Opinión
La libertad de los españoles
Azaña decía que en Madrid, donde todo estaba prohibido, cada cual hacía lo que le venía en gana. La sentencia no es del todo cierta. Cuando Azaña vivía, es decir hasta que gobernó él, nunca hubo nada prohibido en Madrid. La segunda parte, en cambio, era verdad, lo siguió siendo bajo Azaña y luego, en muy buena medida, bajo la dictadura. Nunca en democracia ha dejado de serlo, hasta el punto que hoy España está considerada, con razón, uno de los países más libres del mundo, por no decir el más libre de todos.
Claro que la reflexión de Azaña llevaba implícita una consideración negativa hacia la libertad de los españoles. Lo que se deduce de ella es que éramos, por emplear la terminología regeneracionista, más africanos que europeos, y aún menos franceses o republicanos, por decirlo todo. En otras palabras, los españoles no habíamos interiorizado la norma y sólo a palos hacíamos lo que teníamos que hacer. Y aun así, incluso a palos...
Lo que siempre llamó la atención de los extranjeros que nos visitaban era la libertad que reinaba aquí. Venían con los prejuicios propios de la leyenda negra y se encontraban con una sociedad que asumía con naturalidad conductas que en sus propios países, menos católicos que el nuestro, resultaban inconcebibles. Ahora, con la ola de puritanismo progresista, puede estar pasando algo parecido. Comparada con las que están barriendo otros países, a la nuestra le falta sofisticación intelectual (las «portavozas» o las «miembras»...), pero, sobre todo, se enfrenta a una forma de resistencia con la que no contaba.
Los españoles aceptan lo que es reconciliable con sus propios valores y descartan sin pensarlo la escoria inquisitorial, reciclada y pulverizada en chistes y «memes». En vez de una cruenta batalla ideológica o cultural, hay diversión, burla, puesta en ridículo... Los nuevos inquisidores, imitadores burdos de lo que en otros países han producido los estudios post coloniales o de género, volverán a tropezar con un pueblo que se ríe de sus consignas. Lo prohibirán todo, efectivamente, y los españoles seguiremos haciendo lo que nos da la gana.
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