Opinión

Nochebuena Gadner

Luis Miguel Dominguín con Ava Gardner
Luis Miguel Dominguín con Ava Gardnerlarazon

La turra de esta Nochebuena con Ava Gardner ha eclipsado a la turra de cada Nochebuena con los villancicos, los buenos deseos y el precio de los langostinos. Hasta al mensaje del Rey creo que ha eclipsado. Yo, que desconocía todo de la Gardner, excepto aquella anécdota de Dominguín y porque la conoce todo el mundo. De la fecha de nacimiento a la de su muerte, pasando por buena parte de su filmografía. Pero ahora me lo sé todo: dónde vivió en Madrid y cuánto tiempo, con quien alternaba, a quién se cepilló, dónde se tomaba las copas y quien era su vecino, incluso.

He visto todas sus fotos aquí y hasta una ruta para conocer los lugares que frecuentaba. Ya sé que pimplaba como un estibador portuario, que se acostaba con cualquiera (ole ahí el empoderamiento pre-Irene Montero), que le flipaba el flamenco. Y todo esto lo sé por el mismo e insondable misterio por el que me sé la letra de varias canciones de Sergio Dalma, sin mediar voluntad alguna por mi parte ni haber buscado esa información, ni haberme detenido en ella siquiera. Por ciencia infusa. Por la mente colmena. Por algún motivo, el que sea, ahora mismo sé más cosas de Ava Gardner que de algunos de mis familiares de primer grado. No es que yo tenga nada en contra de los decesos ni de las efemérides, pero igual nos pasamos un poquito con los finados célebres y se nos va la mano.

En mi casa hasta nos hemos visto en la obligación de ponernos un poco mohínos por ella, aparte de por nuestras propias y particulares ausencias, y le dedicamos un sentido brindis. No íbamos a ser menos que el resto de España. A nosotros lo mismo nos da celebrar la Nochebuena que el nacimiento de la Gardner, que todo a la vez. Mientras sea celebrar…