Opinión

Cuando Harry encontró a Meghan

Si alguien le hubiese dicho a Meghan Markle cuando era niña que en un caluroso día de la primavera del año 2018 contraería matrimonio con un príncipe, probablemente se hubiese echado a reír. Sin embargo, contra todo pronóstico, esta mujer divorciada, actriz, mestiza, feminista y poderosa se acaba de casar con el príncipe Harry de Gales. La emoción de la novia, contenida en sus bellos ojos castaños y remarcada por una sonrisa perfecta, no era nada comparada con la de su madre, Doria Ragland, divorciada también, ex maquilladora, instructora de yoga y... negra. Afroamericana si se quiere recurrir al eufemismo, pero de una etnia diferente.

Algo que hubiera sido impensable en la realeza británica hasta hace bien poco. Doria, no solo durmió la noche previa al enlace con su hija en la exclusiva Cleveland House, sino que compartió paseo con ella hasta la Capilla de San Jorge en Rolls Royce. Una vez allí entregó a su pequeña, a la que tantos caprichos tuvo que negar durante su infancia, a quien se iba a convertir en su consuegro: el mismísimo príncipe Carlos de Gales, que la acompañó hasta el altar. Los ojos de Doria se fueron empañando hasta abrillantarse por completo cuando los contrayentes intercambiaron sus alianzas. No era para menos. Meghan parecía feliz, pero Harry no lo parecía menos. El final de la historia era que si para Meghan había sido importante encontrar a Harry, igual o más lo había sido para Harry encontrar a Meghan...