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Medio ambiente
Alerta climática mundial: los gases de efecto invernadero alcanzan nuevos máximos históricos en 2021
La Organización Meteorológica Mundial registra el mayor aumento de las concentraciones de metano desde el inicio de las mediciones
Los niveles atmosféricos de los tres principales gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) alcanzaron el año pasado nuevos niveles récord, lo que supone “otra advertencia amenazante del cambio climático”, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Además, las concentraciones de metano llegaron a su mayor incremento interanual desde que comenzaron las mediciones sistemáticas hace 40 años. La razón de este incremento excepcional no está clara, pero parece ser el resultado de procesos tanto biológicos como provocados por las actividades humanas.
Así se recoge en el último 'Boletín de gases de efecto invernadero', que publica anualmente la OMM y que esta agencia de la ONU especializada en el tiempo, el clima y el agua hizo público este miércoles, a menos de dos semanas de que comience la 27ª Cumbre del Clima -conocida como COP27- en Sharm el-Sheikh (Egipto).
El aumento de los niveles de dióxido de carbono registrado entre 2020 y 2021 fue superior a la tasa media de incremento anual del último decenio. Las mediciones de la red de estaciones de la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) de la OMM muestran que estos niveles siguen creciendo en 2022 en todo el planeta.
Entre 1990 y 2021, el efecto de calentamiento del clima (denominado “forzamiento radiativo”) provocado por los gases de efecto invernadero de larga duración aumentó casi un 50 %, incremento al que el dióxido de carbono contribuyó en aproximadamente un 80 %.
En 2021, las concentraciones de dióxido de carbono fueron de 415,7 partes por millón (ppm), las de metano, de 1.908 partes por mil millones (ppmm), y las de óxido nitroso, de 334,5 ppmm. Estos valores constituyen, respectivamente, el 149 %, el 262 % y el 124 % de los niveles preindustriales, que corresponden a las concentraciones existentes antes de que las actividades humanas empezaran a alterar el equilibrio natural de esos gases en la atmósfera.
El Secretario General de la OMM, profesor Petteri Taalas, declaró que “el Boletín de la OMM sobre los Gases de Efecto Invernadero ha puesto de manifiesto, una vez más, el enorme reto —y la necesidad vital— de adoptar medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que la temperatura mundial aumente aún más”.
Advirtió de que “el continuo aumento de las concentraciones de los principales gases que retienen el calor y la aceleración sin precedentes de la acumulación de metano en la atmósfera muestran que vamos en la dirección equivocada”.
Asimismo, señaló que “existen estrategias rentables para hacer frente a las emisiones de metano, especialmente las del sector de los combustibles fósiles, y deberíamos aplicarlas sin demora. Sin embargo, el metano tiene un período de vida relativamente corto, menor a diez años, por lo que su efecto en el clima es reversible. La prioridad principal y más urgente es reducir las emisiones de dióxido de carbono, que son la causa principal del cambio climático y de los fenómenos meteorológicos extremos asociados y repercutirán en el clima durante miles de años, al inducir la pérdida de hielo polar, el calentamiento de los océanos y el aumento de nivel del mar”.
“Tenemos que transformar nuestros sistemas industriales, energéticos y de transporte, y todo nuestro estilo de vida. Los cambios que deben aplicarse son asequibles desde el punto de vista económico y viables en el plano técnico. El tiempo se agota”, aseguró el profesor Taalas.
Dióxido de carbono (CO2)
El dióxido de carbono atmosférico alcanzó en 2021 el 149 % de los niveles preindustriales, principalmente a causa de las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles y la producción de cemento. Las emisiones mundiales han repuntado desde que terminaron los confinamientos de 2020 debidos a la pandemia de COVID-19. Del total de las emisiones causadas por actividades humanas durante el período 2011-2020, cerca del 48 % se acumularon en la atmósfera, el 26 % en los océanos y el 29 % en la tierra.
Resulta preocupante la posibilidad de que, a la larga, los océanos y los ecosistemas terrestres pierdan eficacia como “sumideros” y ello merme su capacidad para absorber dióxido de carbono y evitar aumentos de la temperatura aún mayores. En algunas partes del mundo ya se han detectado ecosistemas terrestres que han dejado de ser sumideros y se han convertido en fuentes de dióxido de carbono.
Metano (CH4)
El metano atmosférico es el segundo gas que más contribuye al cambio climático. Su concentración es el resultado de la interacción entre múltiples fuentes y sumideros superpuestos, por lo que es difícil cuantificar las emisiones por tipo de fuente.
Desde 2007, la concentración media mundial de metano atmosférico ha aumentado a un ritmo acelerado. Los incrementos anuales de 2020 y 2021 (15 y 18 ppmm, respectivamente) son los mayores desde que se iniciaron las observaciones sistemáticas de este gas en 1983.
La comunidad científica mundial dedicada al monitoreo de los gases de efecto invernadero aún investiga las causas. Los análisis indican que las fuentes biogénicas, como los humedales o los arrozales, son las que más han contribuido desde 2007 al nuevo aumento de los niveles de metano. Aún no se puede afirmar que los aumentos extremos de 2020 y 2021 constituyan una retroalimentación climática: en un contexto de aumento de las temperaturas, la materia orgánica se descompone más rápido, y si esta descomposición se produce en el agua (sin oxígeno), se generan emisiones de metano. Por tanto, si los humedales tropicales se vuelven más húmedos y cálidos, es posible que se produzcan más emisiones.
Estos aumentos extremos también podrían deberse a la variabilidad natural interanual. En los años 2020 y 2021 se produjeron episodios de La Niña, que se asocian a una mayor pluviosidad en los trópicos.
Óxido nitroso (N2O)
El óxido nitroso es el tercer gas de efecto invernadero más importante. Sus emisiones atmosféricas provienen de fuentes naturales (en torno al 57 %) y fuentes antropógenas (aproximadamente el 43 %), como el océano, el suelo, la quema de biomasa, el uso de fertilizantes y diversos procesos industriales. Su incremento entre 2020 y 2021 fue algo mayor que el observado entre 2019 y 2020, y superior a la tasa media de aumento anual del último decenio.
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