Opinión
Y usted, ¿dispararía?
¿Saben ustedes por qué no me gustaría tener un arma aunque pudiera y una enmienda a la Constitución como la segunda de los EE UU me lo permitiera? Porque es probable que la utilizara en una situación extrema. Quizá tal momento nunca llegaría, pero, de producirse, tiraría de mi colt, de mi metralleta o del arma que hubiera comprado legalmente y dispararía. ¿Y usted?, ¿cree que lo haría también? Sería capaz de describir más de veinte situaciones en las que casi cualquiera no se lo pensaría dos veces, y otras tantas en las que una persona desequilibrada, justiciera, con determinadas convicciones religiosas o en otras muchas circunstancias disfrutaría apretando un gatillo. Así, en un mundo violento por naturaleza, donde logramos contener los impulsos a duras penas gracias a las normas o a la legislación no es extraño que, cuando alguien se siente fuera de la sociedad o necesita vengarse o quiere defenderse, opte por utilizar un arma, si la tiene. Por eso en EE UU, el país con la proporción más alta de armas en el mundo, todos los días muere cerca de un centenar de personas y más de 300 reciben disparos.
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