La entrevista
Imanol Arias: «Solo me he sentido dos veces en mi vida como en “El Show de Truman”»
Tras dar vida a Antonio Alcántara, reestrena «Muerte de un viajante» en el Teatro Infanta Isabel
Hace solo unas semanas que finalizaba el interminable rodaje de «Cuéntame». En redes, el elenco compartió momentos muy emocionantes de sus últimas escenas en la serie. Imanol, sin tiempo para la reflexión, ya ha reestrenado esta semana en el Teatro Infanta Isabel la obra «Muerte de un viajante», que le ha llevado, exitosamente, por Sudamérica. El actor vuelve a la que considera su ciudad para comenzar esta nueva etapa, en la que está convencido de qué camino tomar y el legado que quiere dejar. Su personaje en esta obra atraviesa el momento más difícil de su vida a los 61 años, cuando no consigue adaptarse a los nuevos cambios.
¿Las crisis son una cuestión de edades?
Es una realidad que se produce una pérdida de fortaleza con la edad, mientras que se adquiere conocimiento. Creo que es cuestión de si coincides con un cambio tecnológico crucial para tu vida o tu trabajo. Y estos cambios afectan especialmente en edades avanzadas, cuando más cuesta adaptarse a lo nuevo. También depende de tu capacidad de asumir el paso del tiempo y de lo nostálgico que seas. Yo no lo soy mucho. Hay quien añora demasiado lo que ha vivido. Todos conocemos la verdad, pero no la soportamos. A esta edad te das cuenta de que algunas de tus convicciones eran mentira. Pero, al menos me considero afortunado de no haber sufrido una tragedia que me haya anulado y ahora tengo tiempo para pensar y decidir qué hago yo aquí. Si quiero avanzar, para equilibrar, tengo que quitarme el peso del pasado, incluidos los éxitos.
Usted que ha interpretado tantos tiempos pasados, cuando habla de «en mi época», ¿a qué se refiere?
A la transición. Cuando tocaba compartir el diseño de una nueva sociedad, en cuanto a lo económico y lo social. Todo ese cambio que hoy se discute.
¿Se recuerda en un estreno la ilusión de que algún director le redescubra?
Yo en eso tuve mucha suerte, se me dio la oportunidad muy pronto. El hecho de haber convencido desde tan joven suplía la falta de experiencia. Yo vuelvo a Madrid para respetar este teatro y reproducir el mismo método para que cada función salga poderosa y única. Porque el próximo director ya me ha llamado y ya me conoce. Espero que sigamos en Madrid la buena inercia que arrastramos de la gira americana.
Esta obra cuestiona «el sueño americano», como hacemos ahora con Hollywood.
La maquinaria audiovisual siempre ha formado parte de la industria de la manipulación. Estamos presenciando una crisis humana mundial. El sistema de control sigue siendo el mismo, aunque más sofisticado. Como cuando explotaron los productos masivos como McDonalds o Coca-Cola. Vengo de visitar Estados Unidos y me he dado cuenta de que es un país enfermo. Es un país de emigrantes que vienen de países fallidos. Son felices en la jaula, porque funciona. No necesitas dinero, solo crédito. Solo hay anuncios de comida y coches. La gente no camina. El acierto de esta obra es que su autor ya conocía esta tragedia desde hace décadas.
¿Las pérdidas humanas cada vez pesan más?
Al principio consideras que el legado es cuestión de lo que te recuerden, pero con el paso del tiempo y gracias a compañeros de reparto como López Vázquez o Toni Leblanc te das cuenta de que nadie te va a recordar. Solo importan los hitos que dejes por el camino, como el cine. Porque no te van a recordar, y mucho menos con el cariño que esperas.
Después de una vida rodando en Madrid, ¿se ha sentido alguna vez en «El Show de Truman»?
Madrid es demasiado acogedora para eso. Solo lo he sufrido dos veces. Cuando me divorcié de Pastora me perseguían cámaras todo el día. Pero si te va bien, Madrid lo único que te pide es que te comportes como alguien más. Luego viví un rodaje en el que tenía gente las 24 horas en la puerta de mi casa. Era tan surrealista, que mi vecino comenzó a quejarse.
¿Es más fácil interpretar a un personaje del pasado?
Lo importante es que no tengas que ejecutar en exceso la mentira. La mejor forma de interpretar el pasado es volver a actuar como un niño, no como un gran actor. A mí me descubrieron porque la gente me creía con un simple disfraz.
En esta obra el suicidio no es tabú.
Es un problema muy difícil de atajar. No estoy muy seguro de esto, pero uno intenta cumplir para lo que ha venido al mundo. El hombre, antes que enfrentarse a su verdad, no se aguanta. En los jóvenes, si la distancia entre quien digo que soy y quien soy es muy grande, se hace muy difícil vivir. Si las redes en la gente como yo son un cambio generacional, en los jóvenes son un cambio genético.
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