Historia

Nebrija en Alcalá, el orgullo de ser gramático (y II)

Vivió como tantos más, pero como nadie, el fin de las guerras civiles del siglo XV, los orígenes de la nueva monarquía de los Reyes Católicos, y los primeros pasos del gran imperio global

Estatua de ELIO ANTONIO DE NEBRIJA (c.1441-1522) en la entrada de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid. Esculpida por Anselmo Nogués García (1864-¿?) a fines del siglo XIX.
Estatua de ELIO ANTONIO DE NEBRIJA (c.1441-1522) en la entrada de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid. Esculpida por Anselmo Nogués García (1864-¿?) a fines del siglo XIX.Luis García (foto/photo)Luis García (Cc-by-sa-2.0)

En 1503, Nebrija entra en el claustro de Salamanca como catedrático de Gramática, plaza que detenta un curso, al tiempo que su protector, don Juan de Zúñiga ocupa la sede de la catedral de Sevilla y es consagrado cardenal. Tal es la unión entre el nuevo arzobispo y su humanista, que este se desplaza a Sevilla y le asiste incluso como apoderado en algunos asuntos, al tiempo que se suceden las reediciones de sus libros, o van apareciendo obras nuevas.

En 1504 mueren Zúñiga y la Reina. Desamparado de sus protectores vuelve a opositar a Salamanca, en donde vuelve a obtener la cátedra de Gramática (1505). Al año siguiente tiene listo para imprenta el Iuris civilis lexicón, obra en la que se contienen ciertos menosprecios para los letrados que no dominan el latín y avisa que va a hacer lo mismo con los médicos y los teólogos. La respuesta de Deza es inmediata y ordena la paralización de la impresión de esas obras, recordando el compromiso de años atrás. Es más, entre 1506 y 1507 le abre un proceso inquisitorial que se ha perdido; casualmente, en 1506 se publica el estatuto de limpieza de sangre en la Universidad de Salamanca. Con la reina enajenada y el rey muerto (Felipe el hermoso) los más llamativos procesos inquisitoriales se paralizan e incluso el Inquisidor Deza es destituido y su puesto lo ocupa Cisneros, que es muy rigorista y por tanto, menos arbitrario al incoar procesos. Cisneros en pleno estímulo por su Políglota, escucha al sabio, a Nebrija. Este, en estos meses de 1507 sigue viajando por La Rioja, o publica su Apología, o continúa con reediciones de sus obras más afamadas, hasta tal punto que Guillén de Brocar decide abrir oficinas de impresión en Indias.

Nebrija, mientras, sigue ocupando plaza en Salamanca, mas renuncia por ausencias reiteradas. En cierto modo, como muestra de confianza en él, o como compensación Fernando el Católico le nombra cronista real. Este año de 1509 es rico en trabajos pedagógicos, pues se le encarga el De liberis educandis libellus, y en Logroño edita sus comentarios a Sedulio (que era el gran manual de enseñanza de la poesía latina para niños). Vuelve de nuevo a Salamanca, esta vez como catedrático de Retórica y con otros encargos, como el de enseñar Plinio.

Durante los años de 1510 y 1511 permanece cerca de la Corte, aunque no deja de escribir, como es el caso pues pone los preliminares a la obra del humanista milanés Pedro Mártir de Angleria, o publica las obras de Annio de Viterbo. De 1511 es otra de sus obras más interesantes, al margen de las filológicas, su tratado sobre las medidas, Repetitio séptima de ponderibus.

No obstante, aun a pesar de los éxitos editoriales e intelectuales que seguía cosechando un pleito con Guillén de Brocar que durará desde 1511 hasta 1513, le amargó la existencia. Y en ese año tiene lugar su abandono de Salamanca, que no fue con honores, más bien con bronca. Porque Nebrija tenía su carácter; también menospreciaba a los «antiguos», a aquellos que se habían mantenido amarrados a la tradición, sin darse cuenta del tiempo de la novedad en que vivían.

Y ya es, precisamente, en 1513 tras un breve paso por Sevilla, cuando Nebrija se establece definitivamente en Alcalá de Henares. En Alcalá se dedica al magisterio y también a editar obras, mientras Cisneros ve culminándose su éxito de publicar la Políglota por Brocar (1514) y en los años siguientes, los sucesivos volúmenes.

Simultáneamente, amén de otros avatares de la vida, continúan sus éxitos editoriales y sus propuestas de reglamentación de la ortografía, o los estudios monográficos sobre qué son las horas y los días…, pero a su alrededor han ido muriendo su adorado hijo Fabián, el respetado rey Fernando y el siempre admirado cardenal Cisneros. A la altura de 1517 Nebrija aparece como un hombre de letras casi solo o aislado de sus otrora protectores.

Durante 1518 escribe sobre medicina, inspirándose en Dioscórides, y aparecen -como en años anteriores- ediciones de autores clásicos, que pueden ser de Nebrija, al tiempo que se promulga estatuto de limpieza de sangre en San Ildefonso de Alcalá (1519) en contra de la que habría sido la voluntad de Cisneros. A Nebrija le cogió la rebelión comunera en Sevilla, o al menos una parte de su desarrollo.

En fin, Helio Antonio de Nebrija murió en Alcalá el 2 de julio de una apoplejía, tal vez un derrame cerebral. Cayó de la cama, se rompió la mandíbula, agonizó y murió. Se le celebraron honras fúnebres por el maestro Ciruelo, que fueron muy sonadas.

Como decía al principio de estas líneas una plaza señala discretamente el lugar en el que debió habérsele enterrado en la Capilla de San Ildefonso, que es uno de los lugares más hermosos de toda la Comunidad de Madrid, como Alcalá, esa gran desconocida que parece que sólo hay que visitar la fachada de la Universidad, cuando en verdad es merecedora de una larga y tranquila visita de más de un día porque no le faltan ni excelentes restaurantes, ni monumentos, ni hoteles de los más clásico y de los más modernos.

Recientemente se ha celebrado un congreso internacional de primera clase en la ciudad complutense que llevaba por título «Nebrija en Alcalá de Henares (1513-1522) y su legado», cuyas ponencias se pueden seguir en Youtube.

Este congreso, más la exposición extraordinaria de la Biblioteca Nacional de España, «Nebrija (1444-1522). El orgullo de ser gramático» nos brindan a los humanistas de este desquiciado año de 2022 la posibilidad de reencontrarnos con la esencia de nuestro espíritu, de nuestro ser, de quiénes somos…, y de que tenemos razón, aunque estemos perdiendo el partido.

Nebrija vivió como tantos más, pero como nadie, el fin de las guerras civiles del siglo XV, los orígenes de la nueva monarquía de los Reyes Católicos, y los primeros pasos del gran imperio global que capitaneó la España de los siglos XVI y XVII. Por muy poco, por un par de meses, no llegó a conocer que Elcano había dado la vuelta al mundo y que había certificado la «la redondez de la Tierra», como definió nuestro planeta en la carta que escribió desde el puente de la Victoria a Carlos V al llegar a Sanlúcar de Barrameda.

Sea.

Alfredo Alvar Ezquerra es profesor de investigación del CSIC