Gastronomía

Lúa o la magia de lo sencillo en la mesa

El cocinero, Manuel Domínguez, descarta filigranas culinarias, pero es una cocina de producto con origen gallego como bandera

El cocinero Manuel Domínguez
El cocinero Manuel DomínguezLa Razón

Rara vez coinciden en el mismo lugar dos circunstancias extrañamente poco habituales en un restaurante. Un espacio en que las valoraciones de guías y críticos le otorguen un lugar de predilección, y a su aire como Mari Trini, el cocinero Manuel Domínguez mantenga su línea de siempre, humilde, y sin ejercicios rocambolescos. Este artesano delicado, de mirada cálida y sorna amplia, descarta las filigranas culinarias muchas veces sin sentido y que tanto nos inundan últimamente.

La casa tiene ese innegable sello de hogar con su cariñosa sala (!Qué buena eres Mari!), su cuidada terraza y en uno de los reservados más maravillosos de la capital, al que se accede por el sanctasantórum de la cocina. En el concepto de Manuel se desgrana una cocina de producto, con el origen gallego como bandera e hilo conductor de los fogones, sobre una muy precisa y sólida coquinaria de siempre y mimo de lo que se bucea, navega y pasta. Desde esa coherencia Manuel, the quiet man, nos monta un menú soberbio, e incluso avanza un paso más con algunas elaboraciones ligadas a la vanguardia sin abdicar de sus principios rectores.

El chef y propietario es un amigo solvente y fraternal, de esos a los que le gusta compartir una buena mesa y una eterna charla con su legión de cómplices, nuevos o de siempre... y se nota. Su sencillo saber hacer afincado en la línea clara de su imaginario gastro, tiene parroquia absolutamente fiel, e incluso seduce al hoy proceloso mundo del " opinador” gastronómico.

Leyendo la carta uno se da cuenta donde está, e incluso con alguna combinación sorprendente (que les aseguro funciona) más de la mitad de los platos nos resultan familiares, por lo que conociendo la mano experta del ejecutor, relaja expectativas y conforta estómagos.

Recomiendo dejarse llevar por la sutil elección de Manuel, lo que garantiza disfrute y opulencia, pues como buen gallego cuando uno se sienta a la mesa debe salir pleno de alegría, y ! de comida!

Sus mariscos son infalibles ( no puede obviarse el magnífico salpicón). Los pescados como la merluza son de llorar...Las carnes como la ternera deliciosas. Los guisos más o menos tradicionales son de delicadas rotundidades... Ufff dan ganas de volver a comer allí... Y para rematar, un buen plantel de deliciosos postres, sobre los que destaca la espectacular tarta de Santiago líquida que sólo al escribirlo ya me hace salivar.

Bodega de nivel con una amplia variedad y con rarezas nacionales e internacionales, de las que no puedo pasar sin destacar el vino blanco de la casa, un Ribeiro de 2013 maravilloso.

Estamos ante un restaurante especial, en la que la relación precio-placer y nivel, es al propio tiempo de las más honestas de la capital y en el que la satisfacción del cliente es un estandarte que se ondea con orgullo. Refugiarse en Lúa, sea la hora que sea, es pasaporte de felicidad. La magia de lo sencillo. O la difícil facilidad.

Las notas

Cocina: 9
Sala: 8
Bodega: 8
Felicidad: 9
Precio medio: 70 euros