Opinión

Mendigos de pega

Las virtudes y los pecados no son excluyentes entre sí. Un avaro puede ser fiel, o pacífico. Un colérico puede ser generoso. De la misma manera, no importa lo bajo que hayan caído un hombre o una mujer, ello no impide que atesoren cualidades envidiables. Una prostituta puede ser ladrona u honrada. Un ladrón, casto o lujurioso. Tengo un amigo extraordinariamente honrado que mendiga. La bebida lo ha llevado donde está, pero no pretende engañar a nadie. Es sincero, y reconoce que a las limosnas suma un modesto subsidio de 300 euros, y es capaz de compartir lo poco que tiene. Aprendo mucho de su libertad, su valentía, su dignidad, su generosidad. Quienes piden en las calles están teniendo una competencia agresiva y desleal en los mendigos impostados que invaden nuestras calles.

Las mafias los traen a Europa con engaños y después los extorsionan. En estos casos son meras víctimas. Otros se organizan en bandas agresivas, que amedrentan a quienes hasta ahora estaban en la calle e intentan quitarles sus puestos en las puertas de las iglesias o en las esquinas de cruces importantes. Van disfrazados, con remiendos y gabanes que nadie que acuda a los roperos parroquiales lleva en España, por menesteroso que sea. A veces se fingen mutilados o discapacitados. El problema no estriba sólo en que practican la falsedad, sino en que atemorizan a la gente y generan desconfianza hacia los mendigos honrados, personas en cuya situación podríamos vernos cualquiera de nosotros.