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El Madrid de

Manuela Velasco: «En esta profesión también hay vacío y soledad»

La actriz rescata la historia de Carmen Conde y pone en valor que cada vez sean más las directoras y guionistas contando historias

Manuela Velasco. LR.

Con horas de sueño ausentes y atendiendo a diversos proyectos simultáneamente, Manuela Velasco se siente muy agradecida de poder interpretar trabajos tan enriquecedores. «Me considero una afortunada por ser una mujer actriz, rondando los 50 y trabajando, tanto en teatro como en televisión». Igualmente afirma encontrarse muy nutrida por los compañeros que la rodean y por la calidad de las historias que interpreta.

Actualmente protagoniza en el Teatro de La Abadía (lo que para ella es «una joya de Madrid») la obra de «El Sillón K. Cartas desde el olvido». En esta producción, interpreta a Carmen Conde, la primera mujer en ingresar en la Real Academia Española (RAE) en 1978. «No puedo evitar los nervios y el miedo a enfermar cuando una obra está en marcha. Cuido mucho mi voz y mi bienestar para poder sostener, como es en este caso, textos muy complejos durante hora y media yo sola». El grado de responsabilidad que ejerce sobre este personaje es todo un desafío y la actriz reconoce que «lo normal en esta profesión no es poder cogerse la baja». Este fin de semana acabará su jornada en La Abadía y el remate final tendrá lugar en Alcalá de Henares; después, «lo que más me apetece es pasar tiempo de calidad rodeada de mis amigos y relajada, que desde noviembre no he podido hacerlo».

Velasco señala que estar sobre las tablas de un teatro significa encontrarse con el público y no enfrentarse a él: «Yo nunca lo he concebido así y me guío por el aura y la conexión que se genera en el espacio, porque la función la hacemos juntos». Y La Abadía «es el teatro donde menos ha sonado el móvil en el que he estado. Por desgracia, lo normal es que suene cuatro o cinco veces por sesión».

Salvo en el festival de Venecia, donde no le quedó más remedio que verse a sí misma proyectada en la gran pantalla con la película «REC», es de las que, como ocurre a otros muchos artistas, no puede ejercer de espectadora con sus actuaciones. «Me quedo con lo que se vive en el momento del rodaje, con la energía compartida con el equipo. Luego me tapo los ojos y escapo de verme», confiesa entre risas. Igualmente, reconoce el aprendizaje que le ha supuesto esta última obra en cuanto a la concentración, «quizá es por el público del teatro, me ha maravillado por su calidad del silencio y de la atención. La Abadía es el templo de la palabra», apostilla.

La actriz recalca la importancia de ser consciente de que, en su profesión, «el éxito es anecdótico», y que, además de exigir una vocación profunda, también hay que saber navegar entre la incertidumbre y la obligación de que el alquiler se paga todos los meses. «A las nuevas generaciones del sector les diría que ahorren. Las redes sociales reclaman estar constantemente presente, activo y haciendo cosas ‘cool’. Pero esta profesión no es así siempre, también hay mucho vacío y soledad». En esta línea, celebra que cada vez sean más las guionistas y directoras en el sector contando historias desde un punto de vista femenino, «que es una cuestión de todos»; así como que superar los 40 años no sea una barrera en la profesión para las mujeres. De ahí la importancia de rescatar la figura de Carmen Conde, «cuya obra ha sido injustamente olvidada», asegura. «Cuando las historias siempre han sido contadas por hombres, se da por hecho que nos interesan a todos, pero, ¿y cuándo es al revés? Uno de mis libros favoritos es La Ilíada, y de eso se trata, de que no haya dos puntos de vista en asuntos que son de la vida y nos afectan».

Me preocupa Madrid

Hija de madrileños, cuando es preguntada por su ciudad destaca El Prado o La Abadía «–un lugar que llevaré en mi corazón–». Sin embargo, confiesa que «ahora, me preocupa mucho mi ciudad, la que siempre he sentido casa». Manuela Velasco se suma a la denuncia de las consecuencias que acarrea la gentrificación y el turismo masivo, así como la injusticia para «las personas que fuimos echadas de nuestras casas porque no pudimos asumir el pago de alquileres desorbitados». Sin pelos en la lengua, «la situación no puede seguir así», dice.