Opinión

Un Gobierno en campaña

Cuando he escuchado a Pedro Sánchez decir que el ministro de Cultura y Deportes era Màxim Huerta, me ha pasado lo mismo que con el anuncio de Letizia Ortiz. Tuve que ir a Google para ver si había otra persona con el mismo nombre. Me alegro por Ana Rosa Quintana. Va a pasar de hacer footing con Pablo Iglesias a entrevistar delante de la chimenea a su antiguo colaborador para hablar de William Faulkner y los expresionistas franceses. Pero la guinda de Cultura no eclipsa la maniobra del sanchismo. ¡Mira que es difícil encontrar en Andalucía a tres dirigentes que no sean susanistas! Pues no sólo los ha descubierto, sino que los ha hecho ministros. Es verdad que María Jesús Montero, la responsable de Hacienda, estaba en el Gobierno de Susana Díaz, pero Carmen Calvo, y no digamos Luis Planas –que disputó las primarias a la presidenta andaluza– serán el muro de contención de la lideresa del sur. O futuro relevo. Nada es casual. Ha sorprendido también el aterrizaje de Margarita Robles al frente de la cartera de Defensa, sobre todo por las cosas que ha dicho sobre las fragatas españolas. Más tranquilo me deja lo leído sobre que éste será el Gobierno más beligerante contra las pseudociencias, gracias a los ministros de Sanidad, Carmen Montón; Ciencia, Pedro Duque; y Medio Ambiente, Teresa Ribera. No sabía que las pseudociencias fueran un problema en España. Muy bien me han hablado de Isabel Celaá, la ministra de Educación. Lo hizo bien en el País Vasco con Patxi López. Quizá por eso Sánchez le ha endosado el muermo de ser portavoz. Yo hubiera puesto a Màxim Huerta para disputar el share los viernes a su ex jefa. Sólo una gallega en la lista, Nadia Calviño. Lógico: Feijóo está al caer. Y éste es un Gobierno para esa campaña.