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La contra

Los productores reciben un precio que cubre todos sus costes

Álvaro Goicoechea

Director de Fairtrade Ibérica

Álvaro Goicoechea, director de Fairtrade Ibérica
Álvaro GoicoecheaFAIRTRADE

Los productos de comercio justo ya no son una rareza que solo se encuentra en tiendas especializadas, ni algo que se adquiere casi como un acto caritativo o solidario. Desde los años 80 en que se abrieron las primeras tiendas de comercio justo en España, con una oferta limitada al café, el cacao y poco más, hasta hoy en que hay disponibles productos con hasta 172 materias primas, han cambiado muchas cosas. Tanto como que se pueden adquirir en pequeños comercios en grandes almacenes convencionales e, incluso, en plataformas de venta online. Una buena parte llevarán la etiqueta Fairtrade, la certificación de comercio justo líder mundial, la que acredita un mayor número de productos y empresas a nivel internacional y que en España supone el 95% del comercio justo.

¿Que acredita que un producto lleve la etiqueta Fairtrade?

Que todos los elementos que forman parte de la cadena de aprovisionamiento, desde el productor de la materia prima hasta que llega al consumidor, están trabajando con los mismos requisitos y rigurosos estándares ambientales, sociales y económicos, que son revisados anualmente y auditados de manera independiente. Es una garantía de transparencia y trazabilidad, con la que nos aseguramos de que el consumidor, cuando vea este sello, se quede tranquilo sobre cómo se ha fabricado ese producto.

¿Y qué tal les va en el mercado?

Lo cierto es que estamos en un momento muy importante, que podríamos definir como de tormenta perfecta. Porque, al mismo tiempo que tenemos un consumidor cada vez más consciente y más responsable sobre sus actos de compra y que también exige a las empresas que apuesten por la sostenibilidad, estas misma empresas están apostando de motu proprio por desarrollar políticas de compra y abastecimiento más responsables. Y no solo por criterios generales, como los ODS o las políticas ESG, (Ambientales, Sociales y de Gobernanza, por sus siglas en inglés), sino porque hay unas normativas y legislaciones cada vez más exigentes. Eso nos permite asegurar dos cosas: una, que la sostenibilidad ha llegado para quedarse y que poner bienes y servicios sostenibles a disposición de los consumidores tiene que formar parte del modus operandi de las empresas; y, dos, que en la mente de estos consumidores está hacer actos de compra responsables. Es un momento en el que todos tenemos que ir de la mano.

¿Es mucho obstáculo que los productos de comercio justo suelan tener un precio más alto?

Si nos comparamos con el primer precio de la distribución, evidentemente somos un precio más alto. Y sabemos que es absolutamente impensable que el 100% de los consumidores vayan a comprar mañana artículos de comercio justo, porque también hay que entender las casuísticas económicas de las familias. Por eso, tenemos que entender e informar de lo que hay detrás de ese precio, invitarles a que den la vuelta al envase y sepan cómo está fabricado y de dónde viene. Hay marcas y cada uno opta. Pero hay más.

¿Qué más?

La etiqueta acredita que ese precio internaliza todos los costes e impactos, tanto internos como externos, los sociales y los ambientales. Ahí no entran ni campañas de publicidad o marketing. Nosotros no gastamos en eso, sino en defender nuestro trabajo y en asegurar cómo se ha fabricado el producto y los beneficios que incorpora.

¿Qué beneficios son y cómo mejoran la vida de los productores?

Todos los productores de las materias primas, café, cacao, azúcar, algodón, etc., son cooperativas certificadas por Fairtrade, que están en el llamado Sur Global, Latinoamérica, África y Asia, que funcionan democráticamente y cumplen los requisitos legales que les permite tener acceso a los mercados del Norte. Hay dos criterios económicos básicos que les beneficia por el hecho de estar certificados. Uno es el precio mínimo, que publicamos en nuestra web, que cubre todos los costes de producción sostenible y por debajo del cual ningún productor puede vender ni ningún importador puede comprar. Tienen esa red de seguridad y no van a perder dinero, porque su negociación con el importador no empieza en cero. Además, un porcentaje de sus ingresos han de dedicarlos a objetivos democráticamente decididos de mejora y desarrollo para la comunidad: educación, sanidad, formación, etc. Y, muy importante: saben que lo mismo que tienen que cumplir ellos, se les va a exigir a toda la cadena hasta el consumidor final.

¿Qué le diría Fairtrade a ese consumidor, en víspera de Navidad y justo tras el Black Friday, dos momentos de consumismo por excelencia?

Invitamos a que sea responsable, que reflexione y que, cuando tenga que comprar, lo haga de la forma más sostenible posible. El comercio es un intercambio de bienes y una herramienta para unir personas que están en todos los puntos del proceso. Todas ellas trabajan en un entorno llamado planeta y hay que cuidar a las personas del planeta.

Perfil:

Un camino hacia a la sostenibilidad

De formación en empresariales, su vida profesional ha transcurrido en diversas áreas del sector de la distribución, desde compras a marketing, Álvaro Goicoechea sabe lo que es apretar las tuercas a los proveedores para comprar más barato. Lo que viene siendo ser cocinero antes que fraile. Desde hace 15 años trabaja en el tercer sector, nueve de ellos en Faitrade Ibérica de la que es director, y considera que ha cerrado el círculo y que lo suyo es un ejemplo de cómo la sostenibilidad se ha ido metiendo en las personas. Su trabajo ahora consiste en conseguir aliados que, por convicción, o porque económicamente es interesante, comprendan que la sostenibilidad es un buen camino para el comercio.