
La contra
Verano
Planeta Tierra

Inevitablemente, como en años anteriores a estas alturas del año, hay que hablar del verano, que ya comenzó astronómicamente el pasado 21 de junio. Y que en la secuencia vital que seguimos casi todos, entra en estos días en su fase más grata de vacaciones casi generalizadas.
Personalmente, tengo el verano como la mejor estación del año. No me importa mucho el calor… que a veces se nota un tanto cuando deja de funcionar el aire acondicionado.
Hoy, para mí, en circunstancias no tan lisonjeras, física y anímicamente como antes, uno disfruta de los largos anocheceres, cuando cabe re-cordar al inefable Marqués de la Valdavia de mis tiempos jóvenes. Era una persona reflexiva, y que antes del calentamiento global dijo aquello de tanta sabiduría, porque era muy friolero: “lo malo de Madrid en el verano, es que por las noches refresca”.
Aprovecho los meses estivales para visitar a mis amigos con fincas, que me ofrecen una, dos o más jornadas de asueto en ellas. Cambiando de aires, y sobre todo, lo que a mí me resulta más placentero: recorrer los paisajes de amplios valles boscosos y verdaderos desiertos demo-gráficos, percibir con gusto en el pensamiento sabores fuertes como el del gazpacho, sobrepuesto por el salmorejo, con aromas que nos llegan desde lo profundo de la Historia.
Aparte de todo eso, nos prometemos trabajar en el verano en cosas nuevas, que estaban esperando su turno en la lista de quehaceres apla-zados. Y es ahí donde más fallamos, porque el estío también es para relajarse de un estrés que acosa a más de la mitad de nuestros com-patriotas.
Feliz verano, pues, a los lectores de Planeta Tierra, durante el ventu-roso estío.
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