Opinión
Tiempo de mudanza
Los acontecimientos de los últimos días, me refiero a la moción de censura, se han desarrollado con tal celeridad que, seguramente, no estamos aún en condiciones de reconocer todo su significado.
Sin embargo, ello no obsta para que algunas de sus claves parezcan ya claras. Para empezar, su fuerza aglutinadora ha sido la animadversión hacia el hasta ayer inquilino de la Moncloa, tal como el «sí se puede», entonado por los diputados de Podemos, simboliza, después de haber sido aducido por todos los portavoces del «sí».
Ello señala que tras la candidatura de Sánchez no hay nada parecido a un proyecto político articulado, como evidenció el postulante tanto en su discurso inicial como en sus réplicas a los aludidos portavoces. La presentación por los socios de investidura, en el Senado, la tarde misma del viernes, de varios vetos a los presupuestos ahijados por el nuevo presidente durante el debate, es un signo de esta carencia programática que llenará de contradicciones la acción del gobierno que tomará posesión inmediatamente.
Todo parece indicar que, en este tiempo de mudanza, los adherentes de Sánchez van a intentar meter su cuchara en la marmita del nuevo gobierno para sacar de ella la tajada más grande posible y, sobre todo, para tratar de desbordar el marco institucional, más allá de los límites constitucionales, no sólo con respecto a los asuntos territoriales —el catalán, en primer lugar, y luego el vasco— sino también a los de carácter social —con la creación de «derechos», como el de la eufemísticamente denominada «muerte digna», o la reversión de la reforma del mercado de trabajo— y al reparto de los dineros públicos. Y tendremos también planteada con toda su crudeza la cuestión del perdón estatal a los terroristas de ETA bajo la excusa del final de esa organización.
La legislatura, por otra parte, va para largo, sin que el adelanto electoral esté en la agenda de Sánchez. Éste necesita tiempo para consolidar su liderazgo y para hacer crecer a su partido, sin que sea descartable que la solución al declive socialista venga de la mano del establecimiento de una sólida coalición con Podemos, tal como Iglesias sugirió en el debate y como aconseja, en las actuales condiciones de fragmentación política, el sistema electoral vigente. Lo veremos en los próximos comicios municipales y regionales. Por cierto que tanto el PP como Ciudadanos debieran tomar nota de este tema en vez de amenazar con tirarse a la yugular durante los próximos meses, pues lo más sorprendente de la censura es que haya tenido lugar en un momento en el que los españoles se inclinan cada vez más hacia el centro derecha.
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