Medio Ambiente

Vuelven las protestas contra el cambio climático

Los movimientos juveniles se han adaptado a la pandemia. Los hastag, las convocatorias online y los correos masivos han sustituido a las movilizaciones en su medio natural: la ciudad. Este otoño, sin embargo, han empezado tímidamente a recuperar sus acciones, aunque adaptadas a las restricciones sanitarias y a la espera de ver si volverán a tener el mismo éxito que hace un año

El día 2 reprodujeron la subida del nivel del mar. Un informe de hace un año afirma que 30 millones de personas están en riesgo
El día 2 reprodujeron la subida del nivel del mar. Un informe de hace un año afirma que 30 millones de personas están en riesgoLa Razón

No hace siquiera un año, Greta Thunberg se veía obligada a escapar de una manifestación en Madrid convocada por los movimientos juveniles de lucha contra el cambio climático. Entonces, las movilizaciones se sucedían en todo el mundo, millones de jóvenes llenaban las calles reivindicando políticas decididas para enfrentarse a un fenómeno que a ellos les toca de lleno. Aunque de la última Cumbre del Clima se fueron con la sensación de que mucho caso no se les hace, la calle era suya, la habían conquistado.

Luego llegó la pandemia, haciendo mella también en estos movimientos nacidos al aire a libre. Con las restricciones, la acción se trasladó al formato digital. Porque «estar en casa» no significaba estar en silencio. Las protestas de los viernes se adornaron con un hastag: #ClimateStrike. El objetivo seguía vivo: crear conciencia y formas tangibles para que las personas se involucren en la lucha contra el calentamiento global. El Día de la Tierra, el 22 de abril, los jóvenes celebraron una «marcha digital» de 72 horas transmitida en vivo, a la que asistieron más de 200.000 espectadores. El uso de la vía pública fue sustituida por juegos de luces creados por linternas y proyecciones de sombras desde el balcón para simular manifestaciones reales debajo de cada balcón.

Las movilizaciones en formato digital no han parado en ninguna parte del mundo estos meses. En Nueva York «se realizó una acción de envío masivo de correos con una noticia falsa que era tan llamativa que la gente lo habría y se encontraba con un mensaje de lucha clmática. Incluso en Reino Unido o Alemania se han realizado envíos de emails a diputados y políticos y se les ha llamado por teléfono», dice Jaime Lara, miembro de la organización Extinction Rebellion. Sin embargo, esta variedad online tienen sus limitaciones, admite Lara. «Es menos permeable socialmente, tiene éxito en determinados nichos sociales, mientras que para otros resulta inaccesible».

OTOÑO

Quizá por eso, el deseo de volver a la calle ha seguido estando ahí todos estos meses. «Hay ganas, pero con la situación actual es difícil por un tema de responsabilidad. Y aunque se organicen acciones tener la misma capacidad de movilización de antes no será posible hasta que se solucione la situación actual», dice Pere Joan, portavoz de Juventud por el Clima.

Los principales movimientos habían planificado volver con acciones este otoño, que prometía iba ser de aparente «normalidad». A finales de septiembre Greta publicaba en su cuenta de Twitter una llamada a la movilización en 3.100 puntos de planeta para pedir que la recuperación económica de la pandemia no se olvide de ser justa y sostenible. También Extinction Rebellion, el movimiento de desobediencia civil comenzó a programar sus acciones ese mes. Reiniciaron su actividad en Reino Unido, Polonia, Italia, Francia.

En España en principio se fijó el inicio de la actividad para octubre, pero la confusión con las restricciones de entonces les ha obligado a posponerlo.

Ha sido esta semana cuando han convocado varios actos simbólicos en Madrid, que concluyen hoy. Todo siguiendo las medidas de seguridad anti Covid y en un momento de gran incertidumbre ante un nuevo confinamiento. Sin embargo, la seguridad de que la pandemia va para largo, les ha animado a seguir recordando en la calle esa otra gran crisis, la climática. «Nuestro objetivo ha sido siempre que los gobiernos sientan ese mismo conflicto, colapso o malestar que notarán sus ciudadanos con el calentamiento global. La última acción que hicimos en la calle fue en enero, por los incendios de Australia y estábamos preparando para abril una por los cien días de gobierno. Cuando se decretó el estado de alarma decidimos que la mejor manera de luchar contra el virus era parando las movilizaciones», explica Lara.

PEGADOS A LA CIENCIA

Han coordinado diferentes performance en varios puntos de la capital, a las que convocan como siempre por redes sociales. Sus reivindicaciones van pegadas a los estudios científicos y por supuesto, también a la pandemia. El domingo colocaban delante del Congreso de los diputados, varios cuerpos y pancartas en las que se podía leer que la inacción es igual a muerte. El miércoles reclamaban ante el ministerio de Agricultura la protección de la biodiversidad, que aseguran es equivalente a salvaguardar la salud humana. Casualmente hace unos días, un nuevo informe de la Plataforma In ter gubernamental de Ciencia y Políticas obre Bio diversidad y Servicios de los E cosiste mas (IPB ES) alertaba de que hay 850.000 virus desconocidos que podrían causar pandemias. «Las actividades humanas que impulsan el cambio climático y la pérdida de biodiversidad también generan riesgo de pandemia», decía Peter Daszak, uno de los responsables del informe.

Hoy, día de la última convocatoria, piden al gobierno la implementación de una Asamblea Ciudadana por el clima. Algo que ya es una realidad en países como Francia, Suecia, Irlanda o Reino Unido. Lo que quieren dejar claro estos días y con estas acciones nada multitudianrias es que, a diferencia de otros grupos que están causando disturbios, hay una corriente de juventud pacífica, solidaria y preocupada por la Emergencia Climática. Un fenómeno que no se ha detenido con el virus. De hecho, un informe alerta de que a pesar del descenso de las emisiones sucedidas durante el confinamiento, para lograr algún cambio significativo habría que mantener estos niveles de reducciones cada año durante al menos la próxima década.

El futuro de las movilizaciones es incierto también para ellos. Y aunque esperan recuperar alguna de sus grandes convocatorias en primavera si el virus lo permite, nadie sabe cómo será la respuesta. En el caso de Extinction Rebellion con más razón es todo un reto si se tiene en cuenta que el objetivo de esta organización es que al menos el 2,5% de la población de cada territorio donde trabajan se movilice por el clima en las calles.

¿QUÉ FUE DE GRETA?

Con la de titulares que ha acaparado Greta en 2019, este año casi parece que ha desaparecido del mapa. En realidad ha vuelto a clase, aunque sigue manifestándose, después de un año sabático. La decisión de apartarse de la primera línea del movimiento la tomó cuando acabó la Cumbre del Clima de Madrid en diciembre. Su idea era ceder su protagonismo a quienes dentro del movimiento pueden contar incluso como testigos de primera mano lo que está ocurriendo con el calentamiento global. Sin embargo, su año sabático no ha estado exento de reuniones de alto nivel y alguna que otra bronca a los líderes políticos. Por ejemplo, a finales de verano, se reunión con la canciller alemana Angela Merkel.