Opinión
El siglo XVI
El siglo XVI es, ante todo, el ingreso temporal en el mundo histórico moderno. Al aceptar esta primera idea, es obligado el planteamiento de un segundo cuestionamiento: ¿cómo construyen los hombres un mundo histórico? Las respuestas están basadas en una sistemática trinitaria: un «cuantitativo serial» o estadística numérica; una «estructura», en el sentido de organización, para recoger inquietudes de orientación y sobre todo respuestas; en tercer lugar, creencias e ideas: explicación del ser en el mundo; mentalidades, identidades, coherencia de afinidad. Es aquí donde se interrelacionan en un dualismo de «realidad» e «intimidad en estructuras», que en este caso son seis, originales en la interacción temporal: religión, política, economía, sociedad, cultura y pensamiento. Inquietudes profundas del hombre y de la experiencia y formación conseguida en su época histórica. Tales «estructuras» corresponden respectivamente a creencias, convivencia, eficacia, justicia social, creación. Por último, el orden del pensamiento: explicación del ser en el mundo y las reacciones psíquicas colectivas. ¿Cómo funciona el «mundo histórico»? Ocupa un espacio geográfico; está en el tiempo, tiene una duración, ofrece, en fin, unas ideas.
En conclusión, ¿qué es la Modernidad? De nuevo tres posibles respuestas: «Historiográficamente»: tiempo, temporalidad y cambio; «Fenomenológicamente»: peso de categorías espirituales, subjetividad, espíritu objetivo; «Metafísicamente»: impulsos críticos racionales, sentimientos, tiempo histórico. Periodificación imprescindible: el tiempo del mundo histórico.
Creado el «mundo histórico», es imprescindible, aunque convencional, la consideración del tiempo del mundo histórico. Este tiempo de la creación organizadora de un mundo histórico, cuando en la historia de España se crea el primer Estado moderno europeo, el Estado de los Reyes Católicos que cristaliza en 1480 en el Congreso de Toledo, simultáneamente con el Tratado firmado con el Reino de Portugal en Alcaçovas (1479) de partición del Océano entre Oriente y Occidente.
El tiempo del mundo histórico hispánico en América resultó consecuencia de un tiempo largo: una estructura de trescientos años, que perdura en lo que se considera independencia de la América española. En esos trescientos años, la principal generación de valores históricos españoles en el Nuevo Mundo fue la creación de ciudades. La consecuencia de la sociedad fundacional sobre la que se configura la idea del Estado hispano en América y la constitución y desarrollo de la sociedad americana fueron las ciudades y la creación de una cultura nueva, así como la prodigiosa conversión al cristianismo de la población, el traspaso al Nuevo Mundo y la creación de la identidad hispanoamericana. Los misioneros de las Órdenes Religiosas llevaron a cabo una cristianización de vanguardia en nuevos métodos misioneros, que han sido estudiados a fondo por Pedro Borges Morán en «Misión y Civilización en América» (1987), y en diálogo religioso con las religiones, según ha explicado magistralmente el profesor Javier Gómez Díez, en su obra «El impacto de las religiones indígenas americanas en la Teología misionera del siglo XVI» (2000).
Dice Nicolai Hartmann que «el hombre no es, sino que va siendo»; siendo implica el cambio histórico que es la fuerza viva que hace cambiar al hombre en el tiempo como insiste Heidegger –interacción, tiempo, consistencia–; este espíritu objetivo se desarrolla en el tiempo, mediante la transmisión de las ideas, la camaradería en la vida para alcanzar altura y decaer al fin; importante, porque en tal proceso se produce el cambio histórico originando las etapas peculiares de una situación histórica capaz de originar una identidad en la religión, la política, la economía, la sociedad, la cultura y el pensamiento. Está demostrado que el «Poder» es lo que atrae la decisión del Estado como factor creador de la sociedad civil. Es lo que Francisco de Vitoria llamó «derecho de circulación» con la creación de los factores como el derecho de soberanía.
Quisiera dedicar algunos artículos a la periodización de las etapas de este proceso en que los españoles del siglo XVI lograron crear la identidad de la cultura hispanoamericana en la larga duración tan seriamente estudiada por Fernand Braudel en su portentosa obra «Civilización material, economía y capitalismo».
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