Entrevista

Antonino Nieto: "Han transformado la democracia en el paraíso del silencio"

El artista orensano regresa con dos nuevos poemarios

Antonino Nieto Rodríguez
Antonino Nieto RodríguezLRM

Siempre sorprendente y, sobre todo, libre.... a pesar de todo. Poeta, videoartista, y creador de espectáculos y rituales, el orensano Antonio Nieto regresa con dos nuevos poemarios en los que exorciza aquellos males que tienen como principal víctima la imaginación.

Los títulos de tus obras siempre esconden imágenes poderosas. "El ojo que todo lo esconde o el cuchillo que trocea a los inocentes" (Terra Natio). Con el uso de la conjunción "o", ¿indicas que tanto el "ojo" como el "cuchillo" vendrían a ser sinónimos?

Vivimos tiempos extraordinarios. Han transformado la democracia en el paraíso del silencio y su gran gen fertilizador, la corrección política… y, aún más, el control es de tal desnudez que pagas por él y así el ojo, ahora el sol que todo lo desangra, es el cuchillo que trocea, esto es, que despieza al inocente, al que alguna vez llamaron ciudadano, en banquete del polvo, esa red que blanquea al criminal, al celebrado verdugo que administra al dolor, a la misera y a la muerte… todo ello disfrazado de bien común.

De nuevo se refleja en tus poemas el enfado, más que miedo, por el concepto de "obediencia". ¿Es la imaginación, y la poesía en tu caso, la mejor vía de escape ante un mundo que nos exige cada vez ser más "obedientes"?

¿La obediencia? Ahora cuántas más cadenas más libres, esto nos venden con obligación de comprarlo. ¿Ciudadanos?: su renta. ¿Pensar?: reproducir lo que nos es dictado. Ahí la fuerza que nos instruye no nuestros. ¿Imaginación?: rendición de cuentas. ¿Poesía?: “Revelación milagro / como los niños / los poemas llegan sabiendo para contigo desaprender y sin tiempo / ser lo ya incontable y aún por jugar…/ nacidos llegan del nunca para jamás perderse / y en ti /florecer imborrables”. Exagero para quedarme corto y no perderme y así vislumbrar algo de lo que nos es vedado o no es verdad.

En tu poema "De la desnudez que nos viste", rompes con tu estructura habitual de versos cortos, en lo que supone casi una narración. En este poema, te centras en el mundo "post-covid". ¿Qué te motivó a salirte de tu cauce estilístico en este caso en concreto?

Más allá de la conciencia me habla lo invisible que nos contiene. Yo, un receptor: el agua que riega a la cosecha. La cosecha, las formas en su virginal fertilidad. ¿Cómo se llama la sed, el hambre, el portal de lo intocable?: poema, frente del corazón que al alma abraza. En ese banquete, las formas, el poema: rostro que exhuma al grito, al aún en el portal del quiero. Y aún más. El poema, más allá de toda convención, sí, de toda obediencia y retribución, se constituye en la carnal musculación de lo imposible, de lo imborrable: sangre que sostiene al universo, a la mandíbula sin principio ni final que almohada al cero: al ajuar sin número que nos da nombre. Yo, el poeta, un receptor, transcribo lo que la verdad encala y la mentira insomnia. La voz de lo insondable: el poema.

En tu nuevo poemario, también juegas con dos ideas que en tu universo parecen sinónimas: "La lengua del ángel o carrusel de poemas con vino" (Endymion Poesía). El vino omnipresente en el poemario. ¿Qué similitudes le encuentras con la poesía?

Apunta. “Rostro inútil del tiempo: el hombre, el latido, el vino: /Sed que a la noche crece /Voz del mar”: como el poema instruyen a lo imposible: al temblor del alma en lo carnal impresa.

“Una voz propia? / desabrocha el vino, como la poesía, / lo que de más portas entre las rejas que te publicitan libre / sí, accesible mercado en el solar de la muerte…”: ahí lo inasequible, ahí la imborrable incaducidad del aliento.

