Opinión
Mayo tormentoso
El fracaso de las manifestaciones del primero de mayo se explica por la actitud de los sindicatos de clase que, durante las últimas semanas, se apuntaron incluso al independentismo y pretendieron convertir las reivindicaciones laborales en manifestaciones feministas, quizá para intentar conseguir los apoyos cada vez más escasos. Pero no hay que preocuparse: el sindicalismo sobrevivirá incluso a los actuales sindicatos.
El mes de mayo también trajo la rectificación de Moncloa a las declaraciones del ministro Rafael Catalá, al permitirse alusiones personales sobre la vida de un juez que no sólo no eran improcedentes, sino que estaban filtradas y trufadas de falsedades. Mal compañero el populismo verbal cuando eres precisamente el ministro que debe defender
–hoy más que nunca– a los jueces. Pero si los sindicatos y el Gobierno están a por uvas, no se libra tampoco la oposición, apoyando un día a Catalá para retirarle su apoyo al día siguiente. Por eso no es extraño que las encuestas que ayer conocimos de la Comunidad y alcaldía de Madrid castiguen a unos y otros y sea Ciudadanos el partido ganador. Me dirán que queda aún más de un año para las elecciones y que últimamente dos semanas son una eternidad para cualquier político, pero no son los políticos los que me preocupan, sino lo que estos pueden ofrecer a los españoles.
Hace meses que no se escucha una idea sana, una propuesta contra corriente, algo a lo que agarrarse de cara al futuro. El acto de ayer en la Comunidad de Madrid fue la evidencia de lo que digo. Alguien tiene que empezar a hacer política, pero de la creativa, no la de poner a parir a alguien. Porque a los sindicatos, a los políticos y a los ministros los vamos a seguir necesitando.
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