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Entrevista

Antonio Zapatero: «Si el Gobierno hubiera tomado medidas una semana antes, habría habido muchos menos muertos»

Actual jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital de Fuenlabrada, Zapatero fue viceconsejero del Gobierno de Ayuso en mayo de 2020

Antonio Zapatero, en el Hospital Universitario de Fuenlabrada David Jar

Estuvo en los dos frentes: en el hospital, codirigiendo el improvisado centro médico de Ifema, pero también en el despacho, como viceconsejero de Sanidad en Madrid. Pocas personas como el doctor Antonio Zapatero pueden describir cómo fue la lucha contra un virus que se cebó especialmente con la capital. Hoy, además de ser jefe de Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Fuenlabrada, es profesor de Medicina y Cirugia en la Universidad Rey Juan Carlos y secretario ejecutivo de Asistencia Sanitaria del Partido Popular.

Echando la vista atrás cinco años, todos tenemos cierta sensación de irrealidad. ¿De verdad estuvimos encerrados más de un año atemorizados por un virus potencialmente mortal? Desde la retaguardia, la sensación debió ser muy diferente.

El ser humano tiene tendencia a olvidar lo que no le gusta. En el caso de los sanitarios, y además en Ifema, estábamos en plena actividad: no estuve encerrado ni un solo día. Las dos primeras semanas de marzo salía de casa pronto y me iba al hospital. Y el 20 de marzo me incorporé a Ifema. Era una sensación de estar permanentemente haciendo cosas. Recuerdo con ilusión, cuando ya se permitió salir, mi primera carrera para hacer deporte. Fue en mayo, y me dije: «Qué mal estoy físicamente». No podía. Pero sí, nosotros no lo hemos olvidado. Es imposible. Fue tremendo desde el punto de vista sanitario.

Ha vivido en los dos frentes: codirector del hospital provisional de Ifema y, ya en mayo, viceconsejero de Sanidad. ¿En cuál se encontró más cómodo?

Empecé aquí la pandemia [en el Hospital de Fuenlabrada]. Soy médico asistencial puro, más de 40 años. Merece la pena decir alguna cosa respecto al inicio. En febrero de 2020, dos médicos de urgencias tuvieron un cuadro gripal muy llamativo. Ya se podían hacer test serológicos y se pudo confirmar que el virus ya circulaba por aquí. En Madrid, probablemente, los casos empezaron a finales de diciembre, principios de enero. Autores chinos publicaron los primeros estudios en revistas de impacto. Y lo que llamó la atención, y nos empezó a preocupar mucho, fueron las imágenes de Lombardía. Nos preocupó, además, que la sociedad italiana de intensivos y anestesia estableció ya una clasificación de pacientes que podrían beneficiarse o no de un ingreso en UCI, porque la mortalidad se concentraba en personas mayores. En aquellas semanas de febrero teníamos un residente del Hospital de Valdemoro que estaba rotando. Hay que recordar que el virus entró fundamentalmente por el corredor del Henares y luego también por el sur. A través del iPhone, este residente nos mostró unas neumonías bilaterales de los dos pulmones que se habían registrado en el hospital. Y Valdemoro está en línea recta, a 20 kilómetros. Nos dimos cuenta de que se iba a producir lo que se produjo, y que no nos cogía en las mejores condiciones, porque faltaban material de protección, respiradores... muchas cosas que el Gobierno de la nación no había sabido prever desde que la OMS declaró la alerta.

¿El cargo «de despacho», cómo lo vivió?

Creo que fui un viceconsejero atípico: estábamos en el despacho, pero pendientes de hacer cosas todos los días. Lo primero fue organizar un grupo de expertos en Madrid que ayudase a tomar decisiones lo más basadas en la evidencia disponible. Creamos un grupo al que estoy tremendamente agradecido. Eran 18 personas de todas las especialidades. Hicieron un trabajo fantástico y estábamos todo el día leyendo estudios para intentar aportar soluciones técnicas. Por ejemplo, en mayo de 2020 leíamos trabajos del epidemiólogo Michael Mina, de Harvard, que hablaba de unos test que se llaman de flujo lateral y los llamados test de antígeno, que decía que. aparte de tener una correlación muy alta con la PCR, obtenían el resultado en 15 minutos. Aquí ya nos pareció una noticia para seguir. En este caso, le tengo que agradecer al doctor Candel, microbiólogo del Hospital Clínico, por ponernos sobre la pista. Madrid fue la primera comunidad que puso en marcha los test de antígenos, a pesar de una lucha tremenda con el Ministerio, que nos puso todas las pegas del mundo durante varias semanas para validarlos.

