
Escándalo
Así persuadían las HAM: «El demonio te engaña, la razón no importa»
LA RAZÓN reconstruye el modus operandi usado por las Hijas del Amor Misericordioso para captar vocaciones: «Te anulan y aíslan completamente»

Una persuasión sutil. Lo suficiente como resultar imperceptible la manipulación mental y espiritual a la que son sometidas. Así es como describen las víctimas de las Hijas del Amor Misericordioso, la asociación pública de fieles conocida como las HAM, que ha sido intervenida por el equipo del cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, ante las múltiples denuncias por supuestos abusos de poder y de conciencia. En apenas dos décadas, pasaron a convertirse en un oasis vocacional de consagradas y presentadas en foros ejemplares como un referente a seguir por su defensa de la tradición y de la doctrina moral. Sin embargo, no ha sido hasta este lunes, cuando se ha destapado públicamente lo que habría detrás en un aparente vergel con presencia no solo en la Madrid, sino también en la diócesis de Getafe y las Archidiócesis de Sevilla y Toledo.
La investigación de la Vicaría para la Vida Consagrada de Madrid, el estudio llevado a cabo por el Tribunal de la Rota y el expediente realizado por las dos visitadoras a la asociación han permitido constatar la existencia de una red que no solo buscaba a mujeres jóvenes de menos de 30 años maleables de clase media alta para engrosar lo que pretendía ser una congregación femenina bendecida por la Santa Sede, sino también sacerdotes y católicos comprometidos con una presencia especialmente activa en una parroquia de Móstoles. Lo que vendría a ser un movimiento eclesial 360.
Uno de los focos de captación, junto las redes sociales, serían las peregrinaciones marianas a Medjugorje, santuario mariano ubicado en Bosnia y Herzegovina y sobre el que la Santa Sede ha alertado de «supuestos videntes» y «mensajes engañosos» vinculados a la Virgen. «Pero, sobre todo, aprovechan los ejercicios espirituales que imparten y los retiros que dinamizan», explica una persona que ha formado parte de las HAM. Se refiere a los retiros de Emaús y Effetá, escapadas de fin de semana que utilizan el impacto emocional importado de las sectas pentecostales para que, quienes participan destapen sus lagunas afectivas. «El momento en el que te encuentras más vulnerable y te sientes más necesitada de una ‘salvación’, aparece una respuesta mesiánica que te regalan utilizando a Dios como pretexto», comenta otra de las jóvenes que ahonda en este ‘modus operandi’: «A partir de ahí te hacen un acompañamiento personal, que se acompaña de iniciativas como las misas de sanación o la imposición de manos, que hace que de alguna manera sientas un éxtasis, de tal manera que te entregas a la voluntad de quien te lo ha proporcionado».
Esta sugestión llega al extremo a través de otra práctica cuestionada por la Iglesia católica, el llamado descanso en el Espíritu, que no es otra cosa que un desplome de la persona a modo de ‘subidón místico’ en estado de seminconsciente. «Es fruto de la sugestión en la que entras para querer formar parte del grupo y tener codicia espiritual, llegar a donde otros llegan para alcanzar las ansiadas moradas de Santa Teresa, una adicción en toda regla», añade esta joven.
Visto desde fuera, a priori cuesta creer que un joven o un adulto pudiera dejarse llevar por este tipo de dinámicas. «Yo he estado absolutamente abducida, pero esto no consigue de un día para otro», aclara una víctima que contaba con una madurez vital y espiritual aparentemente probada, apostillando que «la táctica de manipulación está muy medida para que vayas entrando poco a poco, anulando tu personalidad y asilándote por completo de tu familia, amigos y de tu propia parroquia».
Y es ahí donde jugaría un papel fundamental la superiora general defenestrada por la Archidiócesis de Madrid sobre la que pesa lo más parecido a una orden de alejamiento. María Milagrosa Pérez, conocida como Marimí, es una experta, según quienes la han tratado de tú a tú, en «un juego psicológico capaz de decirte lo que tienes que hacer, siempre echando mano de lo que para ella es la voluntad de Dios».
Esta habilidad, siempre desde el testimonio de las víctimas, la aplicaba tanto a las futuribles consagradas como a todo aquel que entraba en su órbita espiritual. De hecho, le adjudican frases del tipo «El demonio te está engañando, la razón no importa», cuando las decisiones de quien tenía enfrente no coincidían con lo que ella esperaba de sus seguidores. «El Señor me ha puesto en el corazón que te diga que no sigas con tu novia», ha llegado a decir la lideresa de las HAM según otro de los testimonios recogidos por este diario para lograr que entrara en el seminario sacerdotal. No en vano, suele ser habitual en estos grupos eclesiales neoconservadores echar mano de lo que podría denominarse ‘la pastoral del infierno’, o lo que es lo mismo, amenazar con una presencia permanente del diablo y del pecado, dejando en un segundo plano el anuncio de Jesús de Nazaret y la misericordia infinita de Dios. «Marimí sabe cómo mirarte a los ojos para marcarte el rumbo y que resulte creíble que el Señor te habla a través de ella», expone otra víctima sobre la coerción ‘soft power’ que ejerce. «Yo he llegado a pedirle autorización a Marimí para comprarme un coche o para que me diera el visto bueno a un viaje», expone una católica que ha formado parte del entorno de las HAM.

Para que el control sea permanente y efectivo, relata otra de las personas contactadas por este diario, juega un papel fundamental el diario personal al que tiene acceso aquella que ejerce el papel del directora espiritual. «Sabe perfectamente dónde están tus puntos débiles y rompen todo sigilo propio de la dirección espiritual, porque lo comparten con el resto de quienes llevan los mandos para así saber cómo actuar en todo momento contigo, con un abrazo, una palabra…», apunta, con una apostilla: «Si tienen heridas te las agrandan para que tengas una mayor dependencia del grupo y de quien te dirige, y si no tienes heridas, te las crean». Al final, la ecuación que tanto las jóvenes ‘pseudomonjas’ como los seminaristas y las familias cercanas al grupo tenían integrada se resumía en un mantra: «Si estás contra Marimí, estás contra Dios».
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