La ruta
El Camino eléctrico
El pequeño vehículo realizó la peregrinación y sus 764 kilómetros desde Roncesvalles en varias etapas. Demostró capacidad, fiabilidad y buena autonomía en carreteras secundarias
Sacar de su entorno urbano un vehículo eléctrico como el AMI y lanzarlo a las carreteras para cubrir el Camino de Santiago en ocho días es el reto que ha llevado a cabo Citroën en este año Xacobeo. El pequeño AMI ha cubierto, desde Roncesvalles a Santiago de Compostela, más de 750 Km sin problemas. Para los que somos de una generación de mediados de los ‘50, lo de hacer viajes interminables en automóvil es algo conocido. Yo fui de la generación del 600 –ya no de la del Biscuter o del Renault 4/4- y hacer un viaje de varios cientos de kilómetros a 50 km/h de media era lo normal a mediados de los años ‘60. Actualmente, tales velocidades se circunscriben a los núcleos urbanos y a los «vehículos de movilidad» (ni siquiera automóviles, ya que están calificados como «autociclos») que ni siquiera requieren carnet de conducir tipo B. Estos «micro-coches» son ahora eléctricos, silenciosos y no contaminantes, como el nuevo Citroën AMI.
Nacido para desenvolverse en el tráfico de la gran ciudad, compacto para aparcar fácilmente, suficientemente capaz para dos personas y un número indeterminado de bultos y con autonomía para 75 km, el AMI parece limitado a las fronteras que marcan las autovías de circunvalación. Pero nada más lejano a la realidad. Citroën se ha empeñado en demostrar que el pequeño urbano es un «rutero» de primera categoría, emprendiendo el viaje de su vida: el Camino de Santiago. Concretamente el «Camino Francés» que lleva de Roncesvalles a Compostela atravesando los campos de Navarra, La Rioja, Castilla y León y, finalmente, Galicia: 764 km en total. Como la autonomía de la batería está limitada a unos 75 km, la ruta se dividió en ocho jornadas, con tres etapas diarias (dejando tiempo para recargar la batería entre una y otra, en apenas tres horas). Periodistas del motor de diversos medios –entre ellos La Razón- fueron turnándose al volante hasta completar el recorrido con éxito, sin averías y sin problemas. La recarga de la batería puede hacerse en cualquier enchufe, así que fueron empleándose tomas de corriente normales en cada parada, en bares y restaurantes, en gasolineras y hoteles y ¡hasta en un estanco! El AMI superó la lluvia y la niebla, el frío y el calor… imperturbable. Su escasa velocidad punta –autolimitada a 45 km/h- le impide circular por autopistas y autovías y hay que ir con cuidado en nacionales de mucho tráfico, pero se desenvuelve perfectamente en las comarcales, despertando la curiosidad en todos los pueblos del recorrido. Finalmente, el AMI desembocó en la Plaza del Obradoiro completando su «Camino» con todos los sellos de la «ruta francesa». El objetivo se había cumplido con creces, demostrando que lo de «urbano» es un apelativo que ponen los de Marketing, pero que no tiene porqué corresponderse con la realidad.
En primera persona
La Razón fue uno de los medios invitados por Citroën para cubrir una etapa del Camino de Santiago con el AMI y yo fui el afortunado que la realicé. Una de las primeras, desde Labastida, en Navarra, hasta Ezcaray, en el corazón de La Rioja. Sobre el mapa, las dos poblaciones no están muy lejos, pero evitando autopistas y vías rápidas, se podía llegar al límite de kilometraje de la batería. Mi relevo tuvo lugar en un restaurante, desde cuya ventana asomaba el cable de carga conectado a un enchufe eléctrico de la pared. Con este coche (autociclo o lo que sea) no hacen falta ni «Wall-boxes» ni cargadores ultrarrápidos ni nada parecido ¡Un enchufe a 220 v y ya! Como la carrocería es de plástico, tiene el techo de cristal y pegaba el sol de lo lindo, comencé por abrir las dos ventanillas de compás tipo «2CV». Sólo que el 2CV también tenía techo descapotable de lona y una trampilla en la base del parabrisas que se abría… cosa que los ingenieros del siglo XXI han obviado. El AMI es enormemente ágil (tiene un gran radio de giro) y en cuanto se pisa el acelerador sale disparado. Lástima que al llegar a 45 km/h se quede ahí. En llano da lo mismo pisar a fondo que ir a punta de gas (que consume menos), porque de ahí no pasa… salvo que haya una cuesta abajo y cambiemos de Directa a Neutral. Entonces se queda en «punto muerto» y puede llegar a superar los 50 km/h ¡Comprobado! Los frenos, pese a las ruedas de pequeño tamaño y carecer de asistencia, paran perfectamente y, luego, se vuelve a engranar la Directa y se estabiliza a 45 de nuevo. Jugando con estos trucos se puede alargar muchísimo la duración de la batería. A mí me sobró un cuarto tras cubrir más de 60 Km. El problema del AMI en carretera es la velocidad diferencial con los demás vehículos. Hay que arrimarse al arcén en cuanto se acercan, porque pueden pensar que llevamos un coche normal que circula al doble de velocidad y alcanzarnos por despiste. Y los camiones… ¡te despeinan! Yo tuve una dura pugna con un ciclista que se picó… pero el motor eléctrico del AMI pudo más que sus riñones. Y luego con un tractor, hasta que se metió en un campo.
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