Opinión

Cuenta atrás

Ha sacado La Razón los textos que prueban el adoctrinamiento independentista contra la policía y los jueces en un colegio balear. Son la continuación del «trabajo» del Mayor Trapero contra sus colegas policías nacionales en el octubre salvaje de hace un año. El Gobierno tiene por socio a los partidos que deslegitiman a las fuerzas del Estado, fundamentadas a su vez en el Parlamento y la Constitución.

Ayer, unos pensionistas que exigían la revalorización de las pensiones con el IPC –que el Gobierno se niega a conceder– intentaron manifestarse frente a las puertas del Congreso. Los parlamentos europeos están protegidos porque tienen el poder delegado del pueblo, a través de las urnas. Está prohibido rodear la cámara británica o la alemana. Como los manifestantes insultaban a la Policía que defendía la puerta de los leones, Pablo Iglesias bajó a la calle y se puso a gritar «¡Sí se puede!» con los pensionistas, afeando la conducta a los servidores del Estado.

Los extremos se tocan. El nacionalismo y el populismo están atacando las instituciones y arrogándose la definición de pueblo. El pueblo, para los nacionalistas, es la parte de Cataluña que comulga con ellos. El pueblo, para Podemos, son ellos y los que comparten sus postulados. Los demás no somos pueblo, somos casta.

No pasaría nada grave si las fuerzas de Podemos, el PDeCat o Ezquerra fuesen tan sólo las de quienes los votan, una minoría. El problema estriba en que estos partidos son los pies y las manos de Pedro Sánchez. Y para mantenerse en el poder, que tan difícil le ha resultado conquistar y tan resuelto está a mantener, nuestro presidente paga a derecha e izquierda. ¿Dónde se ha visto que una ministra defienda que los dirigentes golpistas de Cataluña salgan de la cárcel? Sólo es posible en este país cuyos libros de texto enseñan a levantarse contra el Estado. Es el tributo a los socios nacionalistas, los mismos que acaban de reabrir la embajada catalana en Berlín. ¿Dónde se ha visto que un socio de Sánchez jalee a los manifestantes contra Sánchez? Sólo aquí, donde el presidente crea una argucia legal para colar la ley de Presupuestos al Senado y contentar a Podemos en cuanto a la eliminación del techo de gasto, cuyos votos necesita para gobernar.

Moraleja: el Estado se va vaciando de contenido para saciar a los socios anti estatalistas. Cada día de Pedro Sánchez en el Gobierno lo es de deterioro de las instituciones y enfrentamiento social. El presidente está siendo chantajeado y accede al chantaje. Y será cada vez más impotente para frenar el separatismo o el populismo que su actuación fortalece. Se está arrojando en los brazos de los tradicionales enemigos del socialismo.