienen presencia a nivel nacional, pues son muchos los que de forma espontánea organizan actividades y quedadas en otras ciudades a través de su chat. Por ejemplo en Madrid, de forma espontánea hay una quedada para conocerse en Alcalá de Henares, una caminata por El Pardo, una merienda y experiencia en chocolates o un grupo mascotero donde todos comparten imágenes de sus animales y quedan para pasearlos.
De cara a 2023, también planean dar el salto a nivel internacional, pues esta problemática social es global y está en manos de todos. Aunque dicen ser conscientes de ser aún muy pequeños y que es mucho el recorrido que les queda para cambiar un paradigma y que la gente mayor tiene un nuevo estilo de vida, sienten que están en el camino y sus usuarios así lo corroboran.
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