Deportes de contacto
Lucharama, la casa del wrestling en Carabanchel
Desde hace años, viven la pasión de la lucha libre en este gimnasio de Madrid
Agotados de la eterna pregunta sobre su autenticidad, en un gimnasio de Carabanchel entrenan una disciplina que hace ya tiempo que vivió su época dorada. El wrestling americano vivía hace poco más de una década la réplica del éxito de Hulk Hogan y la WWE. Sin embargo, el fenómeno se ha ido apagando poco a poco. «El impacto de la televisión es algo vital para cualquier deporte o espectáculo que no sea el fútbol», aseguran desde este gimnasio, mientras lamentan que su disciplina haya desaparecido de los medios.
«En España aún no es posible vivir de la lucha libre», aseguran varios luchadores de este gimnasio, que también participan en los shows de la organización Triple W. Pero a la vez, tienen muy cerca la demostración de que alcanzar el sueño de ser una estrella de la WWE es posible. Axiom, nombre bajo el que el español Carlos Ruiz ya ha debutado en el máximo escenario de esta disciplina, también se formó en este gimnasio de Carabanchel. Ahora, su caso es una inspiración para todos. Pero, para ellos también hay vida más allá del «sueño americano»: «Cada vez hay más oportunidades en Reino Unido o Japón», auténticas potencias emergentes en lucha libre. Reconocen que, aunque también tienen referencias cercanas en Valencia, seguir viendo wrestling por televisión o viajar a otros países es la mejor forma para evolucionar: «Lo mejor que podemos hacer por el wrestling local es compartir poco a poco lo que se aprende fuera».
Aunque Lucharama no ha sido el único foco de pasión por la lucha en Madrid, si es el único que cuenta con cuadrilátero. El ruido que hace es atronador. Los entrenamientos son a máxima intensidad, para intentar la quimera de acostumbrarse a los golpes. «Cuando nos preguntan si nos hacemos daño de verdad, siempre decimos que al día siguiente del primer entrenamiento nadie puede ni mover el cuello», comentan entre risas.
Aunque sean deportes que poco tienen que ver, el crecimiento de disciplinas de contacto como la MMA y el fenómeno Topuria o las veladas de boxeo, podría ser una oportunidad para que el wrestling también crezca en España. En la Triple W organizan casi un evento al mes, lo que les permite construir narrativas y personajes, que hacen que el público quiera volver, más allá de quién gane. De hecho, la construcción de un buen personaje es la clave de este deporte: «Es algo que se va trabajando poco a poco, descubriendo con qué rol te sientes más cómodo, si haciendo de malo o de bueno». Otras de las decisiones cruciales es la elección de tu movimiento especial para finalizar los combates: «Al final lo que siempre se recomienda no es apostar por lo más espectacular, sino por lo que mejor ejecutes». Ahora, uno de los objetivos pasa por contar con nuevos personajes femeninos que aporten variedad a la escena nacional, pudiendo traer también distintos perfiles de aficionados y aficionadas. Desde Lucharama, también desmienten el mito de que se trata de un show solo seguido por niños. «Aunque sí tiene un componente nostálgico, la mayoría de gente que viene a nuestros eventos son adultos. La diferencia cuando cumples años es que disfrutas otras partes del wrestling».
Otro de los protagonistas de estos combates es el árbitro, con un peso sinigual a ninguna otra disciplina. El papel del arbitraje es determinante, siendo un elemento con casi el mismo impacto que los propios luchadores. «Es uno de los factores que permite que este espectáculo no sea previsible». Así dejan claro, que la victoria aquí es algo secundario, como una de las principales lecciones de este deporte de contacto. Su autenticidad, por tanto, no reside en la fuerza de los golpes, sino en el compromiso de ofrecer un show único cada día y no decepcionar al espectador.
Sobre el debate de si este espectáculo puede incitar a la violencia entre los niños, son claros: «Creemos que es una plataforma que puede transmitir muchos valores. Las tramas han evolucionado mucho en los últimos años, y ahora es un ambiente menos crudo y hostil. Pero, sí es verdad que a pesar de que en la tele siempre pusiesen en el mensaje de ‘no hacerlo en casa’, todos replicábamos los movimientos de nuestros personajes preferidos con nuestros hermanos». De hecho, algunos de estos luchadores lo que más disfrutan «es poder compartir nuestra pasión con nuestros hijos o sobrinos. El wrestling te ayuda a recuperar ese contacto con tu parte infantil e inocente».
En el gimnasio hay varios integrantes latinoamericanos, que han encontrado en Lucharama un espacio donde hacer sus primeros contactos y amistades, además de seguir conectados a su pasión. Este ring de Carabanchel funciona como una verdadera familia. Ofrece todo tipo de horarios, mañana tarde y hasta fines de semana, para que estos luchadores semiprofesionales puedan compaginar su auténtica vocación con su otro trabajo.
Aunque cuenten con un presupuesto sumamente inferior, la influencia de la WWE americana es latente por los cuatro costados. Así, replican la fascinación por el cinturón de campeón, como por la icónicas máscaras o el vestuario de sus personajes. Para los eventos especiales, como el del próximo 22 de junio, intentan siempre ofrecer nuevos alicientes, desde un combate con escaleras hasta el uso de mesas o sillas, para hacerlo aún más espectacular. Aunque pueda parecer prescindible, la preparación física de estos atletas del cuadrilátero es de auténtica élite. El combate principal puede alargarse hasta la media hora, treinta minutos en los que toda la atención está concentrada en los dos adversarios y sus movimientos especiales. Entre el rol del bueno y el malo, ellos tienen claro qué es más complicado de encarnar: «Hacer que el público se enfrente a ti es muy sencillo, basta con decir algo provocador o tener un mal gesto con ellos. Lo realmente complicado, es hacer que el aficionado empatice con tu historia y sea fiel a ti, conseguir que conecte o se identifique con tu personaje».
Otra de las dificultades con las que cuenta la lucha en España es que no existe una federación, ni siquiera tiendas especializadas. «A veces utilizamos protecciones de otros deportes o aprovechamos el viaje de algún amigo para que traiga productos oficiales». Así, siguen persiguiendo el reto de ser auténticos luchadores profesionales y que esta pequeña industria siga creciendo y generando afición, como en su mejor época.
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