"El Ejecutivo central tardó mucho en tomar medidas. Incluso llegaron a bloquear las que Madrid planteaba"David Jar

¿Qué día recuerda como el más duro?

El día que me llama el consejero, que era el 19 de marzo, para irme, junto al doctor Marco y el doctor Prados de coordinador a Ifema, en el hospital teníamos ya unos 400 pacientes ingresados. Habíamos habilitado los gimnasios, la capilla... Yo estaba entonces de director médico del Hospital de Fuenlabrada. Me llamó la jefa de Urgencias, bajé y allí podía haber más de 250 pacientes pendientes de ingresar. Todos teníamos miedo. Y el que diga que no, miente. Oías un silencio atronador. Los ingresos eran exponenciales. Me llamó el consejero y se planteó lo de Ifema. Por ahí pasaron casi 4.000 pacientes en siete semanas y contribuyó a aliviar las Urgencias de Madrid, donde todos los días quedaban en torno a 2.000-2.500 pacientes pendientes de cama. Estabas con la adrenalina tan alta, pensando que se podía hacer algo más para ayudar, que era un no parar. Era una situación muy dura. El 30 de marzo, el consejero nos confirmó que había habido en Madrid 640 muertos por covid solamente en hospitales. Tengo que decir que el Gobierno no tomó medidas. No hubo una planificación cuando vimos lo que pasaba en China y en Italia. No se tomaron medidas para tener equipos de protección, respiradores... Hay una cosa que me llama la atención. Es un trabajo publicado por la Universidad de Oviedo. Mediante un estudio matemático, demuestra que, si el Gobierno hubiera tomado medidas sólo una semana antes, el número de pacientes hubiera sido la mitad y, por tanto, el número de muertos habría sido muchísimo menor. El Gobierno tardó mucho. Fue Madrid la que se adelantó. E incluso llegó a bloquear las medidas que Madrid planteaba.

Por contra, ¿cuál le pareció el momento más ilusionante?

Cuando fuimos conociendo la enfermedad y los tratamientos. Los primeros tratamientos se basaban en lo que habían hecho los médicos en China. Y vimos que la respuesta iba siendo mucho mejor. Y sobre todo, el momento que cambia la pandemia es la llegada de la vacuna en diciembre del 2020. En el mes de mayo del 2021, en una residencia en la que los residentes había recibido dos dosis, recibimos una mala noticia: nos avisaron del Ramón y Cajal de que habían ingresado a 26 residentes que estaban vacunados. Nos preguntábamos cómo era posible. Analizamos caso por caso. La noticia buena fue que no falleció ninguno de los que estaban vacunados. La vacuna a lo mejor no evitaba el contagio, pero sí que evitaba en un porcentaje altísimo la muerte.

¿Qué diferenció, a la hora de adoptar medidas, las políticas de Madrid respecto a las del Gobierno?

Madrid intentó tener la mejor evidencia científica disponible. Teníamos un grupo de expertos con gente tremendamente capaz. El papel de la presidenta fue también muy importante. Pasadas las dos primeras quincenas del estado de alarma, vimos que era posible compaginar la gestión de la tragedia sanitaria con que la gente intentase tener una vida normal. Porque también había una tragedia social: niños sin ir al colegio, pacientes mayores solos en casa o en residencias, imágenes terroríficas de morgues... y luego, además, había actividades puramente económicas. Lo que hacía el Gobierno era muy fácil: si cierro todo, no tengo coronavirus. Pero eso tiene consecuencias muy graves desde el punto de vista social, personal y económico. Cuando uno lee el informe que realizó el Gobierno americano, te das cuenta de que muchas de las medidas que se pusieron en marcha, realmente, no tenían ningún soporte de evidencia científica.

