Historia

El capricho plebeyo de Fernando VII

Esta es una rara construcción que permanece en pie, frente a tantas que el rey levantó en su jardín privado

El capricho plebeyo de Fernando VII
El capricho plebeyo de Fernando VIILR

Pagodas, templos griegos o romanos, casitas de labradores, pirámides... Las fantasías a la hora de adornar un parque, unos jardines, no tiene límite. En toda Europa se contagiaron de una moda que llevaba a las cercanías de lagos o estanques ensoñaciones arquitectónicas del más variado estilo.

Esta que nos ocupa es una de ella. La Casita del Pescador es uno de los caprichos que el rey Fernando VII promovió en el Reservado del Parque del Retiro o zona que delimitó del uso público para su real disfrute y el de su familia.

Las obras se iniciaron en 1817, posiblemente siguiendo el proyecto del arquitecto mayor de Palacio Isidro González Velázquez, autor documentado de otros de los caprichos de la zona.

Casita del Pescador
Casita del PescadorLR

A su ingenio se debe, por ejemplo, otras construcciones en el parque del Retiro como la Montaña Artificial del Buen Retiro y otras de menor envergadura como el Embarcadero del Estanque y la Fuente Egipcia, ubicada al borde del estanque mayor.

La Casita del Pescador se podría decir que es una construcción historicista. Está construida a base de muros de ladrillo revocados, con huecos centrales con hornacinas adornados con molduras pompeyanas, rematada con un ático cuyas cubiertas son de planchas de cinc. El interior estaba ornamentado con mobiliario y ricas telas. El conjunto tiene el aspecto de una edificación madrileña de la época de los Austrias. Está rodeada de un pequeño estanque en el que, al parecer, pescaba el rey, al que le ponían los peces «cercanos a la caña». O eso se decía.

Esta Casita constituye uno de los pocos ejemplos que quedan de las construcciones que adornaron los jardines privados de la realeza, cuando el Parque del Retiro pertenecía a la Corona.

Fernando VII realiza en el Parque del Retiro pabellones exóticos y románticos como el Salón Oriental o el Salón Persa, y otros rústicos y bucólicos como la Casa del Pobre, la Casa de Vacas, la Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Montaña Artificial, el Baño de la Elefanta o la Casa de Fieras. De todos ellos la casita del pescador es una de las escasas muestras de los caprichos que hoy en día sobrevive.

No obstante, el director de este jardín romántico sería Bernardino Berogán, encargado del mantenimiento del conjunto y de sus construcciones, como esta casita para reposo real, emplazada sobre la isla central de un estanque donde se podía pescar. Después de la Guerra Civil la plataforma de la isla sería rodeada con una verja metálica, para sustituir a la antigua, posiblemente de entramado de madera.

Construida como capricho, como hemos apuntado, posteriormente ha tenido diversos usos, alternados con épocas de cierre e incluso de abandono. Entre los variopintos destinos que ha tenido la diminuta casita, cabe apuntar que en 1904 el Ayuntamiento de Madrid acordó cederla, junto a la Montaña Artificial, a la Real Sociedad Colombófila de Madrid para que instalara en ellas su estación central de palomas mensajeras.

En 2005, totalmente recuperada, fue una de las sedes de una iniciativa para impulsar su utilización, de alguna manera, por los miles de visitantes que se acercan al Retiro: fue Oficina de información del gran pulmón madrileño, de sus actividades, historia, botánica, etc. Había entonces, hace veinte años, una preciosa pequeña biblioteca a disposición de los visitantes, con libros, documentos, folletos… además de ser atendida por personal especializado.

En otra vuelta de tuerca, para buscarle una utilidad, la «Casita del Pescador» se convirtió en Centro de Adopción de Animales de Compañía de Madrid, una iniciativa del Ayuntamiento para fomentar la adopción de perros y gatos. Otra vida para un espacio creado y disfrutado por Fernando VII.