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La contra

«La naturaleza a su libre albedrío es única, pero no somos ardillas»

Fernando Nájera

Paisajista y arquitecto

Fernando Nájera
Fernando NájeraFernando Nájera

Los jardines de Fernando Nájera imitan a una naturaleza en miniatura con sus rocas, pequeños recursos de agua, plantas y árboles que sombrean... «Dependen del agua de lluvia (y de riegos en las épocas más duras) y necesitan poca intervención humana para alcanzar su plenitud», explica. Se llaman jardines naturalistas, aunque no son enemigos de la estética. Tampoco pugnan contra la naturaleza libre y soberana; pese a lo que crean algunos. A fin de cuentas, la labor de un paisajista es que naturaleza y ser humano se lleven bien. Para jardines, dice, ya están en los que se meten los políticos.

¿Qué significa su sello de jardín naturalista?

Los jardines naturalistas que hago pretenden estar muy integrados en el medio en que se implantan –es decir, acordes al clima y suelo disponible– y, por otro lado, ser en sí mismos pequeños ecosistemas relativamente autosuficientes.

¿Nos hemos cargado el equilibrio natural?

El ser humano se ha cargado el equilibrio natural en muchos ecosistemas. Pero otros muy apreciados son fruto de nuestra intervención. Hemos generado paisajes nuevos, como la dehesa, que no funcionan con un equilibrio natural, sino humano. Estamos en una encrucijada: ¿podemos mejorar la naturaleza o no es ético, y hay que dejarla estar…?

¿Dónde habría que «poner» más jardines?

Naturalmente donde más haga falta, que por regla general es donde más utilitaristas nos hemos vuelto, plazas, terrazas, calles… nidos de asfalto en general. Nos hemos acostumbrado a que no haya verde en las calles, fiándolo todo a un arbolado muchas veces mal dimensionado. Los jardines no se limpian con hidrolimpiadoras y baldeos, requieren más cariño. Hay que ajardinar con cabeza, pensando que es un espacio vivo, estudiando cómo se usará y qué recursos habrá para mantenerlo.

Menciona el proyecto de jardín del Hospital La Paz. ¿Cómo se relacionan jardín y salud?

Primero el Hospital La Paz, después el Niño Jesús y, desde hace tiempo en San Louis o Chicago, son numerosos los ejemplos de hospitales que han querido humanizar la estancia de sus pacientes más jóvenes con espacios de juego íntimamente unidos con la naturaleza. Es curioso que llamemos humanizar el espacio a construir ambientes «no humanos», ¿verdad? Pero hay muchos estudios sobre sus beneficios en la mejora de los tiempos de recuperación. No hablamos de un jardín curativo, pero sí ayuda a que nos curemos.

Hay quienes critican el intervencionismo de cualquier tipo…

La naturaleza a su libre albedrío es maravillosa, única e inimitable. Pero no somos ardillas, ni zorros, ni siquiera chimpancés. El ser humano es un animal físicamente muy vulnerable que se sirve de la tecnología para prosperar. Y eso lleva inevitablemente a la modificación del entorno. Por tanto, allá donde habitemos será casi obligatorio que intervengamos sobre esa naturaleza, «ajardinándola» de modo que no tenga plantas tóxicas, no se desborde sobre nuestras casas o no arda por un rayo. Esto no quita que debamos intentar preservar la mayor cantidad de ecosistemas naturales tan cerca como podamos, porque son máquinas casi perfectas que se autorregulan y nos recuerdan que no somos más que burdos imitadores.

Todavía hoy se plantan especies no autóctonas... ¿Cómo evitar los atropellos paisajísticos?

Soy crítico con el concepto autóctono. Nada ni nadie es autóctono. No lo son los olivos, que vienen de Asia menor, ni lo es el tomate que viene de América. Ni lo somos nosotros, que como especie venimos de África. Pero hay que tener mucho cuidado con especies que no solo son alóctonas, sino que además son invasivas y suplantan a sus primas ya establecidas. Estas primas también pudieron emigrar, pero ya llevan aquí tanto tiempo que las hemos adoptado y forman parte de nuestro paisaje. Así que el debate parece estar más bien en cuáles vamos a permitir entrar y cuáles queremos retirar. Hoy en día, los responsables de parques, jardines y repoblaciones forestales tienen numerosa bibliografía como para no repetir desastrosas actuaciones llevadas a cabo en el pasado. No solo por el origen de las especies, sino por su densidad, voracidad, poco valor estético, alto potencial incendiario o escaso desarrollo de raíces para evitar la erosión.

¿Los políticos entienden el urbanismo verde?

Sinceramente, y salvando algún honroso ejemplo, no entienden nada, de hecho lo entienden al revés. He visto renaturalizar medianas con césped artificial, hacer parques sostenibles porque tienen una pérgola con placas solares o ajardinar bulevares multiplicando por dos la superficie solada. El verde es moda. Poner «Green» o un «Eco» delante venden. Y eso no es urbanismo ecológico o responsable. Pintar asfalto de verde no lo hace más sano, como mucho logra que haya que repintarlo cada dos años. Pero asumir que un urbanismo verde requiere un tiempo de implantación lento, un desarrollo lento y un rédito político tan solo aprovechable por un lejano sucesor es algo que todavía no se acepta.

¿Qué plantearía para mejorar lo que viene de lo público?

Lo público debería pensar a 10 años vista, no a tres y una campaña. No podemos tolerar que el dinero púbico se malgaste en intervenciones penosas y de tintes políticos. Hacen falta equipos multidisciplinares que aborden la jardinería pública con el mismo rigor y compromiso que se aplica en la obra privada, donde hay magníficos proyectos en marcha.

Perfil

Jardines naturalistas, pero «tecno»

«Vivo de lunes a viernes en las afueras de Madrid, pero Segovia y Ávila son mis mayores campos de pruebas, con climas difíciles, suelos muy exigentes y una variedad de paisajes estimulante. Cada vez que puedo, sorteo el sistema central para cuidar de mi propio jardín experimental en una dura tierra de pinares». Graduado en Arqueología por la Complutense y de Friburgo (Alemania), proviene de una familia fuertemente vinculada con la gestión forestal. Esto le llevó a formarse como paisajista por la Escuela Castillo de Batres. El estudio que lleva su nombre se diferencia por la aplicación al paisaje de las nuevas tecnologías y la pasión por el diseño naturalista. Compagina sus proyectos con ser Secretario General de la Asociación Forestal de Segovia.