Opinión
¿Derecho a decidir?
El nacionalismo tiene la extraordinaria capacidad de no cansarse nunca. El próximo miércoles se reunirá la comisión bilateral entre el Gobierno y la Generalitat. Y en el orden del día anunciado ayer se abordarán los «derechos y libertades en Cataluña, en relación a las vías de participación democrática de los ciudadanos catalanes para decidir su futuro». Gracias a esta expresión, digna de la mismísima Carmen Calvo, se ha incluido en el orden del día como tema principal el referéndum sobre la autodeterminación de Cataluña. La encargada de preparar este diálogo, Meritxell Batet, se reunió ayer con la consellera de Presidencia de la Generalitat, Elsa Artadi, y aunque anunciaron que hablaron de muchas cosas, reconocieron que la cuestión clave fue precisamente lo que los políticos catalanes y otros contagiados llaman el derecho a decidir.
Tras la reunión, Batet dijo que habían pactado una fórmula «algo ambigua» para fijar el orden del día de la reunión que «permitirá a los dirigentes catalanes expresar su opinión sobre la situación de los presos, los huidos, y el referéndum» aunque aclaró que el documento no incluye ninguno de estos términos de forma explícita, «y no compromete al Ejecutivo». Resulta asombrosa la capacidad del Gobierno para anunciar que va a hacer lo que no puede hacer, y a la vez afirmar que no va a hacer lo que es evidente que va a hacer. Es decir, a una reunión con orden del día no se va solo a escuchar, sino a dialogar sobre los puntos acordados. El nacionalismo venderá este diálogo como un triunfo, aunque el Gobierno diga que sólo han escuchado. Un precio demasiado alto para retrasar las elecciones generales hasta que al presidente le convenga.
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