Gastronomía

Madrid también se «terracea» así

Tse Yang ha sabido renovarse sin perder su espíritu en su nueva ubicación

Madrid también se «terracea» así
Madrid también se «terracea» asícedida

No ha llegado el verano oficialmente, pero las temperaturas ya son propias del mes de julio. Madrid se mueve al ritmo del buen tiempo y los días largos, con atardeceres casi a las diez de la noche. Y esto solo significa una cosa: los madrileños notan ese impulso de buscar una terraza donde poner fin al día, a la jornada intensa de trabajo, al entrenamiento o al partido de pádel. Pero en Madrid hay terrazas y terrazas. Las primeras, las de batalla, están por todas partes: a ras de asfalto, pegadas a la calzada, rodeadas de coches y turistas en bermudas. Son el pan nuestro de cada primavera. Pero luego están las otras, las que hay que saber buscar. Terrazas que no se anuncian con neones ni listas de cócteles en pizarras. Les estoy hablando de los pequeños refugios vegetales donde el tiempo se ralentiza y el aire parece más limpio. Aquí van algunos de esos secretos bien guardados. Pero lean con cuidado: el encanto está, precisamente, en que no todos los conocen.

El Jardín del InterContinental

Un año más, con la llegada del buen tiempo, El Jardín del InterContinental Madrid abre las puertas de su terraza, un oasis urbano ideal para disfrutar de la extraordinaria propuesta gastronómica del hotel al aire libre rodeado de vegetación y del sonido de sus fuentes. El chef de la casa, Miguel de la Fuente da la bienvenida esta temporada a una carta renovada, formada por las recetas más tradicionales de nuestro territorio. La experiencia culinaria en El Jardín comienza con entrantes para compartir como las croquetas de carabineros y cremosas de jamón, ensaladas de tomates con escarola, ventresca de bonito, aguacate y carpaccios de presa y de cigala. También incorpora otras elaboraciones clásicas y reinterpretadas por el chef como las patatas bravas con salsa de chiles y bolas de pan crujiente o el tartar de atún rojo con huevo frito. Los principales los protagonizan los pescados y las carnes: rapito a la brasa con patatas panadera al tomillo o solomillo de Madrid a la parrilla con yuca y endrinas, en el almuerzo; lomo de lubina meunière con patata torneada o la paletilla de cordero deshuesada con cuscús de pasas y menta, durante en la cena. Además de la carta, para las tardes, de 18.00 h a 20.00 h, El Jardín ofrece un menú especial, que cambia los martes y jueves con las Gildas de autor y los miércoles y viernes con el Crudo Bar, para quienes buscan un picoteo cómodo que condensa la esencia del restaurante.

Tse Yang

A lo largo de este tiempo, Tse Yang ha sabido renovarse sin perder su espíritu. Desde hace cinco años, cuenta con un nuevo emplazamiento: un local con entrada directa desde la calle Marqués de Villamagna –aunque los clientes del hotel Rosewood Villa Magna pueden acceder desde dentro–, mucho más espacioso y acorde a las tendencias actuales del lujo. Dispone de una espectacular terraza con capacidad para 40 comensales y abundante vegetación que sumerge al comensal en esa sensación de calma y serenidad propia de un jardín oriental. Su cocina, fruto de la fusión entre el clasicismo de la cocina cantonesa, el refinamiento técnico de las vanguardias europeas y el uso reverencial de un producto de calidad, nunca pasa de moda. Entre los favoritos del público destacan los dim sum de cerdo con mostaza, de langostino, de txangurro, de pato con foie, de huevas de salmón, de boletus y de trufa blanca son shitake; el mushi de langosta; la lubina y el rodaballo al vapor; las vieras al jengibre; la langosta salteada y al estilo Sichuán; las crujientes tiras de buey caramelizadas y, muy especialmente, el pato laqueado a la pekinesa, una de las especialidades más aclamadas de Tse Yang, trinchado y preparado en finísimos crepes frente al comensal. La oferta se complementa con una bodega excepcional que recoge unas cien referencias con representación de todas las zonas productoras de España y de los países productores más importantes.

Makoto

También en los dominios del hotel Rosewood Villa Magna Madrid, en la calle Marqués de Villamagna 1, ha abierto sus puertas Makoto Madrid, el primer restaurante en Europa del chef japonés Makoto Okuwa, uno de los grandes nombres internacionales del sushi contemporáneo. Y su bonita terraza ajardinada, con capacidad para 40 comensales es un oasis de calma zen y vegetación, que se convertirá a este verano en una de las más cotizadas de Madrid. El diseño del espacio lleva la firma del prestigioso arquitecto Manuel Clavel Rojo, conocido por proyectos de restauración de la talla del complejo de ocio y gastronomía Odiseo en Murcia o el vanguardista Mix Restaurant, el nuevo local de Alain Ducasse en Dubai. La carta de Makoto Madrid es una muestra del savoir faire del chef tras más de dos décadas de carrera internacional. Diseñada para compartir, abarca desde sushi y sashimi de altísima calidad, hasta platos calientes a la robata, la mítica parrilla japonesa que imprime un sabor ahumado y auténtico a mariscos, carnes y vegetales. Engloba también propuestas de propio cuño que inventan la tradición sin traicionarla, incluyendo especialidades ya míticas de los restaurantes Makoto como el arroz crujiente con atún picante –la revisión de un clásico con una textura y un sabor inigualables–; la lubina Yuzu Kosho –que combina la delicadeza del pescado con cítricos y especias intensos– o las láminas de wagyu a la piedra caliente, que el comensal cocina en mesa, en un ritual casi zen. La propuesta culinaria se completa con una cuidada selección de bebidas que dialogan en armonía con la complejidad umami de la cocina de Makoto. La carta de vinos incluye cerca de 200 referencias, con una presencia equilibrada entre etiquetas nacionales e internacionales.

El Patio de Atocha

Situado en pleno corazón del barrio de Las Letras de Madrid, en un magnífico edificio de 1852 rehabilitado, el CoolRooms Palacio de Atocha es un nuevo concepto de hotel de lujo. En su interior esconde la auténtica joya de la casa: un moderno y bucólico patio de corrala decorado con abundante vegetación y mecido por el sonido de una fuente que hace las veces de banda sonora para una experiencia gastronómica única. Y es que este particular oasis es el restaurante del hotel, El Palacio de Atocha, bautizado así en alusión al singular espacio que lo alberga. Con la llegada del buen tiempo sus mesas salen al exterior, rodeando la piscina; un gran toldo y varios ventiladores hacen el resto creando una atmósfera serena y relajante durante toda la jornada. Por la noche, la estampa es aún más mágica si cabe gracias a las luminarias que imitan las de la época de construcción del palacio en el siglo XIX. En lo gastronómico, el chef Alberto Martínez ofrece en El Patio de Atocha una cocina fresca, versátil, divertida y muy de Madrid, basada en recetas tradicionales de la capital. Ensaladilla rusa, torreznos, croquetas y bravas, conviven con guisos como el marmitako, arroz meloso de rabo de toro con mayonesa de ajo asado, merluza en salsa verde con berberechos, steak tartar clásico, o presa ibérica marinada en ajo negro, entre otros. Además de la carta del restaurante, disponible a mediodía y para cenar, la terraza de El Patio de Atocha ofrece una carta de snacks y coctelería que puede disfrutarse también en las tumbonas junto a la piscina a cualquier hora del día. Todos los días, además, se sirven desayunos a la carta (de 7:30 a 12:00 h entre semana y hasta las 12:30 h los fines de semana) y brunch los sábados, domingos y festivos (de 12:30 a 14:00 h).