Sin Perdón
¿Sánchez podrá comprar a las autonomías?
«Es muy fácil gobernar dándole a la máquina de la deuda con el apoyo de los burócratas del BCE»
El presidente del Gobierno piensa que todo se puede comprar. No me sorprende, porque no tiene más que aplicar su propia experiencia personal. La clave es disponer de algo que interese al interlocutor. No es necesario que sea dinero, sino que los cargos y otros honores son, también, objeto de deseo. No hay más que ver la Administración de mercenarios que ha organizado y en la que ha acogido, es bueno recordarlo con una cierta regularidad, a los que fueron sus más feroces detractores. No le gustan ni los versos libres ni los políticos que muestren una fuerte personalidad. No hay duda de que ha dado un vuelco histórico al PSOE, ya que lo ha convertido en un instrumento al servicio de sus intereses personales. Ese mundo feliz del sanchismo tiene el problema de que el PP controla la mayor parte del poder territorial y el Senado, donde le organizan incómodas comisiones de investigación. La Conferencia de los Presidentes de las comunidades autónomas fue uno de esos trámites institucionales que le aburren y le incomodan. No recibió el baño de aplausos que le hace feliz, como sucedió en el Congreso del PSOE, y tuvo que soportar la presencia de Ayuso que le irrita hasta la extenuación.
Era lógico que anunciara una lluvia de millones para intentar comprar a las autonomías del PP y blanquear sus escandalosas cesiones a los independentistas. La zanahoria fue anunciar que convocará al Consejo de Política Fiscal y Financiera para que el Estado asuma una parte del endeudamiento autonómico. No es ningún esfuerzo, ya que se limita a aumentar la deuda. Es muy fácil gobernar dándole a la máquina de la deuda con el apoyo de los burócratas del BCE. No me sorprende que «The Economist», que ahora complace a los sanchistas, considere que somos la economía más pujante del mundo. No es gracias a los buenos oficios del Gobierno, me encantaría decir lo contrario, sino a la institucionalización del despilfarro, el déficit y la deuda. No he encontrado ni un solo empresario o CEO de alguna cotizada que quisiera a un miembro del Gobierno o alto cargo como director general o consejero de su empresa. No me extraña. No quiero imaginar los estropicios que provocarían Cuerpo, Montero, Aegesen o Yolanda Díaz trabajando en el sector privado.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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