En una situación como la que vivimos, con una crisis sanitaria mundial, el hecho de estar en un país dividido en 17 comunidades autónomas, con sus 17 competencias en sanidad, ¿fue algo perjudicial?

Me habría gustado un mando central unificado, pero coordinado con todas las comunidades autónomas. El Gobierno se hizo cargo de la situación con el estado de alarma. Pero cuando vio que era un tema desagradable y muy difícil de gestionar, con muchos fallecidos, se quitó de en medio y dijo: que lo hagan las comunidades. Además, sin prevalecer criterios técnicos: nunca hubo comité de expertos y ellos lo saben. Y nunca hubo intención de adoptar medidas que se podían haber hecho desde el principio.

"La tasa de fallecidos fue mayor en Aragón, Rioja, Navarra... todas regiones del PSOE"David Jar

Vivimos estos días una «batalla de relatos». ¿No tiene la impresión de que a la izquierda le importan mucho los fallecidos en las residencias madrileñas, y muy poco los fallecidos en las residencias catalanas? Reconocidos por la Generalitat, hubo más de 4.000 muertos. Y según asociaciones, fueron muchos más.

Lo que veo es un uso partidista del dolor. Y viviendo lo que vivimos, me parece tremendo. En el caso de Madrid, se basan en un informe metodológicamente muy flojo, y que no pasaría una revisión por pares en ninguna revista. Si vamos a los datos, y teniendo en cuenta que lo que pasó en residencias, casas y hospitales fue una absoluta tragedia, los datos oficiales son los que vienen dados por el Instituto Nacional de Estadística, en base al certificado de defunción por parte del médico responsable de ese paciente. De acuerdo al INE, desde la primera semana de enero del 2020 a la semana 28, la que termina el 12 de julio del 2020, los fallecidos por coronavirus en residencias de ancianos fueron 4.143. Segundo dato importante. Del Ministerio, también de 2020. Si analizamos el porcentaje de fallecidos en residencias, la media en España fue del 47,6%. Aragón tuvo el 90,6%; La Rioja, 87%; Navarra 73%... Eran gobiernos del PSOE. Cantabria, el 71%; Extremadura, el 70%. La media en Madrid fue del 45,6. Lo que ocurrió en Madrid ocurrió en otras comunidades y probablemente con una cifra de fallecidos porcentualmente mayor que la de Madrid. Ese uso partidista del sufrimiento me parece que, desde el punto de vista humano y médico, no es presentable.

¿En qué han cambiado las residencias tras la pandemia?

Las residencias de Madrid son de las pocas que están mejor ahora de lo que estaban en 2020. Se medicalizaron 232 residencias; se crearon 36 grupos de unidades de apoyo; se aportó medicación y materiales de protección... Se dio un soporte en cuanto las condiciones lo permitían. Estuvieron muy apoyadas y lo siguen estando cinco años después. Cuando se dice que no hubo traslados, la propia Sociedad Española de Geriatría y su presidente, el doctor José Augusto, señaló, por datos que facilitaron los propios geriatras, que hubo más de 11.000 traslados desde enero a julio de residencias a hospitales de la Comunidad de Madrid.

A día de hoy, el covid y sus variantes, ¿han dejado de ser una amenaza?

Para la población general, sí. Lo explico: nos hemos vacunado, con varias dosis, hemos pasado la enfermedad en varias ocasiones... El virus tenía una ventaja inicial: era un virus nuevo, nuestro sistema inmune no lo conocía y eso nos hacía mucho daño. Pero ahora, nuestro sistema inmune es mucho más fuerte por todo lo que ha pasado durante este tiempo, fundamentalmente por las vacunas. Todos los días, miro cuántos pacientes por covid tenemos. Este invierno no hemos tenido. Pero ojo. El virus sigue haciendo daño en aquellos pacientes que tienen comprometido su sistema de defensa: pacientes oncológicos, pacientes hematológicos o con tratamientos inmunosupresores o enfermedades que bajen las defensas. Ahí hemos visto que, incluso este invierno, el virus sigue haciendo daño. Y hay que ser cauto.