Mírala, Mírala
La Puerta de Alcalá, "curada" de patologías cinco siglos después de su construcción
El icono de Madrid, en su máximo esplendor, se despojará al completo, en pocos días, de la lona que ha cubierto su restauración
El icono de Madrid está listo para mostrarse en su máximo esplendor cinco siglos después de su construcción. En un espacio privilegiado del corazón de Madrid, como es la Plaza de la Independencia, y tras la intervención de un equipo de más de un centenar de profesionales –los mejores en sus especialidades arquitectónicas y artesanales–, la Puerta de Alcalá, de Francisco de Sabatini, el primer arco de triunfo moderno de Europa y Patrimonio Mundial de la Unesco, se despojará en pocos días, por fin, de la lona que ha cubierto el monumento durante once meses para dejar al desnudo su rehabilitación integral.
Como si se tratara de un regalo navideño para los madrileños, los restauradores creen que los trabajos estarán concluidos el día de Navidad y será entonces cuando se pueda apreciar el resultado de tantos meses de trabajo y dedicación. Mientras, los profesionales se afanan estos días en realizar los últimos remates que permitan cumplir con el calendario.
A 23 metros de altura, en lo alto del monumento, Blanca Morán, la jefa del Servicio de Restauración del Ayuntamiento de Madrid, explica con esmero la metodología empleada para la restauración que ha supuesto una combinación de métodos tradicionales con otros de última generación. «Hemos tenido un equipo de artesanos, restauradores, herreros, canteros, escultores... que han intentado entender cuál era la metodología de trabajo con la que Sabatini y los escultores hicieron este monumento y, de manera muy intuitiva, han tratado de reproducir esas técnicas». Pero, en el siglo XXI, esto ya no es suficiente. Por eso también se ha empleado tecnología puntera. «Hemos sometido a cálculo estructural las grapas, todos los grupos escultóricos o la estabilidad, como cuando se calcula la resistencia de un edificio», relata. Eso no ha sido todo. Los tratamientos que proponían los restauradores «han pasado ensayos químicos para comprobar que eran los adecuados y duraderos en el tiempo».
Incluso se han monitorizado otros aspectos más delicados, como las posibles vibraciones que pudieran afectar al monumento. No obstante, y aunque se espera que los trabajos de conservación perduren por tiempo, está previsto acometer un plan de mantenimiento.
Problemas de conservación
La restauración arrancó en enero de 2023 al constatar que la Puerta de Alcalá venía arrastrando problemas de conservación desde su construcción. De hecho, se había actuado en ella en numerosas ocasiones, pero hacía 30 años que no se abordaba una intervención en profundidad. Esta circunstancia ha obligado a realizar una exhaustiva investigación documental que ha permitido conocer detalles inéditos del monumento en los que, hasta ahora, no se había reparado, una labor en la que ha participado incluso el Instituto del Patrimonio Cultural de España.
La premisa del trabajo estaba clara: se trataba de hacer una intervención mínima sobre la Puerta de Alcalá. Tan solo se han reproducido elementos fundamentales para la estabilidad del monumento o su interpretación que pudieran haber desaparecido. Incluso se han conservado las marcas de los proyectiles que impactaron en la fachada tanto durante la entrada del ejército francés, en 1808, como de los Cien Mil Hijos de San Luis, en 1823, así como los de una batalla ocurrida casi al final de la Guerra Civil. Se conservan porque son parte de la historia.
Lo interesante de todo este trabajo es que estudiar a fondo el monumento ha permitido identificar las causas que originaban las patologías crónicas que padecía, como la que afectaba a la cubierta de plomo. No permitía transpirar la humedad y ahora se ha optado por sustituirla por otra visualmente similar, pero ventilada, de tal manera que el plomo no esté pegado a la base y corra el aire. Así, , cualquier humedad que se concentre en la cámara interior de la puerta puede encontrar salida, detalla a LA RAZÓN la responsable municipal.
En términos globales, la restauración se ha centrado en tres partes: los grupos escultóricos, la fachada y la cubierta de plomo.
