El Madrid de
Chelo García Cortés: «Sálvame ha sido una gran escuela. Estaba muy encorsetada»
La voz de una ciudad nostálgica, con una infancia entre calles y recuerdos: un icono para muchos jóvenes
Recuerda el número 6 de la calle Arrieta, los paseos en la Plaza de Oriente, El Retiro, o los años que compartió con su abuela en la calle Felipe V, donde la clásica taberna de Alabardero. «Pienso en Madrid con mucho cariño. Aquí está mi infancia más triste –por la pérdida de su madre–, pero con momentos muy felices», confiesa Chelo García Cortés. Siempre fue a colegios de monjas, de quienes considera, como de los sacerdotes y del resto, que «los hay buenos y malos. Yo creo en las personas», añade.
Nació en Galicia, se crio en Madrid, vive en Cataluña y su idioma es el castellano. «Nunca tuve problemas con el idioma; voy a TV3 y hablo en castellano. Y yo, per collons, no hago nada». Ahora, reconoce que «Madrid ha ganado la carrera a Barcelona», la ciudad que le cautivó desde su Movida y sus noches de Bocaccio, y donde vive actualmente próxima a la playa. «Barcelona era la puerta de Europa, la libertad, la apertura y el diseño; la ciudad olímpica que creó Pasqual Maragall. Por temas políticos se estancó y me duele mucho». Y de Madrid opina que «acoge, envuelve y te enamora».
Dos referentes
De su abuelo y de su padre destaca la honradez y ambos se posicionan entre sus grandes referentes. A su abuelo, Mariano García Cortés, no lo conoció en vida, pero se enorgullece como sí. Se reencontró con él a través de escritos y de las historias que su padre le contaba. Mariano fue un hombre que creyó en el socialismo, cofundador del PSOE junto a Pablo Iglesias, concejal del Ayuntamiento de Madrid y escritor municipal. Y como dice Chelo: «Murió más pobre que una rata por honrado». Su padre formó parte de los alistados a la División Azul y a quien se refiere como un requeté fiel a Don Juan de Borbón. No obstante, es esa herencia cultural, así como pluralidad de pensamiento encontrada en su familia lo que, de algún modo u otro, la llevó al periodismo. Aun así, «el pacto que hice con mi familia es no hablar de política», señala.
Sin tapujos indica que siempre ha votado a la izquierda, pero respeta a la gente de otros partidos políticos siempre y cuando no le quiten libertades. No comparte el independentismo catalán y la «vida de marajá» de Puigdemont al irse de España; piensa que el turno para gobernar pertenecía al Partido Popular. Sin embargo, García Cortés pronuncia que «el error de que el Partido Popular se de la mano con VOX, un partido que cuestiona la lucha por las libertades como su propia sexualidad, es la última de las opciones».
El mundo del corazón
Los inicios de Chelo en la radio se retrotraen a La Voz del Miño, en Ourense. Posteriormente, su relación con el periodista Parada y su labor en Radio Miramar en Barcelona le abrieron camino en su conocimiento sobre la prensa del corazón. Muy pronto empezó a hacer sus propias entrevistas a las que acudía cargada con el peso de las cámaras de entonces, pues de las fotos también se encargaba ella. Ha tenido la suerte de vivir una época rodeada de grandes personajes como Concha Velasco, Ana Belén, Víctor Manuel o Paco Rabal. «Hoy el mundo del corazón es otra cosa», apela.
Seguramente, la revolución llegó con Sálvame, en Telecinco; y Chelo pasó a estar delante de las cámaras y ser ella la protagonista que ante todos reía, lloraba y hasta se disfrazaba. «Para mí Sálvame ha sido una gran escuela. Venía de estar muy encorsetada y estática. Ese movimiento de cámaras junto con los directores maravillosos me ha enseñado mucho, aprendí a reírme de mí misma. Haciendo el balance, es positivo, especialmente durante mi última etapa en el programa, cuando mis compañeros, todos, estuvieron a mi lado en un momento muy duro e importante de mi vida, como la operación de cadera y otros percances. No lo olvidaré jamás». Y ojo, que Chelo no duda en que quiere seguir participando del espectáculo, pues además de gustarle, no se plantea, ni por asomo, la jubilación. «Soy de las que no puede estar quieta». El próximo mes acaba su contrato en La Fábrica, se abren nuevos horizontes y quién sabe si Netflix apostará por el equipo que entretuvo y acompañó las tardes de millones de personas durante tantos años.
Siempre le gustó leer y escribir, aunque nunca de sí misma, razón por la que su libro, «Sin etiquetas», no está escrito por ella, pero le supuso una gran catarsis personal: «Mi primera catarsis llegó con Supervivientes, me vacié, aprendí a estar conmigo misma, pues llevo 34 años viviendo en pareja. Con el libro llega mi segunda liberación. No me gusta catalogar a las personas, de hecho, nunca tuve problemas en decir que soy bisexual, pero el suicidio de mi madre me costó mucho digerirlo, aceptarlo y perdonarlo».
En su larga trayectoria donde ya pocas cosas pueden sorprender, sí lo ha hecho el haberse convertido en uno de los iconos o referentes para jóvenes que forman –o no– parte del colectivo. Chelo García Cortés muestra especial interés en aquellos que no se encuentran plenos en su sexualidad o identificados con su género, empatiza con esa situación y pone el foco en la importancia afectiva y emocional que debe recibirse en los colegios y en las familias ante estos temas. Firmemente tiene claro que abrazará cualquier bandera que defienda la libertad de los seres humanos.
Paseos por la ciudad: «Viviría en un sitio que tenga mucho verde»
►Chelo García Cortés es una enamorada del parque de El Retiro, de la zona de Palacio o las Plazas de Oriente y la Ópera. Recomienda tomar algo en el Café del Real. Recuerda hacer la compra en el Mercado de la Cebada, que sigue activo a día de hoy. Si volviese a Madrid, reconoce que buscaría zonas verdes, pues está acostumbrada a vivir cerca del mar. Sin embargo, en caso de mudarse, se decantaría por el sur como el mejor lugar para retirarse.
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