Comercios Centenarios

Peluquería Vallejo: cómo adaptar el corte masculino clásico a los nuevos tiempos

Esta negocio familiar que opera desde 1908, especializado en navaja y tijeras, se ha ido adaptando en los últimos años ante la creciente competencia en el sector

Negocios centenarios madrileños. Peluquería Vallejo.
Carlos Vallejo, dueño de la Peluquería Vallejo y tercera generación de la familia, posa el pasado 17 de mayo en el local del negocio de la calle Santa IsabelJesús G. FeriaLa Razón

Si algún día se termina el negocio de la peluquería Vallejo, ellos se irán, pero no su fachada. Los azulejos de color azul y blanco de la pared de la entrada que proceden de Talavera de la Reina y que decoran la calle Santa Isabel están declarados de interés histórico-artístico: no se pueden tocar. Este negocio centenario continúa abierto desde 1908. «No hay constancia, pero seguramente era peluquería antes de 1908», cuenta Carlos Vallejo, al frente de la peluquería y tercera generación de la familia. Con el tiempo, han tenido que adaptarse a la competencia, debido a la cantidad de peluquerías que han abierto, y a los nuevos cortes de pelo –más demandados por los jóvenes– en un negocio especializado en el corte de cabello clásico con tijera y navaja para hombres.

El abuelo de Carlos, Basilio Vallejo Abad, entró como aprendiz sobre 1908 y al tiempo los dueños del negocio se jubilaron. La segunda generación de la familia, es decir, el padre de Carlos, llegó en los años 40. «Entró aquí porque era el negocio familiar. Eran ocho hermanos y ninguno más fue peluquero», cuenta Carlos, que dice que accedió por la misma razón. «Es un negocio que si no tenías ninguna aspiración así como ser bombero o policía estaba ahí e iba bien. Pero no era vocacional en mi caso. No era algo que dijera: voy a ser peluquero», reconoce Carlos a quien acompañan en el negocio su hermana Elena Vallejo y Lucía Fernández Vallejo, hija de Elena y cuarta generación. «En mi caso sí que me gustaba el mundo de la estética», cuenta Lucía, que estuvo trabajando muchos años de cara al público antes de meterse en una academia a aprender.

Negocios centenarios madrileños. Peluquería Vallejo.
Negocios centenarios madrileños. Peluquería Vallejo. Jesús G. Feria.La Razón

Hubo un tiempo en que la peluquería tenía mucho negocio, en un local donde llegó a haber 22 personas cortando el pelo, con clientes tan conocidos como Ramón y Cajal, Jiménez Díaz o Gregorio Marañón. «El Colegio de Médicos estaba aquí abajo y venían muchos médicos. Además, había una estación de autobuses que venía la gente de provincias y les pillaba muy de camino, porque debía de haber unas 10 peluquerías en Madrid en los años 30. Entonces todo el mundo pasaba y aprovechaba», explican Carlos y Lucía. En el local siguen conservando un esterilizador y tienen un espacio reservado a diversos objetos antiguos que fueron empleados en el negocio.

La familia ha presenciado cómo el negocio ha evolucionado con los años. La ubicación del local en la calle Santa Isabel «ayuda». «Pero antes aquí éramos como cuatro peluquerías en un radio de un kilómetro y ahora hay como 15», afirma Carlos. Sin embargo, «la competencia hace daño, y mucho, pero es una competencia distinta. La que gente que se viene a cortar el pelo aquí, no iría a otras peluquerías que hay, porque no se quieren hacer un degradado», explica Lucía. Sobre algunas de las nuevas peluquerías, dice Carlos: «Cambian mucho de personal y es un poco todo como muy mecánico. No hay un trato personal como cliente de barrio». También han notado una subida en las visitas de los turistas, que se paran en el lugar al llamarles la atención la fachada. «El turismo te lo pone muy fácil. Se hacen fotos con la fachada. Es gente que viene a probar, y que en sus países los cortes de pelo son más caros», comenta Lucía.

Reivindican su modelo de negocio. «Nuestra peluquería es como el bar al que vas todos los días y no tienes ni que pedir tu café con leche. Aquí se sientan y ya sabemos lo que quieren», cuenta Lucía. Por eso, tienen ejemplos de clientes que llevan 20 años yendo a la peluquería.

Esto no significa que no hayan innovado, aunque su especialidad sean los cortes con tijera y navaja. «Estamos intentando acostumbrarnos a los tiempos. Nosotros sabemos hacer de todo, tenemos la maquinaria para hacer degradados o “mullets” [un peinado muy de moda que deja el cabello más largo en la parte frontal y posterior que en los lados]», explica Lucía.

También han contemplado cómo algunas personas pasaron a cortarse el pelo en casa tras la experiencia de la pandemia. «Tengo muchos clientes que eran calvos más o menos y venían aquí a pasarse la máquina hasta la pandemia, que se compraron una máquina en Amazon y no han venido más desde 2020», cuenta Carlos. La pandemia del covid para ellos fue dura, sobre todo al no tener el local en propiedad, sino en alquiler: «El edificio es de un propietario y nunca nos dieron la oportunidad de comprarlo. Hasta el 2000 era de renta antigua, pero luego ya no, y en la pandemia no nos bajaron nada», relatan Carlos y Lucía.

Al ser una peluquería para hombres, Lucía cuenta que en ocasiones ha sufrido cómo no querían que ella les cortara el pelo. «Hay pocas mujeres. Yo tengo hombres que no quieren cortarse el pelo conmigo por ser mujer. No muchos, pero todavía queda alguno», narra Lucía. «Escuchas ese comentario de “Ay, es que nunca me ha cortado el pelo una mujer”». La peluquera recuerda que la que peor lo pasó fue su madre, cuando entró en los años 80. «Ahí había muchos problemas, como gente que te decía que cómo le iba a tocar la cabeza una mujer». Y añade: «A veces echa para atrás, no es plato de buen gusto, pero hoy pasa mucho menos».