El Madrid de

Laura Cano: «Echo en falta más facilidades para artistas noveles»

Escritora y pintora que, más allá de pintar óleos, defiende la técnica del tiempo y la paciencia. Los claroscuros y la infancia, en su foco

Laura Cano.
Laura Cano.Brandhala.studio

«La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega». Con esta afirmación de Leonardo Da Vinci, la artista Laura Cano nos invita a conocer su enfoque único en la pintura al óleo, destacando la influencia del retrato clásico y el uso de técnicas tradicionales.Escritora desde siempre y pintora desde hace cuatro años. Pese a haber vivido durante su infancia en Bilbao y más adelante en Londres y Sevilla, hace 22 años llegó a Madrid y, como les ocurre a muchos, fue para quedarse. «Siempre me he sentido aquí como en casa», reconoce Laura Cano. En su caso, confiesa que la ciudad decidió por ella: «Cuando llegué de Londres de vivir fuera de mi casa durante cuatro años, Sevilla me resultaba un poco asfixiante. Mi madre me ponía toque de queda. Yo solo me dejé querer. A Madrid o la quieres o la detestas y a mí me pasa lo primero».

Aunque su carrera artística profesional comenzó hace pocos años, ha tenido un impacto notable, con exposiciones importantes como Mímesis y Origen. Sus obras son conocidas por representar a personas de manera profunda, capturando no solo su apariencia física, sino también lo que está debajo de la piel, buscando el equilibrio entre lo figurativo y lo ilusorio. Además, ha contado a este medio que utiliza pigmentos tradicionales como el lapislázuli y el bermellón, lo que le otorga una conexión nostálgica con la historia del arte. Su estilo se inspira en maestros de la pintura como Vermeer y Rembrandt, y busca retratar la inocencia, razón por la cual prefiere a menudo pintar niños.

«Me gusta ver cómo pintan otros pintores, contemporáneos o clásicos, que fueron contemporáneos en su contexto, entender su entorno, su proceso… En los museos siempre me pitan las alarmas porque me acerco demasiado a los cuadros, pero es que me chiflan las resoluciones de Sorolla, cómo arañaba el lienzo Rembrandt para los pelos», cuenta.

También comenta que una de sus fuentes de inspiración son los libros, como la Divina comedia de Dante (sobre la que se basó su última exposición); también le fascinan los mapas de isobaras, Leonora Carrington, el Museo del Prado, el Thyssen, el uso del color no solo de pintores sino de escritores como Lorca (el blanco, el negro, el rojo) o de directores como Almodóvar que es un apasionado del rojo. «En realidad, cualquier cosa me puede inspirar. Hay señales por todas partes, solo hay que tirar del hilo», apunta la escritora y pintora.

María de Talavera. Óleo sobre lienzo con la técnica de la grisalla verde.
María de Talavera. Óleo sobre lienzo con la técnica de la grisalla verde.Cedida

En sus obras vemos cómo combina fotografía y pintura. Preguntada por ello, cuenta que, cada año, el lugar donde trabajaba (la Universidad de Stanford) les entregaba unos fondos para gastar en educación. Durante años estuvo haciendo cursos de fotografía porque siempre le había gustado, pero no sabía ni lo que era un ISO. Después empezó con la pintura y al fusionar las dos cosas todo cobró sentido. «Las escenografías de Tim Walker para el Victoria and Albert Museum, el trabajo de Manu Toro y unos talleres de Guillermo Mora para la Fundación March me enseñaron a salirme un poco del tiesto, pero en general me gusta mucho el ambiente que se crea con el claroscuro».

De la ropa al óleo

«Antes cuando tenía dinero me iba a comprar ropa, ahora lo que me hace ilusión es comprarme óleos», reconoce Laura Cano. Entre sus colores más preciados está el azul lapislázuli y también el rojo bermellón de China que están realizados de forma artesanal por Michael Harding. Explica que, en este marco, el lapislázuli era tan inaccesible que dos siglos más tarde se realizó un concurso para encontrar el equivalente sintético: el actual azul ultramar. El precio a pagar fue alto y en un mundo industrializado, donde los colores son compactos, la etimología del color se convierte en algo poético. «Se pierde la magia de antaño porque lo sintético es uniforme. Aunque tenga algunos colores tradicionales mi pintura es contemporánea; las modelos, la ropa, las joyas, todo es de ahora, pero pintado con una técnica que requiere tiempo y paciencia. Tardo cerca de tres meses en cada cuadro».

Mundo artístico en Madrid

En su valoración, el mundo artístico de Madrid tiene muy buenas perspectivas. «Quizás ahora mismo sea un poco hermético y endogámico. A veces artistas e influencers se confunden y son dos universos totalmente distintos», señala.

Laura Cano dice entender el arte como algo que emociona y, en cambio, «no es arte aquello que alguien te diga que lo es». Para entenderla, argumenta que «un cuadro no tiene que pegar con los cojines del sofá. El arte de verdad queda bien en cualquier sitio, incluso en cocinas y baños y es la casa la que se tiene que amoldar al cuadro y no al contrario».

Celebra también que Madrid presente una oferta cultural para todos los gustos, sin embargo, echa en falta más cesión de espacios y facilidades para artistas noveles.