Opinión
El cambio del PP
Hay algo en la salida de Mariano Rajoy que huele a cambio de ciclo en la derecha española. Y debe ser así. Casi a la misma hora que el ex presidente del Gobierno pronunciaba su discurso ante la Junta Sirectiva del Partido Popular conocíamos la sentencia de la «trama Gürtel» en la Comunidad Valenciana que imponía penas de prisión a 18 de los 20 acusados.
Quizá también por eso, el ex presidente dio ayer algunas claves sobre la «renovación» del proyecto popular. La primera –dijo– es que ese cambio se haga «teniendo muy presentes» a los afiliados. Parece obvio, pero es un hecho que los cuadros dirigentes del PP no solamente han vivido al margen de su militancia sino que, incluso a veces, desprecian su conservadurismo y principios. Sin embargo, esta vez los militantes van a votar, y con su voto –unido al que emitan los compromisarios– decidirán quien será su líder y candidato.
Ayer también se decidieron las fechas del Congreso Extraordinario del partido el 20 y el 21 de julio. Y quizá por esa cercanía se han alzado voces que sugieren una lista única que evite la división y el debate ideológico. Pues no puedo estar más en contra. De hecho, a los que creían que todo debía resolverse con un pacto entre Núñez Feijóo, Cospedal y Sáenz de Santamaría ya se les ha fastidiado el plan con la posibilidad de que se presenten el ex ministro Íñigo de la Serna; el ex presidente balear José Ramón Bauzá o el ex ministro José Manuel García-Margallo. Y eso por no hablar de José Luis Bayo, ex candidato a la presidencia del PP de la Comunidad Valenciana, que igualmente ha anunciado en sus redes sociales que se presenta. Interesante. Pero no tanto por los que den el paso al frente –tienen hasta el 20 de este mes para decidirse– sino por lo que puedan opinar los afiliados.
Pero el ex presidente del Gobirno ha dicho algo más. Ha pedido a los que se presenten «competición natural y sana» –intuye que no la habrá– y que el vencedor «integre» a los vencidos. Y se ha quitado de en medio: «No quiero ni puedo designar sucesor. No voy a señalar a nadie con el dedo ni a vetar a nadie. No voy a influir ni condicionar vuestra libre elección».
Y este gesto sí que es nuevo. Veremos si finalmente se cumple, claro. Pero algo parece cambiar.
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