Un madrileño en el Mundial de MMA de Tailandia
De víctima de un atraco con 14 años a campeón en artes marciales una década después
El «striking» de Javier Cabrera ha conquistado los rings y pronto competirá en el Mundial de Tailandia. «Este deporte me aporta disciplina y serenidad», confiesa
Todo comenzó en un centro comercial de Las Rozas. Javier Cabrera tenía 14 años y fue víctima de un atraco. «Dos personas que eran mucho mayores que yo utilizaron la fuerza para intentar robarme el móvil y el dinero que llevaba encima. Durante los 30 minutos que duró la agresión conseguí resistir hasta que al final pude pedir ayuda a otras personas que estaban cerca», relata a este diario. Una vez pasado el susto y cuando se encontraba a salvo, lo primero que hizo fue llamar a su madre para contarle lo sucedido: «Lo que me dijo fue: ‘‘Tienes que apuntarte a alguna actividad de defensa personal’’».
Dicho y hecho. Diez años después, este joven madrileño otrora «delgadito y chiquitín» es ahora todo un «toro» de fuertes brazos y vientre de roca que a principios de diciembre competirá en el Mundial de MMA que se celebrará en Bangkok entre el 6 y el 10 de diciembre. Javier nos atiende desde la capital tailandesa donde se encuentra inmerso en los entrenamientos para la gran competición, su primer gran combate.
Para quienes no conozcan el MMA (Mixed Martial Arts), se trata de un deporte que en España tiene cada día más adeptos y que consiste en una combinación de diversas disciplinas de artes marciales y combate: «Se permiten técnicas variadas como golpes (‘‘striking’’) patadas, puños, rodillazos, codazos... así como otras para pelear en el suelo o agarres (‘‘grappling’’) derribos, lanzamientos, llaves articulares y también una combinación de ambas: agarres con golpes (‘‘ground and pound’’). Es el deporte de combate de más rápido crecimiento en la última década», aclara Javier.
Este joven madrileño residente en Pozuelo conoció esta disciplina a través del famoso luchador Conor McGregor: «Su personalidad hizo que me enganchase a él, a su estilo y al deporte que practicaba». «Yo, como deportista, lo descubrí a los 17 años en Toronto, Canadá, mientras estudiaba inglés allí durante una temporada. Ya había hecho muay thai y decidí aprender MMA, pero de un modo más recreativo. Fue en plena pandemia de la covid cuando comencé a practicarlo de un modo más serio, ya que los gimnasios eran uno de los pocos sitios a donde se podía salir», recuerda. Su entrenador, Pablo Ortín, y su equipo, Santa Dolores Team (que actualmente cuenta con un centenar de socios), asegura que se han convertido desde entonces en «mi segunda casa».
En estos siete años, Javier los ha dedicado a formarse y participar en «veladas», como llaman a las competiciones. Su récord actual como amateur es de 5-1, cinco victorias y una derrota.
Fue hace unas semanas cuando, mientras se encontraba en Indonesia, recibió una llamada inesperada: «Estaba en Bali, donde había ido de vacaciones y me había quedado un tiempo más para entrenar en los gimnasios de allí, donde he descubierto a profesionales increíbles. Al colgar no me lo podía creer, me habían seleccionado para participar en el campeonato del mundo de GAMMA (Global Association of Mixed Martial Arts), donde competiré en la categoría de 61 kg», explica con emoción por formar parte de la selección española en la que compiten 16 hombres.
Aunque en España el MMA es todavía un deporte minoritario y un tanto desconocido, «el nivel de crecimiento es exponencial», apunta el deportista. De hecho, detalla que, actualmente «tenemos tres luchadores en la promotora más grande del mundo (UFC) y han anunciado que pronto serán más. Ilia Topuria, uno de los más conocidos, es de origen hispanogeorgiano y entrena en España, pronto estará compitiendo por el cinturón y título en la categoría de 66 kilos de UFC, que es lo máximo a lo que se puede aspirar como luchador», añade el madrileño. Además, la UFC ha anunciado que en 2024 hará un evento por primera vez en España y probablemente sea en el estadio Santiago Bernabéu.
[[H2:La «pesadilla» de los kilos]]
En nuestro país no existe una Federación de MMA como tal, sin embargo, desde la AEMMA (Asociación Española de MMA), que a su vez pertenece a GAMMA (que es la organización que realiza el mundial), aseguran que están trabajando para conseguirla pronto.
