Política

El verdadero motivo por el que la mano derecha de Monasterio abandona Vox

Henríquez de Luna, Cuartero y Fúster, entre los posibles sustitutos de José Luis Ruiz Bartolomé

José Luis Ruiz Bartolomé conversa con Rocío Monasterio
José Luis Ruiz Bartolomé conversa con Rocío MonasterioGonzalo Pérez MataLa Razón

«Un día me compré un libro allá por 2010. El título era “Adiós, ladrillo, adiós”. No conocía a su autor. Se llamaba José Luis Ruiz Bartolomé. Me pareció un libro estupendo de alguien profesionalmente excelente, especialista en un tema que me interesaba y en el que yo trabajaba, que es el mundo inmobiliario, la construcción y el urbanismo. A partir de ese momento, hice todo lo posible por conocerle. Ocurrió en unas tertulias y, al final, acabé convenciéndole para que entrara en el Grupo de Vox en la Asamblea Madrid». Así relataba la portavoz del grupo parlamentario, Rocío Monasterio, como conoció al que hasta ayer fue su número dos en la Cámara de Vallecas: José Luis Ruiz Bartolomé. Después anunciaba, «con todo el dolor de mi corazón», su marcha de la política y su vuelta al sector privado.

Entró en el Parlamento regional en 2019 y, además de ser mano derecha de la también presidenta del partido en Madrid, ha ocupado la portavocía en comisiones como economía, presupuestos, vivienda o Radiotelevisión Madrid.

Abogado de formación, Ruiz Bartolomé se despidió ayer en la Asamblea convencido de que «ha llegado el momento en que debo volver a mi vida privada para proteger y cuidar a mi familia y mi carrera profesional». Recordó que ya cuando entró en política dejó claro que lo suyo iba a ser «un viaje de ida y vuelta» con idea de aportar durante un tiempo sus conocimientos y experiencia. Pero, para un político que viene de la empresa privada, «ver cómo Vox ha pasado de ser un socio necesario a sufrir el desprecio del PP con su mayoría absoluta es muy difícil. Sobre todo cuando en la anterior legislatura condicionó un Gobierno. Y cuatro años aguantando como el PP te desprecia...», reflexionaban fuentes cercanas al grupo parlamentario. A eso se añade la presión en torno a la demonización y el señalamiento que algunos diputados de Vox han confesado sufrir, en alguna ocasión, por militar en las filas del partido de Abascal, de la misma manera que había que sopesar la conveniencia de cuándo regresar a la empresa privada cuando lo que se pretende es que la política sea una ocupación temporal.

Ayer no se desveló quien podría sustituirle. Lo esperable es que el secretario general del grupo, Íñigo Henríquez de Luna o la diputada Ana Cuartero pudieran ocupar su puesto, pero podría darse alguna sorpresa, ya que en las quinielas también figura José Antonio Fúster, que llevó todo el peso del debate de la ley trans, o la diputada Isabel Pérez Moñino.

Aunque ayer sorprendió la noticia de su marcha, parece claro es que su hasta luego nada tiene que ver con una crisis interna, ni con el desencanto con el partido, ni con que Ayuso esté fagocitando el mensaje de Monasterio, como tampoco esto forma parte de una estrategia de la presidenta madrileña.

►Ruiz Bartolomé definió ayer a Monasterio como «una roca sólida en medio de la tormenta». Ésta prometió recuperarle para temas de vivienda cuando Vox llegue al Gobierno.

►El hasta ahora número dos de Monasterio detalló que «la cosa pública debe ser algo a lo que todos los ciudadanos deberían aspirar a servir, no para terminar sirviéndose de ella». Confesó que la influencia de Vox ha sido determinante.

►Fuentes del Ejecutivo autonómico niegan que haya una estrategia deliberada de Díaz Ayuso para debilitar a Vox al agitar con más fuerza en su discurso algunas de las banderas tradicionales del PP que recogió Vox. «Es su manera natural de hacer política y de afrontar las cosas», señalan.