Tapear por Madrid

Lavapiés quiere que se hable de él por lo bueno: croquetas, vermú y orgullo de barrio.

En estos días, la croqueta no solo se come: se celebra

Lavapiés ha decidido que, esta vez, quiere ser noticia por algo que huela bien. Y sepa mejor. Coincidiendo con el Día Mundial de la Tapa, la Asociación de Comerciantes del barrio ha lanzado una deliciosa provocación: una semana entera dedicada a la croqueta. Veintiséis bares ofrecen sus versiones —clásicas, veganas, dulces, picantes— a 1,50 €, con una sola intención: que el nombre de Lavapiés se relacione con creatividad, convivencia y buen comer.

Uno de los momentos más destacados fue el showcooking de Lucía Grávalos, chef riojana y una de las voces más influyentes de la gastronomía regenerativa en España. Al frente del restaurante “Desborre”, su cocina apuesta por ingredientes sostenibles, productores éticos y una relación respetuosa con la tierra. En Lavapiés, presentó cuatro croquetas con alma: de jamón de pastoreo, cocido madrileño, setas con trufa y una sorprendente versión deconstruida con bechamel de hierbas frescas.

Día de la croqueta
Día de la croquetaLa Razón

“Cada bar hace la suya, aquí nadie copia”, explica Mercedes Saracho, gerente de la Asociación. Y no exagera: hay croquetas de jalapeños con queso de cabra, otras hechas con huevo Kinder, y hasta algunas que no llevan ni rastro de carne. La libertad creativa y el cariño por la tapa tradicional conviven en cada mostrador del barrio. Porque Lavapiés, con todos sus contrastes, también sabe abrazarse en torno a una barra y una cerveza fría.

Y en medio de todo, la croqueta. Ese bocado humilde que nos lleva de vuelta a casa, a las recetas de nuestras madres, al aroma del aceite caliente y el pan rallado. “¿A quién no le gusta una croqueta con un vermú?”, lanza Grávalos, como si necesitara respuesta. En Lavapiés, estos días, la croqueta no solo se come: se celebra.