La semana

Semana de Pasión de la izquierda: del hundimiento de Podemos al desgaste de Mónica García

El partido morado se ve débil frente a Sumar, mientras que el caso de su chalet pasa factura a la candidata de Más Madrid

La portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, Mónica García, atiende a los medios de comunicación antes de la manifestación convocada por entidades sociales, profesionales de la sanidad y organizaciones sindicales por la defensa del sistema sanitario público madrileño, a 26 de marzo de 2023, en Madrid .
La portavoz de Más Madrid en la Asamblea de Madrid, Mónica García, atiende a los medios de comunicación antes de la manifestación convocada por entidades sociales, profesionales de la sanidad y organizaciones sindicales por la defensa del sistema sanitario público madrileño, a 26 de marzo de 2023, en Madrid .Jesús HellínEuropa Press

Yolanda Díaz espera ser proclamada mañana candidata por Sumar a la presidencia del Gobierno en medio de una guerra fratricida en la ultraizquierda. El reparto de poder ha desembocado en una crisis extraordinaria entre la que fue protegida de Pablo Iglesias y el partido morado, con consecuencias en la contienda electoral madrileña. El órdago de éstos a la vicepresidenta para la celebración de unas primarias ha tensado las relaciones en las formaciones madrileñas de Podemos y Más Madrid, que se enfrentarán a la contienda electoral del 28-M. Las aspirantes a presidir la Comunidad, Alejandra Jacinto y Mónica García han intentado zafarse del conflicto a sabiendas de que el desencuentro no beneficia sus intereses electorales. Apenas han escenificado sus posturas a costa de posicionarse sobre su asistencia al acto que se celebra mañana, Domingo de Ramos, en Madrid.

La semana de pasión vivida por ambas trae la consecuencia de su posición en la foto con Díaz. Mientras la representante del partido de Errejón confirmó su asistencia, la de Podemos esperó instrucciones hasta ver el desenlace de las negociones con Sumar. La distancia entre ambas formaciones ha hecho añicos la situación aritmética de la ultraizquierda en Madrid, alimentando las expectativas de una mayoría absoluta para el PP.

El caso del chalet de Mónica García, en Cercedilla, además, ha desgastado a la líder de Más Madrid. A su descrédito político por el cobro del bono térmico que criticó a los demás, se ha unido la polémica por un inmueble asentado en unos terrenos públicos destinados a la construcción de un hospital. Desde 2019, el permiso que tenía para usar la vivienda está caducado, por lo que el municipio le reclama que la desaloje. El consistorio ha solicitado que entregue las llaves del chalet, de 200 metros y 2.000 de parcela, herencia de su madre y que comparte con dos miembros de su familia. De lo contrario, García podría enfrentarse a un desahucio.

Las polémicas que envuelven a la portavoz han ensombrecido su precampaña en el momento en el que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha acordado con los sindicatos el final de las protestas en la Sanidad. La representante de Más Madrid, que se aventura como la líder de la izquierda en la región, se queda sin la bandera con la que pretendía llegar a la cita electoral del 28-M y con los motivos para sus embestidas mermados.

Asumir más riesgos no parece ser el objetivo de Más Madrid, tampoco de Podemos, pese a que sus respectivas formaciones les marquen la agenda desde la atalaya nacional. Las autonómicas y municipales madrileñas tendrán consecuencias en el tablero nacional y los errores pueden aumentar la polarización en favor de Ayuso, que podría alcanzar la mayoría absoluta, según las previsiones demoscópicas.

Los sondeos avanzan el hundimiento de los morados en la región y la consolidación de Más Madrid como segunda fuerza política en la Asamblea regional, pero la debacle de Podemos podría arrastrar a los morados a la desaparición, lo que dificulta los pactos en el caso del partido de Errejón. De ahí que las portavoces en ambas filas hayan querido apartarse de la polémica generada entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz por lograr la reorganización de la izquierda. El posicionamiento es peligroso en una contienda que será la antesala de las elecciones generales. No en vano, el montaje de mañana, más centrado en sumar poder que programa, no supondrá, en ningún caso, la unión de la ultraizquierda en la región, ya que Podemos y Más Madrid concurren por separado a la cita electoral con un PSOE que se ha mantenido al margen de las luchas. El candidato Juan Lobato ha evitado entrar en la crisis auspiciada desde el bloque socialista del Gobierno, que permitió a Yolanda Díaz auparse como líder de la ultraizquierda en la moción de censura presentada por Vox en el Congreso.

En el Ayuntamiento de Madrid el escenario es parecido para ambos a excepción de la endeble presencia de Ciudadanos. El candidato de Podemos a Cibeles, Roberto Sotomayor, condenado a una irrelevancia mayor, según los sondeos, no sólo no logra rascar votos suficientes en la izquierda si no que Rita Maestre, la líder de Más Madrid, parece consolidar el espacio alternativo al PSOE, incluso superar a éstos. Los socialistas quedan relegados al furgón de cola en el camino hacia el sillón municipal madrileño después del desastre andaluz.

En Ciudadanos se aferran a los sondeos propios y externos para continuar con una precampaña irrelevante. La vicealcaldesa y candidata a la alcaldía, Begoña Villacís, observa cómo concejales suyos coquetean con el PP de cara a la elaboración de las listas electorales e incluso a puestos intermedios en la próxima legislatura. Podría interpretarse que, siguiendo los pasos que a ella misma le pasaron una enorme factura política, algunos lo hacen incluso fuera del plano oficial pese a aparentar una unión sin fisuras con la líder de los naranjas. El temor a quedarse fuera de Cibeles por el derrumbamiento del partido está causando estragos en los pasillos del consistorio, donde se observa la proyección hacia la mayoría del alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Abandonado por Vox en la aprobación de las cuentas públicas, el popular ha iniciado la precampaña hacia un gobierno en solitario con la delgada sombra de los pactos pisándole los talones.