Opinión

Óscar Romero

El 24 de febrero de 1980 un sicario abatió a balazos al arzobispo Óscar Romero mientras celebraba la Eucaristía en una iglesia de su diócesis. Un asesinato ordenado por las autoridades políticas de El Salvador hartas de las denuncias de este religioso humilde y pacífico.

Treinta años después, el 23 de mayo del 2015 Monseñor Romero fue beatificado en una solemne ceremonia presidida por el Cardenal Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, a la que asistieron otros ocho purpurados, más de cien obispos y centenares de sacerdotes llegados de toda América También estuvieron presentes los presidentes del Salvador, Ecuador y Honduras y los vicepresidentes de Cuba, Costa Rica y Venezuela.

El 1 de marzo tuvo lugar en Roma la proyección del film «Monseñor Romero, su pueblo y el papa Francisco» producido por la televisión de la Suiza italiana; el documental lleva como antetítulo «El desagravio» porque relata las vicisitudes que impidieron durante años que este «mártir de América» fuese reconocido como tal y elevado a los altares.

El postulador de su causa de beatificación Monseñor Paglia reconoce que hubo que vencer las resistencias de amplios sectores del episcopado latinoamericano y que sólo la decisión de Bergoglio sacó el proceso del atasco en que se encontraba.

Ahora se habla de su canonización; podría tener lugar este año. Tal vez junto a la de Pablo VI. Sería una buena idea.