Opinión

Bombas

Con bombas: titulares llamativos de la prensa (digital, porque en papel aún prima, gracias al cielo tintado de la Galaxia Gutemberg, cierta economía del lenguaje). Son cabeceras que mantienen al lector en continuo estrés, tensión y conmoción. La intención es provocar un «pinchazo» en la noticia (a cambio de otro pinchazo en el corazón del lector, siempre al borde del infarto por tales lecturas). Hace mucho escribí aquí sobre el clickbait: la búsqueda de «clicks» para conseguir tráfico en páginas de internet. Para hacerlas atractivas, se recurre a un lenguaje explosivo que transmite la sensación de que el mundo está a punto de estallar a cada segundo. Esa jerga aparatosa, impresionante, exagerada, se está «normalizando». Por lo general, nos fijamos en lo estridente. En lo escandaloso. En las palabras que, literalmente, chillan. Acudimos a su reclamo. Pinchamos sobre la noticia que nos atrae con titulares incandescentes, recibimos una decepción, junto a una buena dosis de alivio (¡no era para tanto, el mundo no se acaba hoy!), y ni siquiera terminamos de leer dicha noticia (por llamarla de algún modo). «¡Arde, incendio, ignición, quema...!» –las metáforas angustiosas sobre fuego, abundan–, aunque pueden referirse simplemente a un anuncio de rebajas de calcetines.

Nunca como ahora lo estridente se había convertido en regla, obligación y excusa. Una repasa los titulares de los distintos medios digitales y obtiene la impresión de que el mundo se ha vuelto irritante, nervioso, peligroso, ensordecedor. Antaño, los titulares de los periódicos de papel tenían por norma una sobriedad que solo en ocasiones excepcionales –una guerra mundial, por ejemplo–, echaba mano de los signos de admiración y el tono imperativo. Hogaño, las noticias no se titulan: se rotulan, con el luminoso fluorescente de palabras en general ajenas al contenido real de la noticia, que ni siquiera suele serlo (noticia). Mientras descubrimos la farsa, alimentamos con nuestro click otra noticia-basura. La hipérbole literaria es un recurso excelente para el humor. Pero el lenguaje exagerado de internet está construyendo con fuerza el descrédito y la banalización del peligro y la emergencia. Además, resulta muy molesto que la vida empiece a parecerse a una película de Jared Hess en la que los frikis exasperan al mundo y el clickbait es su triste y desquiciada banda sonora. (Qué hartura).