
Excavaciones en Entrevías
La historia de Madrid a un metro de profundidad
Visitamos las excavaciones de Peironcely, 10 (Entrevías) para conocer lo que han descubierto al finalizar las terceras jornadas que recuperan la memoria del barrio
Todo comenzó a partir de una foto de Robert Capa. En ella, tres niños conversan alegremente sobre los escombros de una acera, con una modesta casa detrás, dañada por metralla que la ha dejado llena de agujeros. La escena corresponde al número 10 de la calle Peironcely, en Puente de Vallecas, durante los primeros meses de la Guerra Civil. Fue tras los bombardeos de la aviación alemana e italiana en apoyo del ejército sublevado. A través de esta instantánea, el Centro Documental de la Fundación Anastasio de Gracia que trabaja en recuperar la memoria obrera e industrial de España, descubre que el edificio que aparece fotografiado fue construido al calor de la Ley de Casas Baratas, un antecedente de las viviendas de protección oficial actuales. «A partir de esa investigación, con las fotografías y los contactos de Capa que se conservan en los archivos nacionales franceses, descubrimos que había otras en las que aparecía lo que parecía un gran edificio bombardeado en uno de sus laterales», relata a este periódico Uría Fernández, director del Área de Cultura y Centro Documental de la Fundación Anastasio de Gracia. A través de un estudio en el que las compararon con otras imágenes de las de la colección de «Crónicas de Retaguardia» de José Latova, llegaron a determinar que ese edificio existió en el solar que ahora se conoce popularmente como la Plaza del Fotógrafo Robert Capa.

Fue un día durante la campaña de protección de las catorce familias que vivían allí, cuando paseando encontraron lo que parecían unas losas hidráulicas. «Era el tipo de baldosa que se utilizaba en Madrid a principios del siglo XX. Esto nos hizo pensar que podía tratarse de los suelos de aquellas viviendas destruidas que aparecían en las fotografías de Capa y las de la colección de Latova». Es entonces, cuando la Fundación decide contactar con Alfredo González-Ruibal, arqueólogo del Instituto de Ciencias del Patrimonio del CSIC, quien, tras una visita, confirmó que el lugar tenía interés para trabajar, pues era el único solar en Madrid que no había sido reconstruido después de la guerra. Desde entonces, lidera las excavaciones.
Son tres las campañas que han desarrollado a lo largo de tres años consecutivos, la última acaba de llegar a su fin. Y los hallazgos son cada vez más interesantes. Con la superposición de estratificaciones han podido descubrir cómo fueron los edificios derrumbados por esos bombardeos y corroborar cómo la población que se ve obligada a emigrar tras la Guerra Civil de las regiones más pobres de España decide asentarse allí. «La destrucción es el albergue de la miseria y como además supone en este entorno resulta un revulsivo para la población que actualmente vive aquí porque son muchos de ellos los que vivían de niños en esas chabolas y que se están sintiendo identificados en este trabajo. Por fin son los protagonistas después de todas las veces que han sido los olvidados».

