El Madrid de...

Ernesto Caballero: «En la industria, Madrid sigue siendo de francotiradores»

Dramaturgo y director de escena. Autor de obras como «Reina Juana» hasta su proyecto actual «La Gramática», en Matadero

Entrevista con Ernesto Caballero de las Heras, dramaturgo y director de escena español. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 22 11 2024
Entrevista con Ernesto Caballero de las Heras, dramaturgo y director de escena español. © Alberto R. Roldán /Alberto R. RoldánFotógrafos

Es cierto que con el tiempo se tiende a mitificar el pasado, pero Ernesto Caballero recuerda los ochenta, época en la que se adentró en la industria, como «un momento muy gozoso, con mucha creatividad y aceptación de lo diferente». En ese sentido, en términos sociales, los define como «de mucha apertura. Ahora, en cambio, nos hemos uniformado un poco más y hemos vuelto a las trincheras con nuestras camisetas». Sin obviar los excesos y las sombras, el dramaturgo y director de escena se queda con que todo, o casi todo, era una fiesta.

Las primeras obras que Ernesto Caballero descubrió venían de un teatro independiente y de las salas alternativas; «se acababa de inaugurar la Cuarta Pared, la Sala Triángulo o el Centro de Nuevas Tendencias. También frecuentaba el Círculo de Bellas Artes». Actualmente, celebra la gran oferta cultural de la ciudad, aunque cuestiona cómo se canaliza: por un lado, «habría que tener en cuenta que las grandes ciudades como Madrid o Barcelona acogen el grueso de la industria en España y se dan descompensaciones»; y por otro, reconoce que no hay todavía un sector industrial sólido y potente, pues «se mueve entre el voluntarismo y lo artesanal en su mayoría. Es una asignatura pendiente y es responsabilidad de la conciencia profesional del sector. Madrid sigue siendo un lugar de francotiradores, falta proyección a largo plazo en las acciones colectivas».

Creció rodeado de una gran biblioteca en casa, por ello duda si «con la vocación naces o te la hacen». De adolescente fue a la Feria del Libro a que Buero Vallejo le firmase un libro, un recuerdo imborrable porque, con los años, esa escena se revirtió y fue el propio Buero Vallejo quien le pidió una firma a Ernesto Caballero por su obra «Auto». Sí tiene claro que se hizo antes creador escénico que escritor, estudió Historia del Arte y sintió que solamente la teoría no le satisfacía. Lo hizo, en cambio, su experiencia en clases de teatro durante su etapa universitaria o debutar como actor en el teatro de Mérida, un empujón hacia su entrada en la Escuela de Arte Dramático y a la creación, posteriormente, de «Rosaura (el sueño es vida, Mileidi)».

Entrevista con Ernesto Caballero de las Heras, dramaturgo y director de escena español. © Alberto R. Roldán /
Entrevista con Ernesto Caballero de las Heras, dramaturgo y director de escena español. © Alberto R. Roldán /Alberto R. RoldánFotógrafos

«Fermín Cabal, un gran maestro, me dijo que llevaba un dramaturgo dentro. Ahí empecé a escribir y a asistir a cursos de dramaturgia, mis inicios compaginando dos naturalezas que, en realidad, son lo mismo: dos momentos del espíritu creativo». Con todo ello, «soy un hombre de escena, incluso escribo de pie en ella. No obstante, con el tiempo, los momentos de soledad sentado en mi escritorio los disfruto mucho y me ocupan cada vez más espacio». El teatro es su catarsis y su sanación, confiesa, «nos libera y nos limpia. Quita lo que sobra y lo que pesa». Y haciendo alusión a Boadella, «el teatro debería de estar subvencionado por el Ministerio de Sanidad», ríe.

Entretranto, comenta que, «sin entrar en chovinismos, soy un enamorado de esta ciudad». Su otra cara, «mágica, surrealista y castiza» le apasiona. «Es imprevisible, donde coexiste el bar con olor a refrito que vende orejas y luce gambas pintadas en los cristales y el gran estrella Michelin. Todo ello en una miscelánea orgánica en una ciudad de contrastes». Y asumiendo lo que Ramón Gómez de la Serna llamó «la ciudad más difícil de conocer del mundo», Caballero añade que, «como el madrileño no se ha tenido que esforzar mucho en resolver problemas identitarios propios del terruño que ya tienen incluso forma política, es más relajado, con virtud observadora y cierta socarronería amable».

¿La competencia lingüística es un corsé?

Cuenta Ernesto Caballero que todas sus obras nacen de preguntas. En este sentido, «La Gramática», producida en la Nave 10 de Matadero, cuestiona si la liberación a la baja de la expresión está abocándonos a una jibarización del pensamiento de nuestro universo. ¿Nos limita el lenguaje? plantea la obra. Frente a una mujer de una extracción social muy baja, ocurre la sorpresa de que es desclasada por el lenguaje. «Una cosa es la obra o lo que uno quiere decir, y otra cosa es lo que va sucediendo conforme vas escribiendo, ahí es cuando realmente descubres lo qué buscabas. Yo quería plantear la democratización mal entendida del arte».