Javier, pese a su deseo de poder vivir de este deporte, compagina los entrenamientos con trabajos temporales que le ayudan a pagar las facturas. Y es que las victorias que suma en los combates todavía no le sirven para llegar a fin de mes. «Apenas recibo dinero por pelear, de hecho, me cuesta dinero a mí», dice entre risas este joven licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del deporte (CAFYD). Pese a ello, aunque él todavía no pueda hacerlo, hay muchos luchadores «top» que sí viven del MMA.
«En España es más complicado, estamos mejorando mucho para que dentro de poco se pueda. En mi caso, como amateur, no recibo ninguna bolsa, solamente una comisión por entrada vendida. Pero, en general, los profesionales en España suelen recibir por pelea una pequeña bolsa (entre 500 y 1.500 euros) así como comisión por entrada. Por otro lado, luchando para promotoras más competentes se puede llegar a recibir mucho dinero por pelea, pero todo va en función de lo que vendas», asevera. Es más, en la UFC, la promotora más grande del mundo, los luchadores que menos reciben suelen rondar los 15.000 euros por pelea y los mejores combatientes pueden llegar a cobrar hasta un millón». Si se suelen hacer unas cuatro o cinco peleas al año, echen cuentas.
Para Javier, «este deporte, dentro de los de combate, es el más completo que existe porque hay mucha variedad de técnicas, movimientos, estrategias… es imposible aprenderlo todo. Quizás este sea el punto diferenciador respecto a todos los demás, cada deportista suele salir a pelear con técnicas muy diferentes».
A él, personalmente, le aporta en su día a día disciplina, concentración, así como serenidad y control en cualquier situación «y eso me viene fenomenal porque soy una persona muy impulsiva». En el lado opuesto, lo que le supone un mayor quebradero de cabeza «son los cortes de peso antes de la competición». Los luchadores suelen bajar entre 10 y 15 kilos para cumplir con la báscula, «en mi caso, a nivel amateur, peleo en 61 kilos por lo que apenas bajo 2 o 3 kilos, pero en nivel profesional pelearé en la categoría de 57».
Otro de los aspectos más complejos son los duros entrenamientos a los que se somete para llegar a la cima: «Entreno por la mañana y por la tarde, al día siguiente te levantas muy dolorido, pero tienes que seguir. Y así hasta el sábado. Ahora mismo hago una media de 10 o 12 entrenamientos a la semana».
Lesiones y sangre
Entre sus puntos fuertes está el «striking»: «Tengo una lucha en pie muy depurada, además recibo pocos golpes que es importante. Por otro lado, la mente también juega a mi favor en este deporte, hay que saber separar muy bien los pensamientos negativos».
Una afirmación que contrasta con quienes piensan que en el MMA lo importante es solo dar «buenos golpes» al rival. «Yo no lo calificaría como violento, sino como arte. Es un deporte en el que mides tus habilidades con las del contrario y consigues sacar lo mejor de ti. Es verdad que hay golpes, lesiones y sangre, pero todo con el objetivo de superar en habilidades a tu rival. Mi estilo de pelea es un poco lesivo porque doy muchas patadas y casi siempre salgo con las piernas muy doloridas o lesionadas, pero nunca una lesión grave», reconoce.
Y sus padres lo agradecen porque, en casa, el hecho de que Javier haya decidido dedicarse a este deporte no sentó demasiado bien, ya que temen que pueda recibir un mal golpe. «Mi hermano mayor que es neurocirujano y mi padre, que ejerce de cardiólogo saben bien el riesgo que esto conlleva, pero aun así me apoyan». Su madre todavía le pide que lo cambie por otra afición o profesión, «y eso que fue por ella por quien comencé a interesarme por las artes marciales después de aquel atraco», comenta con guasa.
Pero han pasado los años y lo que en un principio fue para Javier una afición se ha convertido en algo mucho más serio, para disgusto de su progenitora: «Nunca pensé en dedicarme a ello profesionalmente, pero midiéndome con gente muy buena y comprobar que les superaba en todos los aspectos, creo que tengo potencial para llegar lejos. Además, creo que mi carisma es otra de mis cualidades que gusta a la gente y otro punto a mi favor». De hecho, ya tiene en mente planes para «montar» algo en el futuro relacionado con este arte marcial, y, por supuesto, sería en Madrid «un lugar donde este deporte puede ser visto con buenos ojos».
Eso sí, de momento, en lo que está centrado es en el Mundial de diciembre en Tailandia y no quiere desconcentrarse con otros asuntos. Estos días entrena con los «mejores» para conseguir su primer gran título y quizá a convertirse en el futuro en una de las estrellas a las que ahora admira. Además, confía en que en no mucho tiempo, este deporte quizá se convierta en Olímpico. Tiempo al tiempo. Partido a partido o, mejor dicho, combate a combate.
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