«Lo que hemos visto en esta tercera jornada es similar a lo de las dos anteriores. Hileras de casas que nos han permitido documentar ese nivel de abandono y lo que supuso este bombardeo», explica Eduardo Alcántara, arqueólogo. A simple vista, en las baldosas puede apreciarse el nivel de quemado, a causa de las bombas, que más allá de reafirmar la destrucción de las casas reafirma la dignidad de las personas que vivieron allí desde los años 40 a los 70. «Generalmente se entiende esta zona como una de marginados sociales o personas que no tienen esa dignidad que pueden tener otras personas que viven en otros barrios. Hemos visto que eso no es así. Es una forma de legitimar y desmitificar que esta zona y esa gente eran personas sin techo o que vivían en malas condiciones». Para Alcántara, lo bonito de este sitio y lo que ha llamado la atención es la peculiaridad de sus restos: «tenemos una casa de los años 20 que fue bombardeada y que se conserva, pero que encima de ella hay una serie de chabolas del 40 al 75. Lo bonito es que gente que vivió aquí lo hace ahora en las cercanías, su historia no está muerta sigue viva».
A nivel técnico, el arqueólogo reconoce que es una de las más complicadas de entender por la superposición de estratos que ha llevado a cabo, junto a las de la Edad de Hierro y Bronce en Galicia. Comienza siendo un nivel de ocupación de los años 20-30 y el 19 noviembre de 1936 bombardean estas casas. Después de la Guerra Civil hay un importante número de personas que emigran de Extremadura, Castilla y Andalucía y se establecen allí. «Eran familias que igual vivían allí cinco años, construían cuatro paredes y un techo, y otra familia reocupaba este espacio dejando materialidad. Esto es lo bonito, intentar conocer cómo vivían en base a ello y cómo se puede explicar la historia de Madrid a un metro de profundidad».
No sólo ha habido hallazgos importantes dentro de la actividad arqueológica, también en los archivos de la investigación, que trabajan en paralelo. Luis Antonio Ruiz Casero ha descubierto en los archivos de aviación italiana el parte de bombardeo que causó la destrucción de Peironcely, 10 y que fueron fotografiados por Robert Capa. «Este señala que el edificio fue destruido el día 19 y un dato importante, que los autores fueron tres aviones Savoia italianos. Además, gracias a otro colaborador, Luis Bobillo, sabemos a través de la iluminación por la posición del sol de la imagen, que Capa la tomó entre el 18 y 23 de noviembre, algo que coincide con la llegada del fotógrafo a la capital, el día 18. Si el bombardeo fue el 19, estamos barajando que la captura fuese el día 20», señala Fernández. Este nos confirma que el año que viene habrá una cuarta excavación, esta vez en la acera frente a la plaza. «Hemos encontrado que había restos de los edificios bombardeados. Muchos vecinos nos hablan de que existía un teatro, pero no tenemos certeza de que así sea, solo de la existencia de un gran edificio de carácter industrial».

Según el arqueólogo se trata de un fenómeno que no sólo se da en Madrid, también en otras grandes urbes del siglo XX. «Es importante destacar que no sólo tenemos casas de los años 20 en pleno Vallecas, sino que son casas bombardeadas por aviones italianos y reutilizadas después. Es algo único porque podemos ver desde un episodio traumático que fue en ese momento hasta la historia de Madrid y de esa gente que vino, y que excepto por la gente que vino aquí y se quedó, fue silenciada en las noticias o en los libros. Es un privilegio poder visibilizar ese tipo de vidas».
En 2018, la Fundación Anastasio de Gracia propuso al Ayuntamiento de Madrid convertir el edificio fotografiado por Robert Capa en el «Centro Robert Capa para la interpretación de los bombardeos aéreos de Madrid», como homenaje a la población civil afectada en la Guerra Civil.La exalcaldesa Manuela Carmena incluyó el número 10 de Peironcely en el catálogo de Bienes y Edificios Protegidos, y durante el primer mandato de José Luis Martínez-Almeida se procedió a expropiar el edificio y a realojar a las trece familias afectadas. Ya entonces, el Ayuntamiento barajó la posibilidad de convertirlo en un museo o espacio cultural que respetara su valor histórico. La Consejería de Cultura ha anunciado que el proyecto de rehabilitación está previsto para 2025, con ejecución en 2026. Mientras tanto, analizarán las opciones para definir el contenido del futuro espacio cultural.
Pese a que el proyecto cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática y, en menor medida, de la propia Fundación Anastasio de Gracia, con un presupuesto para campañas de entre 15 y 20 días de trabajo, piden al Ayuntamiento de Madrid que participe en esta iniciativa. «Han mostrado interés, pero aún no se ha concretado un apoyo para que esto sea un museo al aire libre para que los propios vecinos, ciudadanos de Madrid y turistas puedan conocer la historia», sentencia Fernández.
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