Grupos escultóricos
Los grupos escultóricos, que con la distancia desde la que el viandante los contempla no se aprecian tan grandiosos, pero que resultan monumentales en la cercanía que proporciona verlos desde la cubierta, están compuestos de piedra caliza. Se trata de un material más blando que el granito, de ahí que hayan resultado más dañados que otros elementos.
Para hacernos una idea de los volúmenes, las panoplias (conjuntos de armas) pesan 8.000 kilos, y las virtudes (niños) 3.000 kilos.
«La cubierta anterior era demasiado impermeable y toda la humedad estaba siendo absorbida por los grupos escultóricos. Eso los dañaba mucho en su interior, por lo que ha sido necesario restaurarlos enteros y se ha revisado a conciencia su estabilidad», explica Blanca Mora.
Algunos secretos del modo de trabajar en la época de su construcción también han sido conocidos ahora: «las figuras estaban rellenas de todo tipo de materiales, como piedras o ladrillo y muchas de ellas estaban inestables. Ha habido que vaciarlas y recomponerlas y calcular como rearmarlas. Es decir, ha habido que poner una estructura al modo antiguo para poder garantizar esa estabilidad estructural. Todo eso ha sido un largo trabajo en el que han intervenido muchas personas porque cada pieza es única», incide Laura López, una de las arquitectas de ha estado al frente de la dirección de obra. «Cuando subimos nos dimos cuenta de la envergadura del proyecto. Ha sido como ver crecer a un niño, se nos ha hecho mayor y estamos bastante orgullos de él», dice con satisfacción.
De igual modo, también se ha conocido ahora que las esculturas fueron reforzadas en el momento de su construcción con elementos metálicos en su interior. Pero, antes de todo eso, todas estas figuras «se digitalizaron para calcular con programas de 3D la gravedad y el peso de cada pieza», añade la restauradora y conservadora Elsa Soria. Es por esto por lo que la restauración de los grupos escultóricos ha sido, precisamente, uno de los trabajos más laboriosos que se han abordado y que ha requerido de un análisis más pormenorizado. Sobre el granito que cubre la fachada también se ha acometido una importante labor de limpieza y ha habido que reintegrarlo en varias zonas. «Algunos tratamientos anteriores había provocado que algunas zonas fueran muy impermeables porque antes los criterios de restauración eran otros», puntualiza.
Unos metros más abajo, nos adentramos en la planta de capiteles, donde se precian tres leones coronando cada arco del escultor Roberto Michel, el mismo autor de los leones de la Cibeles. También ha sido necesaria limpiarlos y tratarlos al ser de piedra caliza.
Todos los que han trabajado en el proyecto coinciden en haberlo vivido como una experiencia única. Entre ellos José Fernández Álvarez, director general de la empresa Fernández Molina, encargada de la ejecución de los trabajos en la Puerta de Alcalá. «Ha sido una de las obras más interesantes que hemos realizado a lo largo de nuestra carrera profesional. Y no solo a nivel de estudio, sino también por la implicación de todo el mundo, más allá de la significación de la Puerta de Alcalá como monumento», dice tras una dilatada experiencia en labores de restauración de patrimonio, como la fachada del Congreso de los Diputados. Se ha cuidado mucho la ejecución y algunos canteros han reproducido de manera totalmente artesanal algunas de las piezas que han desaparecido de los grupos escultóricos. Y es que para sacar brillo y «curar» los daños a este espectacular monumento han venido incluso algunos de los profesionales que han trabajado en el Pórtico de la Gloria, de la catedral de Santiago.
Para Francisco Ruiz, otro de los arquitectos, lo más sorprendente ha sido «ir desentrañando los secretos que no conocíamos de cómo se trabajaba en el año de su construcción y darnos cuenta con el mimo con que se hacía». De momento, ya se han hecho ensayos de envejecimiento acelerado de muchos de los productos para intentar prever el comportamiento porque «tiene que durar otros 50 años». Pero si hay un hecho singular de esta restauración es que se ha permitido a los madrileños ser testigos directos a través de la actividad Madrid abierto por restauración. 12.000 personas han podido observar los trabajos a pie de andamio. Ahora queda ya que caiga totalmente la lona.
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