“Haces lo que debes? A quién? / el vino, como el poema, no sabe: crece en ti ajuares de lo aún por vivir”: son hechos festejándose pasos.

“El vino: el corazón del abismo…”: el poema, del pulso del abismo, su acorporal respiración.

“Vive el vino, como el poema, / en el tránsito de un silencio a otro: / la única frontera el haber sido nacido”: su alimento lo inacido: esa cartografía administra al diente, al borrón de la alegría.

“Hazme una máscara -escribe Thomas- / y un muro que me oculte de tus espías / ahí el vino, el poema, la sola mente / hablo de lo sin remedio / del corazón del nacido”: como la risa desnudan al diente, uña y carne del valle que parió a la vida.

“El paso, la carraca: el latido de la eternidad”: en el poema el vino de lo impensable, de lo inacido: el laurel de lo visible.

“El vino, el sedal del significado”: sin trampa ni cartón ni caña que en el océano de los infinitos mares absuelven al sin remedio, el poema: la carnal inviolabilidad del alma.

El vino cuerpo de los credos y más, mucho más… desnuda a la condición, a lo que la matemática, el sin fin de números y letras encala

El poema, y su ventrílocua celebración, los poemas, constelaciones del grito: de la lengua del ángel

En "La lengua..." tenemos tu obra traducida al ruso. Es casi una provocación en estos tiempos...

Ninguna provocación. Si condenamos una lengua estamos condenando a todos los nacidos y hablantes de esa lengua. Y, en esa lengua, como en todas, hay inocentes y culpables. Inocencia y culpabilidad que viene dada por lo que ese hablante concreto hace, no por la lengua que habla. Y aún si esa lengua es impuesta, no es culpable la lengua sino aquél o aquélla que con esa lengua asesina o roba o impone el terror. A no ser que a esa lengua, la que sea, todo llegará, la consideremos un ser vivo, autónomo, poseedor de sus decisiones e incluso consecuencias. En ese caso el hablante, en la medida de sus imposibilidades, debería apartarse de ella. No es el caso que nos atañe. El ruso, el inglés, el español, el chino y cualquier otra lengua… son abrazos del infinito encarnados en lo visible, esa representación de lo invisible.

Como es habitual en tus poemarios, comienzas saludando "a los nacidos, a los hoy invisibles y a los que aquí estamos". ¿Quiénes son los invisibles? ¿Podemos serlo y no ser conscientes?

Los invisibles, a los que me refiero y abrazo simbólicamente cuando comienzo o termino un recital o acto cultural son todos aquellos nacidos que se han ido y reposan en la eternidad del silencio, como llamo a los cementerios. Son seres queridos que permanecen en nosotros: en nuestras emociones, en nuestras risas y lágrimas, en nuestros sueños…: forman parte de nuestra carnalidad visible e invisible… ¿Me preguntas si podemos serlo, invisibles, y no ser conscientes?: sí, de entrada, para tantos próceres que con nosotros hacen caja y que solo nos consienten como su renta. Y tantos que no son conscientes de su sometimiento y que se celebran fieles disfrutadores de su esclavitud.

Por último, me gustaría que nos comentaras sobre la importancia de las ilustraciones, especialmente en "El ojo...", donde están muy presentes. ¿Cómo se complementan imagen y verbo?

Las ilustraciones dan voz y alimentan la ventralidad del poema. Conjugan el muestrario de posibilidades que el poema atesora vistiendo aquellas que el ilustrador o ilustradora mastica. En mi poemario “El ojo que todo lo esconde o el cuchillo que trocea a los inocentes”, la gran pintora y enorme creadora, Azul Garrido López, recrea, con sus extraordinarias ilustraciones, cuadros del más allá celebrándose insaciables en los poemas, en todos y cada uno, el ser del poemario iluminando la universal conciencia que lo constituye en visible celebración, sí, cosecha del infinito en el presente aún. Ilustraciones y poemas… unidad que al cerebro informa y, en ese informar, se constituyen en manjar de lo imborrable: ese aleteo que llaman vida.