Opinión
España, paradigma de crecimiento sostenible
El panorama muy positivo para la economía internacional se ha complicado por las escaramuzas proteccionistas, la subida de los tipos de interés y el desplome de las bolsas por su sobrevaloración. Antes de analizar cómo podemos responder a dichos retos, vale la pena examinar los éxitos logrados por la sociedad española desde 2012. Para 2018, el FMI y la Comisión Europea han revisado al alza (2,6%) el crecimiento previsto para España. Desde que salimos de la recesión a finales de 2013, las previsiones de las instituciones internacionales han subestimado sistemáticamente el rendimiento de nuestra economía. Es muy posible que el PIB español aumente este año más del 3% por cuarto año consecutivo, hito sin parangón en el mundo desarrollado. Los expertos reconocen que España es un modelo a estudiar. Cuando el actual Gobierno asumió el poder, España estaba sumida en la recesión, nuestro déficit público alcanzaba el 8,9%, el paro el 22% y los inversores abandonaban España. Draghi neutralizó la crisis del euro con los programas de compra de activos. Pero España está registrando tasas de expansión del PIB, de crecimiento de sus exportaciones, de generación de empleo y de reducción del coste de su financiación muy superiores a las de los miembros de la eurozona que también se beneficiaron de las medidas del BCE. En 2017, el aumento de las exportaciones españolas (8,9%) nuevamente superó el promedio de la UE, de la eurozona y de sus principales potencias. El esfuerzo desde 2012 por parte de nuestras empresas de lanzarse a exportar y diversificar sus mercados de destino es ejemplar. El año pasado nuestras exportaciones a la UE (65,7% del total) subieron un 8%; a América Latina crecieron un 12,7%; a Asia, un 11,2%; a América del Norte, un 10%; a África, un 8,5%, y a Oceanía, un 23,5%. España está pagando un mínimo histórico de sólo un 1,17% para colocar su bono a 10 años, y su prima de riesgo es hoy de 74 puntos. EE UU, Canadá, Australia, Reino Unido e Italia tienen que pagar bastante más por colocar su deuda. Los miles de millones que nos ahorramos se están invirtiendo en infraestructuras, I+D+i, educación y sanidad. Cerramos 2017 con un déficit público del 3%, cumpliendo el objetivo fijado por una Comisión Europea que ya no pide más ahorro a España. En 2017 se crearon 506.000 empleos y la tasa de paro descendió al 16%. En cuatro años el desempleo oficial ha disminuido en diez puntos, y teniendo en cuenta la economía sumergida el paro real en las CC AA más ricas es inferior al 10%. Todos los organismos destacan la sostenibilidad y equilibrio de nuestro crecimiento, cuyos motores son las exportaciones, la inversión, el consumo interno y un sector turístico que en 2017 atrajo a 82 millones de visitantes, situándonos en segundo lugar en el mundo tanto en ingresos (detrás de EE UU) como en llegadas (detrás de Francia). El nivel de inversión extranjera en 2017 fue el más alto desde 2008. No podemos controlar las medidas proteccionistas de otras potencias o la volatilidad en las bolsas. Pero la diversificación reseñada de nuestras exportaciones nos protege, así como el hecho que no son de demanda cíclica. Nuestros socios comerciales continuarán necesitando nuestras exportaciones, ya que son vehículos (16% del total), bienes de equipo (20%), alimentos elaborados y bebidas (16%) y productos químicos (14%). La contención salarial y del consumo no son populares. El déficit comercial vuelve a crecer después de que en 2014-2015 lográramos superávits en la balanza comercial que excluye energía. Debemos mantener la disciplina que nos ha permitido convertirnos en campeones de crecimiento en el mundo desarrollado.
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