Opinión

La sardina ibérica

No concibo un verano sin sardinas. Y eso puede estar a punto de suceder. Antaño, tal día como hoy, era el de la gran huida. Ahora lo sigue siendo, pero menos, porque el periodo vacacional se ha extendido. Y hoy también estamos a mitad de camino, más o menos, entre las dos vírgenes, la del Carmen y la de agosto. Dicen los expertos que estas cuatro semanas y pico es justamente cuando las sardinas están en su mejor momento. Ese producto del mar, tan humilde y tan sencillo, pero tan apreciado, que, al paso que vamos, lleva camino de convertirse en todo un lujo. Este año, por lo menos en la pescadería de Madrid que frecuento, la sardina está más cara que el pasado y me dicen que llega menos. Por otro lado, el pasado día 13 de julio el Consejo Internacional para la Exploración del Mar, la principal institución científica que asesora a la UE en la materia, publicó su recomendación sobre la pesca de la sardina ibérica para 2019 y, atención, recomienda captura cero el año que viene. Las organizaciones ecologistas de Portugal y España se han sumado a esta petición y han presentado un plan de cinco puntos para conseguir la recuperación de la sardina ibérica, cuyas poblaciones se encuentran ahora mismo entre las más bajas de su historia. En resumidas cuentas, que, si esto es verdad, uno de los pequeños placeres veraniegos puede evaporarse o, en el mejor de los casos, costarnos mucho más. La verdad es que un verano sin sardinas, no sería verano.