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Gastronomía sureña (sea Feria de Abril o no) en Madrid
Triana es un reducto de las tapas clásicas hispalenses con aires modernos. Salitre se convierte en una tradicional caseta: no faltará el "pescaíto" ni el salmorejo
Con su gigantesca portá, sus vestidos de gitana (eviten lo de faralaes, que cabrea mucho al personal) y su innegable duende, la Feria de Abril pone Sevilla en el mapa del ocio folclórico y abre a lo grande la temporada de fiestas de primavera. Saben hacerlo bien estos hispalenses, desde luego. En Madrid carecemos de una celebración tan carismática, fina y popular a un tiempo. Sé que me dirán que tampoco sería factible por lo descomunal de nuestra población en términos absolutos, pero daré mi voto instantáneo al que convierta la Casa de Campo en un recinto con esta solera y duende. Ahí le dejo la sugerencia a quien me la compre, que no sería mala idea si lo montan bien. ¿Se imaginan ustedes un San Isidro con casetas castizas gestionadas por nuestros grandes restauradores, música y fiestón en ambiente seguro? Déjenme soñar.
La cosa es que una de las bondades de la feria de Sevilla es la gastronomía. Y los que estamos en Madrid también podemos emular algunas de las delicias que se sirven en ese recinto de alegría (y negocio, nunca lo olviden). Uno de los sitios que más me gustan para gozar de la cocina meridional es La Malaje, con Manu Urbano, un cocinero que hace las cosas muy bien, y del que se habla últimamente menos de lo que se debería. Imprescindibles sus «picotajes», como la carne mechá, jamoncito rico o quesos, frituras deliciosamente ejecutadas y otros platos más complejos, lejos de la sencilla filosofía culinaria de la feria, pero igualmente deliciosos.
Salitre, la taberna más desenfadada del Grupo Vespok, se rinde a esta fiesta imperdible por todo lo alto. Hasta el 28 de mayo, se convierte en una tradicional caseta de feria. Farolillos, abanicos, lunares y mucho flamenquito llenarán durante casi un mes cada rincón de esta taberna. Para hacer de esta una experiencia más inmersiva, ofrecerá una carta especial de bebida y comida, en la que no faltarán el "pescaíto" frito, el salmorejo, el jamón ibérico y, por supuesto, el refrescante rebujito. Solo un consejo: si van a tomarlo, acólchense el estómago, que es delicioso, pero traicionero, y entra muy bien pero también pega lo suyo.
Imposible no pensar en el sur sin referirnos, claro está, a Surtopía. La casa de José Calleja, sanluqueño que lleva desde 2012 como referente de la mejor cocina andaluza en Madrid, sigue siendo una opción maravillosa para dejarse atrapar por el productazo y la tradición propias del sur. Están en plenas jornadas del atún rojo, pero siempre podemos dar buena cuenta de platazos que le han valido su justa fama, como las tortillitas de camarones, las croquetas, el cazón o los chipirones, siempre con un guiño gourmet. Y por supuesto, no nos dejamos en el tintero Triana, en Narváez, reducto de las tapas clásicas de la ciudad hispalense con aires modernos. Gamba blanca de Huelva, puntillitas de Isla Cristina (le ponen parmentier trufada y huevo y está de miedo, la verdad), chocos fritos con su alioli de lima y un flamenquín estupendo son bocados que le transportan a uno al Real. Y hay un sitio que no es andaluz ni doblando el mapa, pero que tiene una filosofía también bastante afín.
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