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Gastronomía

Las Margaritas, terraceo con denominación de origen

Propone una oferta de vinos por copas única con selección cambiante. También se puede disfrutar de unas catas didácticas: «Las Margas»

La cocina de «Las Margas» ofrece una propuesta sencilla, rica y tradicional Cedida

Asoma el verano, amigos. De pronto, salir a la calle es casi un deber cívico. La ciudad se despereza, se sacude el abrigo y llega el momento del terraceo con mayúsculas, el deporte olímpico de la evasión castiza. Hablamos de ese prólogo amable que arranca en mayo, cuando los días se estiran sin hacerse pesados y los madrileños, como quien se escapa de puntillas de una reunión eterna, salen en busca de ese rincón que les permita estar lo bastante cerca como para no hacer maletas, pero lo bastante escondido como para olvidar que seguimos en la ciudad. Porque sí, Madrid sigue ahí, con su tráfico, su ruido y su ritmo de metrópoli, pero también ofrece oasis: lugares que se descubren, se disfrutan y se comparten con el tono conspirador de quien ha encontrado un tesoro. Y este es el momento de salir a buscarlos.

Sería ingenuo pensar que el hechizo de una terraza se sostiene únicamente sobre el mobiliario bien elegido o el encuadre fotogénico. Hay un elemento que completa la escena, que la dota de sentido y la eleva a la categoría de instante memorable: la copa. Pocas cosas ofrecen un terreno de juego tan estimulante como el vino servido por copas. Ahí, en ese formato que invita a probar sin comprometerse, reside la verdadera magia: la oportunidad de salirse del guion, de dejarse llevar por la recomendación del sumiller o el capricho del momento, de explorar zonas, estilos y elaboraciones que rara vez protagonizan una carta cerrada. De entender que el placer no está en la repetición, sino en la sorpresa.

Y si hay un lugar donde esa curiosidad encuentra el escenario perfecto para desplegarse, es en Las Margaritas: una singular casa de comidas ubicada a tan solo diez minutos de Madrid —en la zona de El Plantío-Aravaca— cuya espectacular terraza ajardinada se convierte estos meses en el escenario de una experiencia vinícola viva. Para empezar, propone una oferta de vinos por copas única diseñada por el joven Javier Garralda, un apasionado del vino que ha convertido la bodega de Las Margaritas en su campo de juego favorito: una selección cambiante de etiquetas de distintos perfiles —desde pequeños productores y casas señeras hasta espumosos y otras propuestas singulares— a precios muy competitivos. En su bodega, creada en diálogo con el extenso catálogo de En Copa de Balón, conviven cerca de 200 etiquetas clásicas con otras curiosas y menos conocidas, que recorren lo mejor del territorio nacional y se abren a otras latitudes como Italia, Francia o Chile. También en la terraza tiene lugar el Club del Vino, unas catas didácticas pensadas para explorar el vino en todas sus expresiones. «Las Margas»—como ya lo conocen sus clientes habituales— ofrece así una forma distinta de acercarse al vino: copa a copa, en un entorno privilegiado, con una selección singular y variada a precios que abren la puerta a la curiosidad y al placer de probar.

Con un Solete de la Guía Repsol y mención a mejor restaurante por debajo de 40 euros (Metrópoli), Las Margaritas encarna ese punto de encuentro de confianza; con una completa oferta social y de entretenimiento, es el destino perfecto para compartir unas raciones entre amigos en su terraza —un espacio decorado por Estudio Mariana Bernar en el que conviven varios ambientes: zona de barra, mesas altas y bajas y una cristalera cubierta—, acompañadas de uno de sus vinos, y charlar tranquilamente al son de Radio Margaritas, su programa musical en directo. Y como todo placer verdadero necesita poso, en algún momento hay que dejar la copa sobre la mesa y entregarse al otro gran ritual: el de sentarse a comer.

La cocina de «Las Margas», firmada por el chef Lucas Rodelas, ofrece una propuesta sencilla, sabrosa y variada de comida rica y tradicional, centrada en la mejor materia prima. Su propuesta —que va cambiando en función de la temporada— cuenta con un apartado de picoteo, ideal para un aperitivo de domingo, con clásicos revisitados como las zamburiñas estilo tigre vieja escuela, las perfeccionadas croquetas de caldero de Guijuelo o la ensaladilla rota sobre regañá —que ya se ha convertido en una de las raciones más demandadas; está coronada con un huevo frito que se rompe y mezcla en mesa, en un curioso contraste de sabores y texturas—. También hay un espacio dedicado a las verduras de la huerta de Aranjuez y a los arroces: melosos y secos, de verduras, de carabineros, de solomillo y verduras, de boletus y foie. Sin embargo, la parrilla se erige como la gran protagonista de la oferta gastronómica de Las Margaritas: pescados frescos traídos desde Mercamadrid cada día —como el pixin, el pargo, el rodaballo o el gallo de San Pedro— que pueden servirse enteros, según mercado, o en elaboraciones fijas en carta como la parpatana de atún con vinagreta de piparras o la lubina sobre ragú de calabaza. Por las brasas de «Las Margas» también pasan piezas de carne de excepcional calidad, como la chuleta de vaca vieja. La carta de postres, a cargo de Amber Grimbergen, confirma un repertorio en evolución donde brillan creaciones como la tarta de almendra con crema de mascarpone o una mousse de chocolate con crumble, chantilly, AOVE y sal.

Al frente del día a día del restaurante está Víctor Barrio, director del proyecto. La visión fundacional, en cambio, responde a Bosco Blanco, tercera generación de una familia vinculada a la hostelería, que supo ver en esta antigua casa de comidas el potencial para convertirla en un espacio versátil y lleno de vida. Una visión que hoy se concreta, entre otras cosas, en su apuesta por el vino por copas, y que promete convertir cada visita a «Las Margas» en una pequeña exploración líquida tan inesperada como placentera.