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GILFER: Una lámpara, una bayeta y encontrar la luz interior

El artista expone este mes de octubre en el espacio O_Lumen de Madrid

Entrevista con el artista Miguel Angel Gilfer © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 29 09 2023
Entrevista con el artista Miguel Angel Gilfer© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

Miguel Ángel Gil Fernández –o GILFER, como es conocido en el mundo artístico– ha dedicado su vida a la creación y a buscar la unión entre distintas disciplinas. Ha tocado, así, desde la escultura hasta la pintura y la edición de sonido, creando piezas realmente únicas que parecen representar un ecosistema en sí mismas. Le interesa cada vez más, asegura, la figura del artista que, además de estar comprometido con su trabajo, lo está con su propia realidad social. Con su contexto, con los valores que la obra puede poner sobre la mesa. Pero vivir de un mundo tan volátil como el del arte no es sencillo, y también se ha dedicado en las últimas décadas a complementar su actividad con la docencia y la gestión de espacios y proyectos. Y, sí, el día a día mata la creatividad. O, por lo menos, la adormece. Y eso era algo por lo que él no estaba dispuesto a pasar. Ahora, después de dos años de trabajo, expone en el espacio O_Lumen de Madrid (Claudio Coello, 141), «De Profundis. Registros de lo sencillo», una exposición que no solo es benéfica, sino que nace como resultado de dos años de trabajo que surgieron de un «basta ya».

«Necesitaba volver a la tarea creadora, y, lo primero que hice fue retarme a mí mismo a partir de cero, a trabajar de una manera absolutamente distinta de cómo lo había hecho hasta ahora», explica a LA RAZÓN. «Era una especie de reto personal para comprobar lo que era capaz de hacer si rompo con todo lo que sé». Así nació una colección totalmente sorprendente, que juega en la frontera de la pintura y la escultura, maridado esto con sonidos que él mismo ha trabajado.

«De Profundis» parte del registro de la huella que, en distintos soportes, dejan elementos tan cotidianos como un peine o un estropajo. Objetos aparentemente insustanciales que, sin embargo, son capaces de inspirar reflexiones que van a lo más profundo y común del ser humano. Una de las piezas representativas de esto parte de una bolsa para la aspiradora. Está expuesta mientras cuelga de un pequeño motor que hace que se mueva, y la forma en la que está dispuesta hace que el agujero por el que entraría el polvo parezca la entrada de una casa para pájaros. «Si lo que quiero es denunciar que con la tala de tantos y tantos bosques estamos dejando sin nidos a los pájaros, a esta pieza la acompaño con el sonido de la aspiradora que previamente he trabajado y mezclado con el sonido del bosque, creando así una atmósfera única», explica.

«Cada uno de los objetos me provoca investigar un poco más el material del que está hecho y cómo este reacciona, cómo es la huella que deja en los distintos soportes», dice en una sala llena de las impresiones que peines y vasos han dejado en papel, en plastilina, en barro... casi como si fueran fósiles. Le interesa también, casi de un modo taoísta en el que el vacío es la clave de todo, la creación escultórica. «Me quedo con lo contrario, con el hueco que deja el vaso, o el trozo de poliesáan, con su impresión, con el juego que se crea entre este y el material con el que trabajo», apunta. Son huellas que se crean a través de la existencia de algo que tarde o temprano será descartado u olvidado. Pero estas impresiones le han dado una importancia. Casi una dignidad que no tenían. Y esto, tal como señala GILFER, tiene una doble lectura en un mundo en el que casi todo es de usar y tirar. Por un lado, la necesidad, en un sentido ecológico, de volver a descubrir el inmenso valor de la durabilidad de las cosas.

Por otro, más en un sentido espiritual –o, al menos, más humano–, llega junto a una de las piezas en las que ha utilizado la luz como elemento artístico. Dos bayetas de cocina envuelven una lámpara tubular, dejando pasar la luz a través de sus fibras. «Es posible que uno, cuando se acerca aquí, no piense ni siquiera que son bayetas, porque la luz les da un enfoque diferente. Se ve de qué están hechas, su textura, pero tienen algo diferente. Tienen otro sentido, y algo muy parecido pasa con las personas», asegura. «Cuando uno descubre la luz que absolutamente todos tenemos, aparece lo interno, ese material que nos hace únicos. Reconocer a las personas en su dignidad y en su valor hace que brillen, que saquen absolutamente todo su potencial. Y eso es algo chulísimo».

Visita sonora

Entrar en el espacio O_Lumen para contemplar «De Profundis» merece la pena en cualquier momento. Sin embargo, con la interpretación del artista y la unión del sonido y el vídeo –que también acompaña con la reproducción de algunas imágenes que él mismo tomaba durante el proceso creativo–, las obras que pueblan este espacio cobran un sentido que las hace aún más especiales. Pensando en ello, GILFER ha preparado, para el próximo sábado, 7 de octubre, un pase en el que él mismo pondrá el sonido a sus obras, permitiéndose, así reflexionará con los asistentes acerca de lo que suscita esta colección.