Opinión
La semana del Gobierno
Se cumple la primera semana del gobierno de Pedro Sánchez, y no podía haber sido más letal. Que sepamos, nunca un miembro del Ejecutivo había durado menos de una semana en el cargo y tampoco recuerdo a ningún ministro que tomara posesión de su cargo estando imputado por un juez. Se han achacado estos despropósitos, y algunos otros que conoceremos en breve, a la celeridad con que tuvo que anunciarse el Gobierno tras la victoriosa moción de censura contra Rajoy. Algo razonable pero que choca con la idea –manifestada por los propios socialistas– de que Pedro Sánchez fue perfilando su equipo durante meses.
Pues una cosa u otra, pero el resultado es siempre el mismo: un Ejecutivo destinado a dar imagen a su líder, a falta de los votos necesarios para sacar adelante leyes o reformas. Dije que este Gobierno me parecía un gobierno en campaña, –en campaña electoral–, porque Pedro Sánchez no venía a gobernar, sino a ser presidente e intentar recuperar los votos de Podemos y Ciudadanos. Y así es. Todo lo que está proponiendo Sánchez y su equipo electoral va en la dirección de recuperar tanto los votos del centro, como los que se le fueron a Podemos. A saber: la propuesta a Torra de legalizar la parte del Estatut que anuló el Tribunal Constitucional; derogar la llamada Ley Mordaza, la Lomce, la reforma laboral... y por supuesto, el nuevo marco para la transición ecológica que tanto ha gustado a las empresas del Ibex 35.
El último guiño a Podemos lo vimos en el último Consejo de Ministros al levantar el Gobierno el veto a 16 propuestas del partido de Pablo Iglesias para que se debatan en el Congreso de los Diputados; entre otras el cierre de las nucleares, la reforma de las pensiones o la modificación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores. Debate. Gestos. Por eso este Gobierno tampoco pretende engañar a nadie. No tiene el perfil ramplón de los de José Luis Rodríguez Zapatero, pero sus propuestas, guiños, o pactos están destinados a dar imagen de centro, pero cuidando los gestos hacia la izquierda como en el caso Aquarius. Nació bendecido por todos, especialmente por la prensa afín, cada vez más afín; pero su falta de resultados se adivina tan grande en una semana, que quizá por eso el silenció del propio presidente del Gobierno resulta cada vez más clamoroso. No va a tener más remedio que salir del plasma.
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