Opinión

Calendario Mariano

Montoro es el que manda aquí». Nos lo dijo un taxista en Barcelona en plena crisis del procès y lo comprobamos el lunes pasado en «La Linterna» de Juan Pablo Colmenarejo: si no hay Presupuestos a la vista pronto, volvería la primera semana de abril con los decretos necesarios para actualizar los Presupuestos de 2017. Y por si alguien no le entendió –que casi siempre se le entiende– lo repitió ayer en los corrillos del Congreso: decretos y adelante. ¿Y adelante qué? Pues la legislatura.

Mariano Rajoy es previsible. Dice las cosas y las anuncia con tiempo. Como anunció el 155 antes incluso de que Ciudadanos y PSOE le apoyaran. También ha dicho que acabará la legislatura. Si puede, claro: siempre hay que dejar margen para el galleguismo. También ha dicho que se siente fuerte. Y Feijóo lo ha confirmado: será Rajoy el que decida cuándo y cómo debe irse. Naturalmente, basta que diga algo para que los analistas digamos lo contrario: que esto ya no se sostiene, que la corrupción no aguanta más, que el presidente está quemado y chamuscado... Pero cuando le ves en el Congreso de los Diputados repartir a diestro y siniestro, te das cuenta del abismo que le separa de algunos diputados que pululan por el hemiciclo.

Y es que Mariano tiene su calendario. Que empieza por Guindos. Luego vendrá el nuevo Gobierno catalán. Luego los candidatos a las autonómicas y municipales... los pactos post –aquí se retratarán muchos– y después las generales. Para entonces, los Puigdemont y las Gabriel serán un mal recuerdo. Las reformas electorales, otra fantasía. Y los que ya pensábamos que Rajoy estaba más quemado que la pipa de un indio, empezaremos a pensar que no era tan malo. Y entonces vendrá su traca final. Una traca que pretenderá que las reformas y leyes que aprobó no sean papel mojado. Y que el que venga sepa defenderlas y hacerlas valer ante los ciudadanos. Y quizá los que pensaban que el PP desaparecería como la UCD comprobarán que

–calendario en mano– Rajoy volvió a ganar con sus tiempos.