Ya te llamo yo

Ayuso no acierta

También es cierto que si no es por esto yo ahora mismo no habría sabido apostar si Marisa Paredes estaba viva o muerta

Marisa Paredes en la capilla ardiente de Concha Velasco
Marisa Paredes en la capilla ardiente de Concha Velasco Agencia EFE

Ayuso nunca hace nada bien, pobre. Si acude al funeral de una actriz a presentar sus respetos, porque acude. Si no hubiese ido, por no haber ido. Siempre hay una Marisa Paredes de la vida para soliviantarse, nada sobreactuada, por lo que sea que haya hecho. Una que no sepa comportarse ni en un funeral, ni por respeto a la finada, a la que tanto dice apreciar. No sea que se le escape el minuto de atención pública que tanto gustirrinín le da. También es cierto que si no es por esto yo ahora mismo no habría sabido apostar si Marisa Paredes estaba viva o muerta. A veces me pasa con esta gente que descubro que estaban vivas el día que se mueren. Y es un carrusel de emociones: ¡Ah, que estaba viva! ¡Oh, que ya no! La gente famosa se muere de manera muy desordenada. Pero a lo que iba, que yo, de Ayuso, le ponía el nombre de Concha Velasco a una estación. Por epatar. Y por callar bocas también un poco. Porque a la cáfila de los abajofirmantes lo que les gusta mucho es que se les ponga el nombre de sus fallecidos a las cosas, lo mismo una biblioteca que un apeadero. Lo que sea. Y aunque mientras estuviesen vivos no les hicieran ni caso, bien porque estaban a otras cosas, bien porque no eran de las que gritaban, indignadas, que Madrid es un infierno y que viene el fascismo. Y es que es muy duro ser referente cultural hoy en día. Antes bastaba con estar en eso de las ideas y la reflexión. Ahora hay que estar todo el día luchando contra la ultraderecha y el machismo y reivindicando todas las causas justas por orden alfabético, aunque en realidad se la traiga al pairo. Que ahí afuera hace frío y hambre.